Siempre fue muy miedosa, y ahora se sentía mucho más segura con un hombre viviendo bajo el mismo techo. Junto con cuidarlas, pasé a reparar muchas cosas de la casa, cañerías, jardín, alguna puerta, en fin todo lo que un hombre hace en el hogar recibiendo por su parte siempre un trato muy ameno y cordial.
Como
comenzó, no lo sé, poco a poco, ese contacto diario, millones de
conversaciones, vernos a diario, roces casuales, nada específico. Por
mi parte, fue algo muy paulatino, aunque sus enormes pechos desde que la
conocí me llamaron la atención, pero como a cualquier hombre, nada del
otro mundo. Era imposible no fijarse en las tremendas tetas que se
gastaba mi suegra. Jamás se me pasó por la mente tener algo con ella,
menos con su físico, muy alejado de lo que a mí me gustaba o a su edad y
mas siendo la madre de mi esposa.
Mi
suegra estaba bastante pasada de peso, pero para ser gordita estaba muy
bien formada, aparte que esos kilos de más , la hacía contar con unas
tetas mucho más grandes que la de su hija que ya era tetona y también
un culo el doble de grande.
Por su
edad y peso, pasaba con dolores de espalda , los que mi esposa atacaba
con masajes de vez en cuando, incluso a mí a veces me tocaba a mí
hacerle masajes a mi suegra. Yo creo que estos fueron los que
desencadenaron todo lo que entre nosotros pasó. En esos momentos,
reconozco que me excitaba ver cuando acostada de boca en la cama,
desabrochaba su brasier para darme espacio para trabajar, admirando como
sus grandes tetas quedaban aprisionadas bajo su cuerpo, sobresaliendo
hacia los lados. Me imaginaba a esa mujer de 57 años, con una
abstinencia sexual de años, siendo masajeada por su yerno, disfrutando
los masajes que yo le daba, quejándose de placer mientras mis manos
acariciaban su espalda. Varias veces me dio la impresión que disfrutaba
más allá del masaje por los sonidos que emitía cuando yo lo hacía, los
que variaban considerablemente cuando no estaba mi mujer presente en la
casa. Eran distintos, quizás hasta unos poco más sensuales, claro que a
la vez yo alargaba estos masajes estando solos, y de paso darles unos
casuales toqueteos al borde de sus tetas, toqueteos casi
imperceptibles, solo con la yema de mis dedos, al igual que al comienzo
de sus nalgas cuando atacaba la parte baja de su espalda.
Fue
justamente en uno de estos masajes donde todo cambió. Las cosas con su
hija no estaban muy bien que digamos, ya tenía un par de semanas sin
ningún tipo de desahogo sexual, y mi suegra con uno de esos dolores de
espalda. Ambos solos en casa, mi suegra quejándose y me ofrecí a darle
un masaje al que de inmediato respondió que sí.
Acostada
de boca en su cama, ya su brasier desabrochado, mis manos esparciendo la
crema por su espalda. Hace rato que estos masajes se estaban haciendo
más osados de mi parte y los gemidos de mi suegra me alentaban hacerlo.
Esa tarde la verdad estaba caliente, el ambiente estaba tenso, mi
suegra gemía con placer al recibir mis caricias diciéndome lo rico que
lo sentía. No me importaban esos rollos que se le formaban en la
espalda, al contrario, me daba un morbo al estar tocándoselos dentro del
masaje, sentir su blanca piel, sus quejidos.
Le baje
un poco el pantalón de buzo que ella estaba usando, como muchas otras
veces lo había hecho, pero esta vez un poco mas llegando a mostrarse el
pliegue de sus nalgas. Con esta visión más caliente me puse. Mis manos
recorrían toda su espalda, bajando por los costados llegando a tocar el
comienzo de sus tetas y cuando bajaba hasta la parte baja de su espalda,
me decía que era mayor el dolor acentuando ahí mis masajes.
