Sin embargo, cierto día eso cambió.
Me
la encontré en el portal de casa. Iba cargada con las bolsas de la
compra, por lo que me ofrecí a ayudarla a suvirlas a casa, dado que no
hay ascensor en mi edificio.
Ella me miro y, sonriendo, acepto mi oferta.
Una
vez hube dejado las bolsas en la cocina de su casa, ella me ofreció un
billeet de 20 €, en compensación por mi ayuda. Yo me negué diciendole:
-No tiene importancia, quedese con él-a lo que ella respondió:
- Pues de alguna forma tendré que copensarte por tu ayuda- dijo acercando su mano a mi entrepierna.
En un primer momento me eché para atrás sintiendo un extraño escalofrío,pero ella, con voz calmada, me susurró.
-Tranquilo, nadie se entrerará de esto. Solo quiero que pasemos un buen rato.
En
ese momento, recapacité. La anciana tenia el pelo oscuro, gracias al
tinte con total seguridad. Sus ojos eran azules y tenía una sonrisa
picara que me inquietaba. Su cuerpo , si bien no era el de una
veinteañera, conservaba cierto esplendor pasado. Tenia un pecho más que
considerable, como la mayor parte de las ancianas, con tetas grandes
como cabezas de niño.
Lentamente,
comenzó a desabrochar la cremallera de mis pantalones vaqueros. Con
suavidad , acarició mi miembro a través del calzoncillo. Este, fue
tomando forma en la palma de su mano,.
Yo notaba como, poco a poco, la cabeza de mi pene se iba llenando hinchando más y más, hasta casi explotar. Ella me dijo:
- Tranquilo, no queremos que acabes tan pronto.
Tras quitarme los calzoncillos empezo a felarme el miembro, primero con
cierta torpeza y despues con una mayor soltura, como si hubiera
recordado los años en los que solía hacerselo a su marido con
regularidad. Subía y bajaba la cabeza, y yo sentia su lengua recorriendo
cada centímetro de mi miembro, una y otra vez, sin descanso.
Traas unos minutos comenzó a desnudarse. Primero se queto el vestido que
llevaba, con un estampado floral. Entonces pude ver sus enormes pecho,
encerrados en un sostén de aspecto antiguo, luchando por liberarse de
sus ataduras. Se lo quité y bese su pezón derecho. Era descomunal, pues
ocupaba casi la mitad de su teta. Ella sonreía y lanzaba unos tímidos
gemidos de placer.
Sus bragas eran negras, y tras ellas encontré un pubis descomunalmente
peludo, como solo había visto en ciertos videos en la red.
Utilizando los conocimientos adquiridos tras años de películas porno, la
cogí de ambas piernas y la traje hacia mí. Ella lanzó un gritito,
sorprendida por mi ímpetu.
Cogí mi miembro y , agarrándolo con fuerza, lo introduje poco a poco en su interior.
Fuí aumentando el ritmo de mis embestidas, hasta que estas hicieron
retumbar los muelles del viejo colchón. Ella gemía de placer cada vez
que mi miembro rozaba las paredes de su anciana vagina, inútil durante
años.
Tras unos minutos, sentí como un placer aún mayor comenzaba a alcanzar mis partes. Estaba a punto de correrme. le dije:
- Dios, creo que me corro- y ella me dijo.
-Espera.
Con una sorprendente agilidad,giro su cuerpo y se acercó mi miembro a su boca. Comenzo a masturbarme y me dijo:
-Quiero que acabes en mi boca, para poder saborearte enterito.
Yo ya no podía más, sentía como mi pene iba a explotar. De repente, un
chorro descomunalde semen surgió de la punta de este y fua a acabar a la
lengua de la anciana. Tras este viniero otros tantos, si bien de menor
cantidad. Ella se relamía, pugnando por tragarse todas y cada una de las
gotas de mi preciada esencia.
Tras acabar, me vestí y ella, pícara como siempre , me dijo:
- Vuleve cuando quieras, vecino.
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