Era sábado, amiga Charo, y quedamos para cenar como de costumbre
en casa de María. Fuimos Carlos, Federico y yo. Después
de la cena y con unas cuantas copas de más decidimos ir a la discoteca.
Al llegar nos percatamos que la ciudad no estaba tan vacía y que
lo íbamos a pasar en grande. La disco estaba llena de gente, hacía
tanto calor allí dentro que la gente iba más destapada que
vestida, en medio del ambiente, la música, el humo y el alcohol,
el sofoco y el sudor cada vez eran más acentuados. Lo estábamos
pasando genial, en plena madrugada le pedí a María que me
acompañase al lavabo porque no aguantaba las ganas de beber agua
y mojarme el cuello. Mientras me lo mojaba, me dijo:
- ¿Te ayudo?.
Empezó a mojarme por la parte de las cervicales y la espalda y
la cara con sus manos de una manera muy sensual, sentí como me
estaba calentando, pero no sabía si ella lo hacía con alguna
intención o era yo que no sabía qué me estaba pasando,
ella era mi mejor amiga, yo no soy lesbiana y nunca antes me había
excitado con ella.
Volvimos al centro de la pista y empezamos a bailar. Mi cuerpo se movía
cada vez de forma más sensual y animaba a María y a Carlos
para que siguieran mi ritmo. Carlos, se puso en medio y María y
yo lo acorralamos tipo sándwich, yo estaba delante y noté
perfectamente como se iba poniendo duro su bulto, él me cogía
por la cintura y restregaba su polla contra mi barriga, y con sus manos
agarraba mis tetas.
- Carlos, no me hagas esto que esta noche estoy muy sensible - le dije.
- Siempre me han gustado tus pechos - confesó - ¡Eres tan
sexy!.
No me sorprendió ese comentario ya que siempre me piropeaba. Pero
lo que me sorprendió, era como se me estaba mojando el tanga cada
vez que me tocaba y me susurraba cosas como:
- Me encanta tu olor... lo que daría por oler tu chochito...
María lo tenía cogido por detrás y le frotaba la
espalda con sus enormes tetas. Entonces vino Federico, nos separó
y empezó a bailar conmigo hasta que, de improviso, me rodeó
con sus brazos y me dio un morreo que me quedé tiesa, luego se
apartó y le dio otro a María, empezando a besarnos entre
todos y yo, sin cortarme, cogí a María y le metí
la lengua sin pensar.
- ¡Me estás poniendo muy caliente, chica! - me dijo ella
cuando solté su boca - ¿Estás excitada?. Para que
lo sepas, siempre he soñado con poder besarte y poseerte.
Estuvimos pegadas un buen rato, el ambiente se estaba calentando, notaba
caricias de varias manos por mis muslos, mis tetas y mi culo. Al salir
de la discoteca y con la salida del sol como testigo, nos dirigimos al
coche y fuimos de nuevo a casa de María a terminar lo que habíamos
empezado.
- ¿Queréis que prepare unos cubatas?- les dije y me dirigí
a la cocina a prepararlos.
En ese momento entró Carlos y me dijo:
- ¿Te ayudo?.
- Sí, coge el hielo - le dije.
Sacó una gran bolsa de hielo del congelador, la abrió y
empezó a poner cubitos en los vasos, también cogió
uno y empezó a fregárselo por el pecho por debajo la camiseta
diciendo.
- ¡Que calor tengo, se me deshace en un periquete!.
Le vi allí con su pecho todo húmedo y la camiseta mojada
y me empecé a mojar de nuevo.
- ¿Quieres que te ponga hielo por la espalda? - le dije.
Sin esperar respuesta me acerqué a él, le saqué
la camiseta, cogí un par de cubitos y empecé a acariciarle
todo el tronco empezando por los pezones y masajeando por todo el resto.
¡Como me estaba calentando!. Notaba mis pezones que se estaban endureciendo
y mi chocho estaba encharcado. Acerqué mi pubis a su bragueta,
y noté que, él también se estaba excitando. Tenia
la polla totalmente erecta.
En estos momentos, solo podía imaginarme que me metía su
palo reparador en el chocho, y sentía la necesidad de desabrocharle
el pantalón y de mamársela, por lo que, sin pensarlo más,
le bajé la bragueta, su inmensa polla salió disparada, me
agaché impaciente, saque mi lengua y empecé a chuparle el
glande lentamente.
- ¡Que bien lo haces, me estoy poniendo cachondísimo, chúpamela
hasta el fondo, cométela entera, sí... sí... ooooh...
que bien lo haces mi niña... sigue... aaah… no pares...! -
me decía suspirando.
