La verdad es que no sé cómo comenzar esta experiencia, que por cierto
fue real, aún estoy perturbado ya que fue tan excitante como
trasgresora. Trataré de ordenar las ideas y ser lo más detallado
posible.
Antes de relatar los hechos debo aclarar que somos un matrimonio chileno
de 38 y 34 años, con hijos y siete años de casados, ambos profesionales
con buen pasar económico. Yo soy un tipo normal, caucásico debido a mis
antepasados europeos, de 1.76, contextura media. Mi esposa es blanca de
lindas facciones, cabello castaño, bajita de 1,52 pero de una figura
que llama la atención de los hombres, ya que tiene grandes pechos
(pezones de areolas grandes y rozadas), linda cintura, culito bien
formado y unas piernas bien torneadas que cuando usa mini y escote deja
babeando a muchos hombres en la calle, lo cual me calienta mucho. Debo
mencionar que para llegar a incursionar en un trío oral hubo toda una
experimentación sexual previa que no estaba dirigida a un encuentro con
terceros, si no que más bien eran solo fantasías de una pareja que se
lleva muy bien en la cama.
Para estas fantasías utilizamos juguetes, como consoladores realísticos,
para simular que ella practica sexo oral en un trío.
También
fantaseamos con que yo soy un vecino o un desconocido que la posee con
sus rudos amigos. Cuando estos juegos elevan su excitación al máximo,
ella me monta, poniendo su lindo culito en posición para ser penetrada
por mis dedos y dar rienda suelta a la fantasía de ser fornicada por su
vagina y ano a la vez. Debo aclarar que a ella no le agrada mucho el
sexo anal, debido a que se queja de las proporciones de mi pene, que aun
sin ser de enormes proporciones me dificulta penetrar su pequeño
orificio, es por esto que ella prefiere que le introduzca uno o a lo más
dos dedos en su culo. Estos juegos se han vuelto recurrentes en nuestra
vida sexual y un fetiche para ambos ya que eleva mucho nuestro
potencial sexual. No hay nada más calentón que escuchar a tu mujer gemir
de placer y pedir que todos los machos le den por todos los orificios y
se corran en su cara y sus tetas, esto la lleva tener unos orgasmos
explosivos.
Expuesto lo anterior relataré nuestro encuentro casual con un tercero.
Fue un caluroso día sábado de enero, dejaríamos a los niños con mi
cuñado y su esposa, iríamos a comer a un sushi bar de Plaza Ñuñoa y
luego ir a bailar a una disco. Durante el día le había pedido a mi
esposa que fuera vestida de forma calentona, que mostrara y resaltara lo
más posible sus curvas, que cuando llegara de ir a dejar a los niños
debía verse ojalá casi como putita. De vuelta, me encontré con una
esposa vestida muy al límite de lo socialmente aceptado; una polera
extremadamente escotada, que dejaban ver la mitad de sus tetas,
sujetadas por unos sostenes negros que dejaban ver el nacimiento de sus
pezones, se había puesto un mini negra extremadamente corta y ajustada,
la cual usaba sólo para nuestras fantasías caseras, unas sandalias de
terraplén pero altas en el talón que estilizó la figura y resaltaban su
culito, había maquillado sus labios de color muy rojo. Tenía un aire de
actriz porno de los 70`s, lo que me dejó realmente caliente, pero a su
vez asustado, ya que una cosa es vestirse en privado así y otra muy
distinta es salir de carrete con tu esposa vestida de prostituta. Pensé
que tal vez era mucho para la ocasión y que debía recatarse un poco, que
algún conocido la podría reconocer, no se vería bien una ingeniera de
bataclana en la calle. Como ven, estaba dudoso pero caliente. Todo
comenzó a tomar otro cariz cuando me pidió que revisara su conchita, lo
que dijo subiéndose la mini dejando al aire su sexo absolutamente
afeitado, mis bolas cosquillearon y mi pene se abultó rápidamente. Subió
una pierna a un sillín y me acerqué a revisar, moví sus labios
vaginales para un lado y otro revisando que no hubiese ningún pelo, abrí
también sus cachetes por si había alguno pero también había pasado la
afeitadora por ahí. Su conchita se veía como la de una quinceañera y
exudaba un excitante aroma, quise besar su rendija pero ella no me lo
permitió, me dijo que después tendría tiempo para explorar. A esa altura
mi pene me molestaba en el pantalón ya que estaba extremadamente
caliente. Le pedí que se pusiera una tanga que me encanta, es de tiritas
delgadas e hilo dental, por delante es un triángulo de color cebra muy
pequeño. Cuando se la colocó me preguntó si se vería al sentarse, le
dije que se sentara, lo cual hizo pero con las piernas cruzadas, le dije
que no se veía nada, mentí, se veía a un kilómetro el triángulo de
color blanco y negro, luego bajó la pierna para ver si se veía, tuve que
tragar saliva, no solo se veía el calzón, también se podía ver su
pelada concha separada por el hilo dental negro…le respondí: no se ve
nada quédate tranquila, ella dudosa y con cara pícara me dijo ¿seguro?.
