Después de mi primera experiencia en los alrededores del camp nou,
decidí que la siguiente polla la disfrutaria todo el tiempo necesario
para quedar plenamente satisfecho.
Ocurrió un par de meses después. Ya habia anotado la direccion y el
teléfono de un par de locales que se anunciaban con transexuales y
travestis. Volvía de estar con mi novia, y, aunque habia tenido sexo con
ella, me encontraba todavia muy caliente. Aunque suponía apartarse
bastante del camino hacia mi casa, decidí pasar por la zona del camp nou
para mirar los travestis. Es algo que solía hacer con frecuencia. Me
gustaba pasar lentamente con mi coche para mirarlos y excitarme al
imaginar sus pollas en mi boca. Tengo que decir que muchos de ellos son
realmente encantadores y te muestran la polla con solo detener el coche
ante ellos y preguntarles el precio. Una mirada rápida al biberón, un
“lo pensaré” y a buscar otro.
El caso es que aquella noche me puse a mil y desee mucho más que
mirar pollas. Aquella noche queria chupar, chupar, y volver a chupar una
buena polla. Queria sentir un buen trozo de carne duro y caliente en mi
boca.
Sabía que un encuentro en aquella zona sería rápido y barato, pero
seguramente tan frustrante com lo fue la primera vez, así que busqué las
direcciones que tenía anotadas. Una estaba bastante cerca, así que
decidí ir. Antes tuve que llamar para asegurarme que estaría abierto ya
que eran las tres de la madrugada.
Me abrieron la puerta en cuanto llamé y, ya en el piso, un chico,
joven y muy amable, me condujo por un largo pasillo hasta una habitación
amplia y ténuemente iluminada. Allí me preguntó si preferia chicos o
travestis y me dijo que, de travestis, sólo había tres libres en aquel
momento. El chico se marchó y yo quedé esperando a que las travestis
vinieran a saludarme. Por un momento tuve la duda de que las travestis
no fueran realmente hermosas, hubiera preferido que me presentaran a una
docena para poder elegir, pero con sólo tres… ¿y si no me gustaba
ninguna?
Mis dudas desaparecieron cuando la primera entró por la puerta. Era
realmente guapa! Igualmente guapas, o más, eran las otras dos que
vinieron. Siento no poder recordar los nombres de las tres, pero puedo
asegurar que eran auténticas bellezas. Los saludos fueron cortos, lo
suficiente para apreciar que no estaba ante hombres vestidos de mujer,
sino ante auténticas mujeres. Tras los saludos volvió el chico para
preguntarme con cual queria estar. Reconozco que fue una decisión
difícil pues hubiera estado a gusto con cualquiera de las tres. Me
decidí por una que dijo llamarse Vicky. Tras cobrarme, reconozco que no
fue demasiado caro, me condujo a otra habitación más pequeña, me sirvió
una copa y me dejó esperando a Vicky, que no se hizo esperar.
Tras unos saludos corteses y una corta conversación que ya ni
recuerdo nos fuimos a lavar, primero yo y luego ella. Cuando Vicky
regresó del baño me fijé en que ya se había quitado las braguitas, pero
preferí no mirar para disfrutar aun más de lo que tenia que venir. Se
quitó los sostenes y se tumbó en la cama. Yo me terminé de desnudar y me
tumbé junto a ella. Aprecié la belleza de sus pechos, pequeños pero muy
bien formados. Me aseguró que eran totalmente naturales y pude
confirmar que era cierto, sólo el tratamiento con hormonas había
influenciado en desarrollar aquellas tetas tan hermosas. Me entretuve un
tiempo besando sus pechos y chupando sus pezones, pero el deseo pudo
conmigo y miré su entrepierna. Un pequeño pene de unos 5 centímetros y
de poco más de un dedo de grosor descansaba entre sus muslos. Era de un
color mucho más pálido que el resto de su cuerpo, casi blanco, y el
prepucio cubría en su totalidad el glande, formando ese pellejo de piel
arrugada en la punta que tanto me gusta.
