A mi esposo le exita verme follar con sus amigos

Hola, soy Hada Luz, 38 años, casada desde hace varios años
con Héctor, una buena posición económica, dos hijos y una vida sexual placentera
e interesante. Como en todo matrimonio, la rutina sexual se vuelve parte del
diario vivir. Sin embargo a Héctor le gusta sorprenderme. Muchas noches, cuando
trabaja hasta tarde o tiene alguna cena o reunión de trabajo, llegaba a la casa
cuando yo estaba ya dormida. Se desnudaba, y destapando suavemente las sábanas
me empezaba a lamer y comer ahí abajo, pus yo siempre me doy una ducha y uso una
camisa corta y nada más para dormir. Otras cosas que hacemos para romper la
rutina de pareja es ver espectáculos morbosos que abundan aquí en Lima,
alquilamos películas XXX que nos excitan al máximo y navegamos por las web
eróticas de Internet.

A mi me excita mucho ver orgías donde participan muchos
hombres porque, habiéndome casado con el único hombre que amé en mi vida, no
había tenido oportunidad de conocer otra verga. Sin embargo, parece que a mi
marido se le imaginó que yo quisiera hacer realidad lo que veíamos en la ficción
pues en una oportunidad, viendo una película XXX en la que una mujer era cogida
por dos hombres, y yo dije "que rico," me insinuó la posibilidad de que yo
podría conocer otra verga en vivo haciendo un trío amoroso con otro hombre; como
yo estaba excitadísima, pues él en ese momento me estaba masturbando y a punto
de penetrar, le dije "sería riquísimo" y mientras hacíamos el amor me lo seguía
preguntando y yo le respondía afirmativamente, pero ya en frío le dije que no lo
haría jamás. Sin embargo a partir de ese día él me insistía una y otra vez, cada
vez que hacíamos el amor o veíamos una película porno. Yo le contestaba que
estaba loco, que no lo haría y que si él me amaba y respetaba mis sentimientos
no debería insistir en el tema. Pero el seguía machacando con el asunto, incluso
en una oportunidad le puso un rostro al otro hombre; nuestro amigo Oscar.

A mi Oscar me gustaba. Era muy simpático, físicamente
parecido a mi esposo y tenía un carácter encantador, era ameno, contaba chistes,
era siempre el centro de atracción de toda reunión social, pero no lo veía como
posible candidato al trío, ni a él ni a ningún otro. Yo estaba interesada en
tener sexo solamente con mi hombre.

El desastre ocurrió el anterior sábado. Era el cumpleaños de
mi esposo. Hicimos una gran fiesta, con baile y todo e invitamos a un sinnúmero
de parejas amigas y algunos hombres solteros, amigos de mi esposo.

La fiesta estuvo muy concurrida, muy divertida y muy bien
comida y bebida. Estuvieron unas 12 parejas y unos 5 hombres solos, entre los
que se encontraba Oscar, cuya esposa había tenido que viajar y no se encontraba
en la ciudad.

Como a las dos de la mañana se fue la última pareja y solo
quedaron los hombres solos discutiendo amenamente sus dos temas favoritos;
política y fútbol. Yo terminé de ordenar un poco la casa, guardar los restos de
comida en la heladera y después de despedirme gentilmente de los caballeros
presentes subí a mi recámara a descansar.

Tomé una agradable ducha tibia, me puse un camisón ligero y
me eché en la cama a esperar que subiera Héctor y me hiciera el amor.
Esperándolo me dormí. A mi me gusta que mi recamara sea oscura, pues me ayuda a
descansar mejor. No recuerdo cuanto tiempo habría transcurrido, cuando sentí que
Héctor entraba a la recamara. Levantó la sábana, buscó mi sexo y empezó a
lamerme los labios vaginales y el clítoris con mucha finura y pasión, como
siempre la hace. Extrañamente me metió la lengua en el ano haciéndome un
delicioso "beso negro". Yo empecé a derretirme y mojarme toda. Sentía una
excitación bárbara, su lengua diestramente recorría todo mi sexo y sus manos
buscaban mis pechos. Yo estaba hecha un volcán y le pedí a gritos…."quiero
mamarte la verga". Él giró de manera que su verga quedara sobre mi boca mientras
seguía lamiendo mi conchita. Apenas me metí la verga en la boca sentí que esa
verga no era la de Héctor. Encendí la luz del velador y cual sería mi sorpresa
de encontrar a mi esposo desnudo, parado a mi lado masturbándose y a Oscar en mi
cama. Mi rabia fue tal, que me cubrí como pude y los saqué a ambos del cuarto a
almohadazos y gritos. Estaba tan indignada que no cesaba de llorar y no pude
dormir toda la noche. No podía comprender como mi marido me había hecho
semejante jugada. Entregarme así a su amigo; y como este se había prestado a su
juego. Los odiaba y no sabía como reaccionaría a sus miradas mas adelante.