La verdad es que estuve a punto de abortar la salida, ya era mucho, una
cosa es vestirse de puta, otra muy diferente es mostrar la concha en
público. Pero luego pensé, filo será por esta noche, si no lo hacemos me
arrepentiré de por vida, es solo un juego. Hasta ese momento ella se
veía muy segura, el inseguro era yo, estábamos llevando nuestra
intimidad hacia fuera de estas cuatro paredes y eso me tenía muy dudoso,
pero a su vez muy califa.
Una vez en el auto nos dirigimos a la Plaza Ñuñoa, en el camino no podía
evitar mirar a mi esposa, su escote se veía increíble, ese buen par de
tetas redonditas me tenían a full, pero lo que me tenía vuelto loco era
su entrepierna, la mini era tan corta que no alcanzaba a cubrir su
pequeño calzoncito, incluso se podía ver su monte de Venus absolutamente
rapado. Estacionamos en el subterráneo en el cual no había muchos
autos, nos bajamos no sin antes besar ese abultado escote. Caminando
hacia el ascensor me fui unos pasos atrás, quería ver a mi esposa en
todo su esplendor, su piernas se veían espectaculares y su culito
moviéndose de un lado para otro me tenía hipnotizado, la falda era muy
corta, si se agachaba un poco se le verían sus redondos cachetes y
probablemente su desnuda rajita. Ya en la calle nos fuimos tomados de la
mano, estaba algo más fresco, se estaba terminando de oscurecer, por lo
que ese sector de restoranes y bares no estaba muy concurrido.
Estábamos en la luz roja esperando cruzar, cuando un taxista se detuvo
frente a nosotros y se quedó mirando a mi esposa con una cara muy
morbosa, luego le tiró un beso muy sonoro y le dijo que estaba muy rica.
Yo en ese momento me puse tenso y le grité “sigue trabajando feo
culiao”. El tipo me miró y soltó una carcajada para luego decir “¿cuánto
te costo la maraca?” y aceleró. Ella me pidió que me calmara y yo quedé
emputecido. La miré y le dije, no ves que fue mucho, estás mostrándote
toda en la calle. Cruzando la avenida me dijo apretando mi mano que era
solo mía. Legamos al sushi bar, yo aún estaba ofuscado, en el lugar no
había mucha gente, de hecho casi nadie. Ella quería estar en la terraza
con vista a la calle, pero no se lo permití, no quería pasar la misma
rabia. Entramos, ella de mala gana accedió y nos sentamos en un rincón
alejados de un par de parejas, me volvió a pedir que me calmara, que al
fin y al cabo fui yo el que pidió que se vistiera así. Ella tenía razón,
pensé que no valía la pena seguir dándole vuelta al percance, era
nuestra noche y había que pasarlo bien. El lugar era agradable, no muy
iluminado, con mesitas y sillones de cuero de colores negro, blanco y
rojo. Atendían garzones jóvenes, a nosotros nos tocó un muchacho moreno
de buena apariencia y muy educado. Nos ofreció la carta y nos dio
algunas sugerencias. Pedimos un menú para dos, un tequila margarita para
ella y una cerveza para mí. Bajé la botella de un par de sorbos, lo que
me relajó y me hizo volver a estar caliente, recordé la entrepierna
rasurada de mi esposa y que en la posición en que estaba podía verse su
calzoncito y tal vez parte de su concha, eso me provocó una poderosa
erección. El muchacho cuando trajo los sushi no quitaba la vista de las
tetas de mi esposa, nos sonreía pero volvía su vista al escote. Ella lo
notó ya que le coqueteó con la mirada, eso me gustó, no era lo mismo que
con el taxista, acá nosotros controlábamos la situación. Luego de un
tequila margarita más para ella y un ron para mí nuestra calentura era
evidente, nos pusimos a besar enroscando nuestras lenguas, mis manos
estaban en la cintura de ella pero teniendo contacto con la parte baja
de sus tetas. Mi pene estaba que reventaba y sentía que la punta se
mojaba con fluido pre seminal. Mi esposa estaba con las dos piernas