Casi no me cabía en la boca, pero procuraba no soltar aquel rojo
capullo, mientras con una mano le hacia una paja y con la otra le masajeaba
los huevos. De pronto noté como sus cojones se ponían pequeños
y prietos y su polla empezó a soltar babilla. Le miré a
los ojos y vi que los tenía cerrados. Adivine que estaba a punto
de correrse. Aceleré la velocidad de mi mano y me preparé
para recibir un torrente de leche. Entonces noté una mano fría
que me acariciaba los muslos por debajo de la falda. No me giré,
solamente me dejaba llevar. Luego la mano apartó mi tanga para
dejar la raja al descubierto y empezó a frotarme la zona del clítoris
haciendo hincapié en tocar mi clítoris.
- Gírate - dijo entonces una voz.
Al hacerlo vi a María, desnuda y con ojos codiciosos. Mis piernas
se abrieron solas mientras estaba sentada en el suelo, acercó su
cabeza y sacó su lengua viciosa, lamiéndome suavemente la
zona del coño.
- ¡Déjame comer este chocho tan sabroso! - me decía
- ¡Qué buena estás, golfa, damelo todo.!
Mi placer era total, estaba gozando, lamía mi clítoris
como nadie para después pasar a morder mis labios enrojecidos y
hinchados. Estaba lamiendo todo mi coño y tragaba, engullendo mi
flujo. Yo lo estaba pasando en grande jamás me habían comido
el coño tan bien. Al final se levantó y cogió un
calabacín que había encima la repisa de la cocina.
- No te asustes - me dijo - te va a encantar, te voy a meter esto hasta
el fondo y sentirás que te estás rompiendo por dentro.
Cogió un condón que tenia preparado, se lo puso al calabacín,
y después de lubricarlo con aceite, empezó metiendo la puntita,
y despacito siguió hasta metermelo todo. Empezó el metisaca
suave, mientras me chupaba el coño y especialmente la pepitilla.
Yo creía que iba a morir de gusto y le decía que no parase
hasta que levanté la mirada y vi una escena que me hizo llegar
al clímax casi al momento. Carlos la estaba penetrando. Ibamos
todos al mismo ritmo y cada uno gemía por su cuenta, parecíamos
animales en celo. Las piernas empezaron a temblarme, no podía creer
aquello aquel inmenso calabacín era el mejor falo que me habían
metido nunca.
- ¡Aaah... aaah... me corro... me corrrooooo... me estoy corriendooo...!
- grité.
Me quedé tendida en el suelo gozando de aquél orgasmo,
me palpitaban los labios cada vez más suavemente y que sensación
tan rica. Me sentía perversa, pero gocé sin pudor alguno.
María y Carlos siguieron con lo suyo y yo aproveché para
ir a darme una ducha.
Al salir del cuarto de baño, me dirigí a la habitación
de María a buscar una camiseta limpia y vi como entre Federico
y Carlos se la estaban trabajando encima de la cama. Me quedé perpleja
ante tal escena y la calentura empezó de nuevo a subir. Ella estaba
comiéndose el pollon de Carlos como si fuera una autentica posesa,
le lamía los huevos, los engullía y se comía toda
la polla como si fuera el más rico de los helados. Mientras, Federico
la penetraba por detrás a un ritmo desenfrenado. El flujo empezó
a bajar otra vez por mi vagina, no podía parar de mirar mientras
me iba tocando los pechos, lamiendo mis dedos y frotando mi sexo. A mi
ni Carlos ni Federico me habían follado todavía pero Federico
vio como me tocaba, desnuda delante de ellos, y me invitó a pasar.
- Hay sitio para ti, ven que tengo ganas de probarte.
Me acerqué más mojada que nunca, Federico salió
de María y me dijo:
- ¿Que quieres que te haga mi vida?.
- ¡Quiero que me penetres y me folles como nunca! - exclamé.
Tenía una boca carnosa, me besaba con sus labios y su lengua gordita.
Me sentó encima de él y empecé a follármelo
como si estuviera montando a caballo, subía y bajaba subía
y bajaba, su palo hinchado rasgaba las paredes de mi vagina mejor que
el calabacín que me masturbaba antes. Me perdía entre tanto
gemido, no sabía quién gritaba, quien gemía…
- No pares, cariño - me decía - ¡Qué coño
tan vicioso tienes, como te mueves... sí... aaah...!.
Estaba llegando al clímax otra vez, sentía el orgasmo que
iba viniendo impaciente y al mismo tiempo que me corría, sentí
su leche entrando en mi. Al otro lado vi a Carlos y María tumbados.
También habían tenido su corrida. Besos, amiga Charo.
Camisetas mojadas en la discoteca
Posteado en Confesiones , Heterosexual , Orgias , Sexo Anal , Sexo Oral en por Esperanza
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