Al día siguiente, me levanté y preparé el desayuno. Héctor
dormía en la habitación de huéspedes y, por supuesto, Oscar ya no estaba. Se
despertó, me abrazó y pidió mil disculpas por lo sucedido. Me explicó que el
exceso de tragos había hecho que procedieran de esa forma. Cuando el penúltimo
invitado se hubo retirado, Oscar y mi esposo siguieron tomando y charlando y de
una forma u otra salió el tema de los tríos e intercambios y pensaron que yo me
prestaría a ello, pues sabían que Oscar me gustaba. Y así fue como sucedió todo.
Yo estaba indignadísima y le dije que él estaría condenado a no dormir en mi
cama por mucho tiempo y que no quería saber más de Oscar.

A los dos días del incidente, Oscar me llamó para disculparse
y decirme que sentía mucho lo sucedido, pero que todo había sido producto del
exceso de licor y que si bien siempre la había gustado como mujer, en ningún
momento debiera haber intentado hacer nada sin mi consentimiento.




Poco a poco las cosas se fueron calmando; mi esposo se
prodigó en atenderme como a una reina y que realmente se dejó llevar por su
fantasía, pese a que sabía que a mi no me gustaba para nada la idea del trío.

Así transcurrió el tiempo, y la cosa quedó olvidada; aunque
yo, lógicamente, seguía molesta por lo que había sucedido. Mi esposo no volvió a
mencionar más el tema y Oscar me trató con mucho respeto cuando tuvimos la
oportunidad de vernos.

El sábado pasado tuvimos una pequeña reunión social en casa.
Éramos unas seis parejas, entre las que se encontraban Oscar y su esposa
Patricia. Como de costumbre se bebió bastante licor; Patricia se mareó e
indispuso y tuvo que irse a su casa. Oscar la llevó y retorno solo a nuestra
casa. Cuando llegó, ya todos se habían ido y estábamos a punto de subir a la
recámara a acostarnos. Mi marido lo invitó a pasar y nos pusimos a conversar
entre los tres. Oscar sacó a relucir el tema del incidente. Dijo que realmente
lamentaba lo sucedido, pero que no se arrepentía, pues me veía una gran mujer.
Héctor lo secundó y dijo que yo era realmente una hembra extraordinaria y que
seguía obsesionado con su fantasía. Dijo que, como mis hijos no estaban en la
casa, y solo estábamos los tres, que volviera a considerar la posibilidad de
hacer el trío amoroso en ese momento. Oscar lo secundaba y entre ambos me
trataban de convencer de hacerlo, utilizando uno y mil argumentos, pero yo
seguía en mis trece y me negaba sistemáticamente a todo. Sin embargo en mi mente
bullaban sentimientos encontrados. Mientras mas bebíamos, mas enredada me
encontraba. Oscar ya había conocido mi excitación, ya había lamido mis partes
íntimas y yo, aunque brevemente, había tenido su verga en mi boca. Por otra
parte, quería darle un escarmiento a Héctor, de manera que a medida que ellos
hablaban y hablaban yo iba concibiendo un plan en mi cabeza.

En un momento dado les dije: "De acuerdo, pero siempre y
cuando sea yo la que mande y ustedes hagan todo lo que yo les diga".Ellos
aceptaron de inmediato. A continuación les ordené desnudarse completamente.