abajo, por lo que pensé que debía verse su calzoncito y sus labios
vaginales. Miré alrededor por si alguien miraba, ahí estaba el garzón
mirándonos de reojo, haciendo que limpiaba el mesón del bar. Seguí
besándola apasionadamente, pero ahora mi mano estaba descaradamente
tocando sus tetas, ella no decía nada, pero su rápida respiración me
decía que estaba caliente. Ella me dijo al oído “parece que quieres
hacer un show al garzón”, lo miré de reojo y él bajó la mirada. Lo
tienes caliente, ves cómo te mira el pendejo, ella responde que sí. Le
pedí que entreabriera las piernas para que viera sus calzones, mi
intensión era que viera su almejita rasurada. Ella accedió dándome un
jugoso beso, desde mi posición podía ver el color cebra, pero también
uno de sus labios vaginales asomado tímidamente. El muchacho se agachó
un poco para ver mejor el espectáculo, yo miré alrededor por si había
alguien más viéndonos, como nadie más miraba dirigí mi mano a su concha y
comencé a descubrirla completamente, ella me dijo que me estaba pasando
de la raya, eso me hizo aterrizar y calmarme ya que habíamos ido ya muy
lejos. Jamás pensé que podíamos estar en esa situación, a lo más en
fantasías o en algunas pajas furtivas, pero esto era la realidad y se
nos podía salir de control. Yo a esta altura me encontraba excitadísimo,
en lo único que pensaba era en culeármela donde fuese. Mi esposa fue al
baño a arreglarse y acomodar sus ropas mientras yo pedí la cuenta, el
muchacho casi ni me miró, se notaba nervioso o incómodo, le dejé una muy
buena propia. Una vez fuera del restaurant, le pedí a mi esposa que se
fuera unos metros más adelante para mirarla, ella me pidió que por favor
no hiciera ninguna escena se celos, le dije que fuera tranquila
meneando su culo. Me fui varios metros detrás, el barrio estaba ahora
con mucha más gente, algunas mujeres que se fijaban en mi esposa
balbuceaban cosas y reían, probablemente hablando de cómo estaba
vestida. Hombres jóvenes y otros no tanto la quedaban mirando
calentones, otros se daban vuelta a mirarle el trasero, mientras yo
estaba caliente con la escena. Cuando subimos al auto yo estaba que
reventaba, no sentía ningún pudor, el estacionamiento estaba casi lleno
de autos y algunas parejas pasaban cerca de nosotros. Dudé en encender
el auto y sentí que mi esposa me miraba con duda, observé por el
retrovisor, unos tipos pasaban a lo lejos, me decidí, saqué rápidamente
mi miembro endurecido y le dije que me la chupara, que no aguantaba más,
ella miró a todos lados agarrándomela y me pidió que le avisara si
venía alguien, luego se agachó a darme una feroz mamada. Sentía que era
la mejor chupada de mi vida, el lugar era excitante y mi esposa estaba
muy puta. Mis huevos estaban que reventaban, sabía que no duraría mucho,
necesitaba aliviarlos. Ella emitía unos gemidos suaves y decía que
estaba muy rica y dura, se puso con las rodillas en su asiento, lo que
dejaba su culo casi totalmente al aire, los agarré, sobe, les di de
palmadas, acaricié su ano, pensé que si llegaba el tipo del auto de al
lado, se llevaría un espectáculo infartante al ver ese tremendo trasero y
su rajita casi a la altura de la ventana. Me calentó la idea de que nos
vieran en el auto mientras me la chupaba. Ella sorbía ruidosamente mi
pedazo de carne y masajeaba las bolas cargadas. Sentí que era inevitable
soltar los chorros, le dije que fuera suave, que ya me venía, a lo que
ella respondió que le diera toda la leche. Miré por el retrovisor por si
había gente y con un gemido ronco comencé a descargar semen en
abundancia en la boca de mi puta, la que gemía a cada descarga en su
boca. Cuando acabé completamente le pegué una fuerte nalgada y le dije
que era una verdadera puta chupa penes. Ella se alzó y me miró con una