Me centré
en esa parte, en sus anchas caderas, su cintura, rozando con mis
dedos el comienzo de sus nalgas como parte del masaje, ejerciendo una
buena presión, sintiendo los gemidos de alivio de mi suegra, y luego
una indicación de su parte para aplicar mi masaje un poco más abajo.
Lo hice, pero obligadamente tuve que bajar un poco más su pantalón.
Excitado como estaba, lo bajé un poco más de lo necesario, junto con sus
calzones, dejando ya la mitad de sus nalgas al aire sin que ella
dijera ningún comentario al respecto. Nunca habían llegado tan abajo sus
pantalones.
Ya mi
calentura no daba más, tenía la mitad del culo de mi suegra al aire y
mis masajes eran cada vez más osados, avanzando en cada movimiento un
poco más, sintiendo los suaves ronroneos de mi suegra, en señal de
aprobación. Un nuevo chorro de crema en esa parte y mis manos volvieron
a la carga, cada vez abarcando mas de sus carnes blancas, un poco más,
otro poco, sin escuchar ningún reparo de parte de ella, al contrario,
mas y mas gemidos de gusto, hasta que sin darme cuenta ya mis manos le
estaban masajeando a gusto cada uno de sus cachetes, sintiendo los
ronroneos de placer por parte de mi suegra diciéndome que ahí era el
dolor.
Fue un
ahogado gemido de su parte, completamente distinto, el que me dio la
indicación que ese gemido no fue producto de un alivio, sino que estaba
disfrutando sexualmente de las caricias de su yerno. Esto me motivó
hacer un nuevo avance y con uno de mis dedos, como si fuese solo un
roce casual, se lo pase suavemente por entremedio del pliegue de sus
nalgas, escuchando el mismo gemido de placer. No cabía duda, mi suegra
estaba disfrutando tanto como yo del masaje, que ya solo se centraba en
su cola. No sé de dónde saqué el valor y nuevamente tome el comienzo
de sus pantalones y los bajé aun mas, ya dejando toda su enorme cola al
aire. Ahora si sentí que se colocó muy nerviosa, pero aun así no me
dijo nada. Con mayor esmero aun, mis manos acariciaban cada una de sus
nalgas, apretándoselas fuerte, masajeándolas concienzudamente como si
fuese todo un profesional.
Mi suegra
no decía nada, estaba tendida boca abajo. Mis dedos fueron un par de
veces al pliegue de sus nalgas y no hubo ningún reparo de su parte. Cada
vez bajaba mas, ya masajeando el principio de sus piernas y junto con
esto, uno de mis dedos cada vez que subía y bajaba, se acercaba
peligrosamente a la entre pierna de mi suegra. No sé de donde me
salieron las palabras, diciéndole a mi suegra que se relajara mas, que
se notaba tensa. Ella suspiró muy fuerte, se acomodó un poco, y aun
boca abajo, separó solo un poco sus piernas, lo que me dio una pequeña
visión de su sexo. Ya no aguantaba más, era demasiada la calentura, se
podían ver incluso algunos pelos saliendo de su entre pierna, y mis
manos cada vez más cerca de ella, era cosa de segundos para tocarle
disimuladamente la concha a mi suegra y así fue. Unos cuantos masajes
más y uno de mis dedos llegó a sentir esos pelos, sintiendo de su parte
un leve gemido que no pudo ocultar, un nuevo movimiento de mi mano en la
misma parte y su silencio, hasta que el tercero ya descaradamente le
tocó su sexo.
No
podíamos ocultar lo que estaba pasando, ambos estábamos disfrutando de
ese erótico masaje, ella en silencio trataba de acallar sus quejidos,
pero un nuevo y más descarado roce de mis dedos no puedo aguantarse y un
quejido de placer escapó de su boca.
Ya con
este , me descontrolé y descaradamente con un dedo empecé a tocar su
sexo, sintiendo de inmediato lo mojado que estaba sin que ella dijera
nada, solo sus gemidos. Pero cuando se lo introduje un poco, recién ahí
reacciono, moviéndose incomoda, diciéndome que lo dejáramos hasta ahí.