Dejé de chuparle los pezones y empecé a bajar lentamente hacia su
pene, dejando besos en su cuerpo mientras descendía. Cuando llegué a su
bajo vientre aquel apéndice maravilloso empezó a dar señales de vida,
empezó a crecer ante mis ojos. Lo cogí con una mano y con unos leves
movimientos lo ayudé a crecer. Cuando el glande apareció ya no pude
contenerme más. Me acerqué y besé el tron
co de su pene al tiempo que aspiraba profundamente para sentir el
olor de su glande, un olor muy ligero que para nada me desagradó.
Después de aquello lo introduje en mi boca y lo chupé.
¿Qué puedo explicar de lo que pasó a partir de aquel momento? Sólo
puedo decir que disfruté como nunca lo he hecho. Le chupé la polla en
todas las posturas imaginables. Tumbados en la cama. Ella sentada y yo
de rodillas en el suelo. Ambos en la cama, ella de pie y yo de rodillas…
Saboreé aquella polla como si tuviera años de hambre, y de hecho la
tenía, ya que era mi segunda polla y la primera no pude disfrutarla
tanto como hubiera querido. La recorrí en toda su extensión con la
lengua, me concentré en lamer su glande y especialmente su agujero, en
busca de los fluidos aceitosos que toda polla deja escapar cuando es
estimulada. Recuerdo que me sorprendió que el sabor de aquellos fluidos
fuera idéntico al de los mios. Intenté tragármela hasta el fondo en
varias ocasiones, aunque no pude porque me daban arcadas, no tanto por
el tamaño de la polla como por mi inexperiencia en chupar. La polla no
estaba nada mal en cuanto a tamaño, en erección debía medirle unos 14
centímetros. No es que fuera una gran tranca, pero daba un gusto enorme
chuparla porque respondía muy bien a las caricias. En ocasiones dejaba
de chuparla y me concentraba en los huevos. Debo decir que sus huevos
eran pequeños pero preciosos, blancos y sin un solo pelo. Los acaricié,
los lamí y los chupé, uno a uno y los dos a la vez. Cuando dejaba de
atender su polla, ésta perdía parte de la erección y se ponía
morcillona, pero bastaban un par de sacudidas para que recuperara toda
su dureza.
No sé cuanto tiempo estuve chupando, pero calculo que una media hora.
Al final mi boca estaba cansadísima y mi polla a punto de reventar. He
de aclarar que durante este tiempo Vicky ni se acercó a mi polla, porque
yo le dije que no lo hiciera. Con la excitación del momento, correrse
antes de tiempo hubiera sido muy frustante, y no creo que hubiese
aguantado mucho si hubiera recibido caricias en mi polla mientras yo
tenia la suya en la boca. También tengo que decir que a pesar de estar
tanto tiempo chupándola intenté no llevarla al orgasmo. En aquellos
momentos no me agradaba la idea de recibir una descarga de leche en mi
boca (ahora que ya lo he probado me arrepiento de no haberlo hecho).
Decidí acabar aquella sesión de polla de la mejor manera que puede
hacerse. Me puse un preservativo y adoptamos la posición del 69. Vicky
me hizo una mamada expléndida y me corrí saboreando su polla en mi boca.
Reconozco que me encanta esta forma de correrse, con una buena polla en
la boca. ¡No hay nada mejor!
“¿Ha sido todo de su agrado?”, me preguntó al salir el chico que me
atendió. Ya lo creo que fue de mi agrado. Acababa de comerme una de las
pollas más ricas que he comido en mi vida. Y no sería la última.
Estaré encantado de que cualquier persona con gustos similares a los
mios me escriba al mail para poder compartir experiencias. Y, por
supuesto, si algún transexual lee este relato y le apetece meter su
polla en un lugar húmedo y caliente, que sepa que mi boca está dispuesta
para ello.
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