Ella lloro de placer cuando la penetraba por el ano

Tony siempre se había sentido atraído por Sabrina, una compañera de la oficina donde trabajaba. La chica estaba muy bien; unas tetas generosas y que invitaban, un culito regordete y parado que daba gusto de ver y daría mas gusto de montar, y una cara de niña mala, con labios carnosos. Morocha de pelo largo, de ascendencia arábiga, con ojos ligeramente almendrados y oscuros como la noche, la sonrisa matadora.
Pero claro, Tony estaba casado y no quería hacer mala letra en la oficina, a sabiendas de los problemas que eso le podría traer. Sin embargo, pasaron un par de años de cachondeo con Sabrina, y una noche en la fiesta de fin de año de la oficina, a la que todos iban solos, se decidió por terminar con aquello.
Para eso, se tomo unas copas para darse valor, y se fue a buscar a Sabrina. Ella como siempre le sonrió al verlo, y él la invitó a bailar. Ya en la pista, le dijo lo mucho que lo cachondeaba ella, y que hacía un par de años que le tenía entre ceja y ceja.
Al principio Sabrina lo miró con cierta extrañeza, pero luego habra pensado -y bueno, que hay que perder- porque lo tomó de la mano y le dijo que la acompañe afuera.


Lo llevó al jardín de aquel salón, un amplio patio arbolado y con varios recodos oscuros. Había por allí algunas parejas en condiciones similares, pero la oscuridad cubría las indiscreciones de todos.
Sabrina lo llevó al fondo del jardín, y al llegar lo empujó contra un árbol.
- La verdad Tony es que tú también me cachondeas. Pero las chicas siempre han dicho que eras casado y no querías nada en la oficina...- le sonrió con esos labios endemoniados, hipnóticos.- me alegro de que hayas cambiado de opinión.-
Y al decir eso se acercó a él, apretando esos pechos turgentes contra el suyo. Tony casi sentía los pezones duros pinchando contra su pecho. Acercó sus labios carnosos a los de Tony, y cuando él pensaba en besarla, ella le lamió los labios, y luego siguió lamiendolo. El mentón, el cuello, abriéndole la camisa, siguió lamiéndole el pecho.
Tony intentaba desabrochar infructuosamente su cinto. Sabrina rió levemente, poniendo su mano sobre las de él. Desabrochó el cinto despacio, haciéndole desear que lo arrancara. Bajó los pantalones de Tony, dejando el pene ya casi totalmente erecto frente a ella.
- hmmm... justo como me dijeron los chicos...- dijo ella.
- ¿Qué chicos?-
- Ay Tony, los chicos gay de la oficina a los que les pregunté de ti. Te han estado viendo en los mingitorios de la oficina, y me dijeron que tenías una preciosa verga, y veo que no se equivocaron. A ver si sabe tan bien como se ve...-
Y Sabrina comenzó a lamerle el pene. Se lo tomó, empujando la piel del prepucio hacia atrás, dejando expuesta la cabeza ya bien tersa y amoratada. Lamió la cabeza, y luego comenzó a bajar por le tronco hasta los testículos. Los amasó largamente con la lengua mientras empuñaba la verga de Tony y la masajeaba arriba y abajo. Con suavidad indicó a Tony que se diera la vuelta, y cuando accedió, ella entreabrió las nalgas de él, metiendo su lengua libidinosa entre ellas.
- hmmm... adoro tu chocolate Tony, tu cola es casi tan sabrosa como tu verga... hmmm.- gimió ella en tanto lamía el ano de Tony.
Luego volvió sobre el pene, pero ahora ya muy cachonda lo mamó a fondo, frotando la verga de Tony adentro y afuera con esos labios asesinos.
El estaba a reventar. Quería cojerla como la yegua que era. Ese culo que deseaba desde hacía ya unos años estaba a punto de ser suyo.
- Sabri... hermosa, me encanta como me chupas, la verga, el culo, todo... esa lengua tuya es un tesoro... pero te quiero cojer ya, primero ese culo hermoso que tienes, y luego te quiero hacer ver las estrellas.-
Ella rió divertida con la verga aún metida entre los labios. Se paró frente a él, subiendo con su lengua por el cuerpo de Tony. Llegó a la boca y ahora sí lo besó intensamente, en tanto se arrancaba la pollera con urgencia.
- Sí Tony, montame por favor, quiero esa rica verga adentro mío. Por donde quieras, pero hazlo ya...-
Ella entonces tomó el lugar de Tony contra el árbol, de cara al mismo, y se reclinó hacia el tronco, apoyando las manos en él, y empujando su generoso culo hacia arriba, las nalgas entreabiertas dejando ver el ano estrecho y depilado.
Tony sentía que la verga le iba a explotar, pero antes de penetrarla quería chupar ese lindo culito, por lo que se arrodilló frente a él y metió profundamente su lengua entre esas nalgas tan largamente deseadas. Ella gimió de placer en tanto el metía su lengua hasta casi penetrarla con ella. Mientras lo hacía, con una mano acariciaba los labios de su vagina, buscando el clítoris, guiándose por los gemidos de ella.
Luego de unos minutos de saborear el soberbio culo de la chica, Tony se paró nuevamente, y se acercó a ella por atrás, apretando la verga contra sus nalgas.
- cojeme ya... cojeme por favor...- imploraba ella con ardor.
Tony no se hizo rogar; deseaba tanto como ella ese momento. Empujó con el pene con fuerza, sientiendo como la carne suave del ano se dilataba ante la embestida de su verga tiesa. Sabrina maullaba como una gata mientras él basculaba con fuerza, dándole todo lo que tenía dentro de ese culo extasiante. Agarraba a la hembra por las caderas, empujando a fondo su verga dentro de ella.
Cuando sintió que estaba cerca del fin, la sacó, agarrando a Sabrina por la cabellera la empujó hacia él. La hizo dar vuelta, preso de tanta excitación que no medía si le hacía doler o no. Ella gimió de placer ante la potencia de esa verga que la pinchaba en el ombligo. Él la levantó y apoyo su espalda contra el árbol, en tanto ella rodeaba la cintura de él con sus piernas.
La penetró de nuevo, y ella lloró de placer. Comenzó a embestirla como si la quisiera atravesar, en tanto lamía esas tetas que tantas veces le habían hecho fantasear. Ella lo abrazaba, temblando en total éxtasis. Él no soportó más, y gimiendo junto con ella, acabó con un poderoso torrente de esperma que la inundó y le arrancó un levee gritito de placer final.
Se quedaron unos momentos como clavados contra el árbol. Luego Tony la bajó. Ella aún lloraba. Se vistieron despacio, disfrutando ambos de lo que había pasado. Cuando estuvieron vestidos, se miraron un momento en silencio. Luego ella lo abrazó, y él respondió el abrazo, los dos al mismo tiempo diciendo una única palabra:

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