Ellos se miraron sorprendidos, pero obedecieron sin chistar.
Ambos son de una misma estatura y parecida complexión física. Una vez desnudos
observé que la herramienta de Oscar estaba tiesa, y la de Héctor a medias. Les
ordené acercarse y las empecé a mirar detalladamente. Le di unos piquitos a la
verga de mi esposo y esta se entieso de inmediato. Las comparé. Ambas vergas
eran casi del mismo tamaño, la de Oscar parecía más gorda y no tenia la pequeña
curvatura que tenia la de mi esposo. En ese momento me vinieron unas ganas
tremendas de pedirles que hicieran el 69 entre ellos, pero me contuve. Les pedí
que me levantaran en andas y me subieran a la recámara. Así lo hicieron. Una vez
allí, me echaron en la cama y les ordené desvestirme.

Lo hicieron, lentamente y prenda por prenda, mientras sus
pelotas se balanceaban de aquí para allá. Estaba tremendamente excitada, mas de
lo que me hubiera imaginado, teniendo a dos hombres a mis órdenes. Cuando estuve
desnuda le pedí a Oscar que reanudara lo que me había hecho antes y abriendo las
piernas ví como su cabeza se enterraba en mi panocha. Héctor observaba todo y le
ordené masturbarse mientras Oscar me comía. Nuevamente sentí ese placer que el
cunilingus causa en la mujer. Me venían arcadas de placer mientras su lengua
recorría mis labios vaginales y sus dientes mordían mi clítoris. Realmente era
un experto mamador. Le ordené girar para poder mamarle la verga. Cuando lo hizo,
me metí la misma en la boca y empecé a mamarla con pasión. Héctor se levantó y
se acercó para ver mas de cerca. Sacándome la verga de Oscar de la boca le dije
"esto es lo que querías ver, no papito???...pues míralo bien y disfruta". El se
cohibió y se volvió a sentar sin soltarse la verga. Luego, le pedí a Oscar que
se levantara y que me cogiera.

Le dije que quería esa verga dentro mi cocho y que Héctor
tenía que ver ese espectáculo. Sin hacerse rogar, Oscar me introdujo su
herramienta en forma pausada haciéndome gozar como nunca, al final de cuentas,
era la segunda verga que me taladraba el agujero. Héctor se acercó para que se
la mamara mientras fornicaba, pero yo le ordene sentarse y observar, solamente
observar lo que estábamos fornicando….al final de cuentas eso era lo que él
quería. Abracé a Oscar y permití que me sobara las tetas con las manos mientras
me culeaba. Me vinieron orgasmos de placer que jamás pensé podría haberlos
logrado con otro hombre que no fuera Héctor. Grité y me moví enloquecida y solo
atiné a decir…."quiero mas…mas …mas". Héctor estaba eyaculando en el piso, pues
también había llegado al máximo de su excitación. Oscar terminó dentro mío, no
me preocupó mucho el que no haya usado preservativo pues era hombre sano y yo no
corría peligro de embarazo. Nos echamos los tres en la cama, un hombre a cada
lado mío, abrazándome y sobándome.

Giré mi cabeza hacia el oído de mi esposo y en voz baja le
pregunté…" te gustó ver a tu mujercita comportarse como una puta??" "Esperabas
eso de mi?". No me contestó, tal vez dormía o se hizo el dormido. Oscar dijo que
ya era muy tarde y que debía irse. Se vistió, me dio un beso y se marchó.

Escribo esto cuando ya han pasado cuatro días. Yo jamás pensé
llegar tan lejos cuando les ordené desvestirse, pero el licor y la excitación
pudieron más. Héctor no ha vuelto a hablar del tema. Yo tampoco lo he traído a
colación, pero noto que él está preocupado y tal vez dolido. No creo que
volvamos a hacerlo. Si bien fue una experiencia interesante y morbosa, tengo un
sentimiento de arrepentimiento que me molesta. Creo que ambos aprendimos la
lección y de ahora en adelante nuestra vida se normalizará y no repetiremos lo
que hicimos ni con Oscar, ni con nadie. No creo que valga la pena.

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