Sin embargo no conteste nada y continué buscando esa parte de mi
suegra, la que se movía incomoda al sentir invadida su concha ,
pidiéndome que me detuviera. Ya sin pensar en lo que hacía , con mi
mano completamente abierta toque esa vieja y húmeda concha , ya logrando
una completa reacción de parte de ella, la que se dio vuelta tratando
de escapar, pero al hacerlo no hizo más que calentarme aun mas , ya que
me mostro su peludo sexo y a pesar que trató de taparse sus tetas, una
de estas quedó expuesta.
Ya no
aguante mas y me abalancé sobre ella. Tomé una de sus manos y liberé
esa teta oculta, mientras ella desesperada trataba de soltarse de mí ,
pidiéndome un poco de cordura, que no podía estar pasando eso, pero yo
no escuchaba nada estaba luchando por llevarme una de sus tetas a la
boca , hasta que al fin lo conseguí , chupándosela muy fuertemente. Mi
suegra luchaba con pocas fuerzas tratando de detenerme, implorando que
la soltara, pero gimiendo de placer hasta que no aguantó más y dejó de
luchar, descansando sobre la cama, semi desnuda dejando que su yerno se
deleitara con sus enormes tetas. Embelesado con las tetas de mi suegra,
se las chupe con todas mis ganas, mientras mis manos recorrían todo su
cuerpo.
De ahí
fue todo una locura. En un momento mi boca soltó su enorme teta y buscó
sus labios, que de inmediato se abrieron, juntando nuestras lenguas,
fundiéndonos en un apasionado beso. Comencé a besarla con pasión ,
mientras mis manos recorrían todo su cuerpo, sintiendo su agitada
respiración y sin oponer ningún reparo mientras trataba de bajarle por
completo su pantalón.
No paso mucho rato cuando mi suegra
estaba completamente desnuda de la cintura hacia abajo , y solo un poco
más para que rápidamente fuese yo mismo despojándome de mi ropa. Al fin
completamente desnudo sin separar en ningún momento mis labios de su
cuerpo, saqué por arriba la última prenda de mi suegra quedando
completamente desnudos abrazándonos, tocándonos y besándonos. MI manos
abierta le restregaba su sexo fuertemente, habiéndola retorcerse de
placer, solo a veces dejaba de besarme para decir que esto no estaba
bien , pero volvía a entregarse al placer de sentirse acariciada por su
yerno.
Sin más preámbulo me monté sobre ella y
separándole las piernas la penetré. Un ahogado grito en mi oído, sus
manos apretándome la espalda, sintiéndose penetrada nuevamente luego de
años de abstinencia. Con sus piernas recogidas, sin soltar mi espalda,
dejó que su yerno metiera y sacara su verga de su concha causándole
placeres olvidados. No fue mucho lo que duramos, no hubo poses, ni sexo
oral, ni nada. Solo yo metido entre sus piernas, afirmándome de sus
grandes nalgas, penetrándola una y otra vez mientras le chupabas las
tetas. No creo haber durado 5 0 7 minutos cuando mi suegra comenzó a
acabar lo que me descontroló y comencé también a descargarme dentro de
ella. Fue algo muy morboso, follarme a mi propia suegra en mi casa.
Al acabar, me hizo correrme hacia el
lado, estaba muy nerviosa, alterada, se recriminaba de cómo había podido
llegar hacer algo así por más que traté de calmarla no fue posible.
Mientras lo hacia se levantó, tomó sus ropas y se fue del cuarto. Me
quede algo asustado de lo que podría hacer mi suegra, obviamente no le
podría contar a su hija, pero por su forma de ser , era fácil que mi
mujer se diera cuenta de que algo había pasado.
Afortunadamente mi suegra supo disimular
con un dolor de cabeza que la mantuvo en cama dos días y después mi
mujer no noto un gran cambio en ella … sin embargo, no fue la última vez
que tuve algo con ella.
0 comments :
Deja un comentario