excitante cara de caliente, tenía semen en la cara y un largo y espeso
chorro en su pelo, entreabrió su boca, la cual estaba llena de semen, la
cerró y tragó todo, con sus dedos se ayudó a arrastrar los restos de su
cara a la boca, luego nos dimos un caliente y mojado beso, después eché
mi cabeza hacia atrás exhausto, viendo por el espejo lateral que una
pareja de adultos mayores pasaba lentamente por detrás de nosotros
mirandonos, tenían una cierta cara de sorpresa, yo sonreí pero no le
dije nada a mi putita. Mientras ella se limpiaba el pelo con un pañuelo
yo pensaba en donde ir, aún era muy temprano para ir a bailar, además yo
seguía caliente y muy probablemente mi esposa también. Ella me preguntó
si nos iríamos a la disco ahora, a lo que respondí que era temprano y
si le parecía ir a un Drive In, ella rió y me preguntó si yo seguía
caliente, a lo que respondí afirmativamente, ¿y tú? Le pregunté, ella
dándome un beso me dijo: mucho.
Hacía tiempo que no visitábamos uno de esos lugares, había uno que
visitábamos regularmente cuando éramos pololos y que se llamaba Drive In
Sarao en Las Condes, pero fue lamentablemente cerrado. Cuando no
teníamos mucha plata pero sí un auto, estos sitios servían para tener
sexo sin que te molesten, además de beber algo. A nosotros siempre nos
ha calentado tener sexo en el auto, tal vez no sea cómodo pero sí es muy
excitante. Ahora nos dirigíamos a uno que queda en Avenida Vicuña
Mackenna, el servicio no era muy bueno pero servía para botar tensiones o
calentura acumulada. En el camino, turnaba mi mano con pasar los
cambios del auto y jugar con la concha de mi puta esposa, la cual estaba
muy mojada. Le pedí que se sacara los calzones, a lo que accedió sin
titubear, se notaba que estaba caliente, le pedí que asomara los pezones
a través de su escote, a lo que también accedió, así recorrimos el
camino al nuestro destino mientras ella me agarraba el paquete. Antes de
llegar, decidí pasar a comprar cigarros, más que por las ganas de fumar
era para cambiar de puesto, yo había ideado un juego caliente mientras
manejaba: Debido a que nuestro voyerismo de la noche me tenía excitado
decidí seguir con el juego y aprovechar que mi esposa se estaba
mostrando sin recato. La idea era que ella condujese hasta el Drive In y
que la persona que nos llegase a atender le viera sus tetas y su
conchita y ver su reacción. Cuando bajé del auto a comprar, le pedí que
se cambiara de puesto sin bajarse del auto ya que así no se cubriría las
tetas tapando sus ricos pezones. Le dije que no tenía ganas de seguir
manejando, ¿qué te propones? preguntó riendo, ya verás respondí
cerrándole un ojo.
Entramos al Drive In por el costado de una casona, antes de
estacionarnos vi que en la entrada había dos tipos, uno muy joven y otro
relativamente viejo. El último nos indicó con una linterna hacia donde
debíamos dirigirnos. Busqué un lugar medio apartado sin vecinos cerca,
pero rodeado de muchas plantas. Todos los vehículos estacionados estaban
con los vidrios traseros empañados y en algunos se veían siluetas
moverse acompasadamente en su interior, lo que me provocó mayor lujuria.
Una vez estacionado comenzamos inmediatamente a besarnos y manosearnos,
como dije anteriormente, las tetas de mi esposa estaban al aire y su
mini no tapaba su pelada concha. Por experiencia sabíamos que la gente
que atiende no se demora más de dos minutos en aparecer. Mi corazón
latía fuertemente, estaba nervioso pero excitado, en un momento ella me
dice que paremos ya que va llegar el garzón, a lo que repliqué que no
importaba, que viera lo linda que es mi mujer, entre besos y manoseos
ella rió me dijo que estaba loquito, para luego introducir su lengua en
mi boca. El corto rato se me hacía eterno, entre el manoseo de su
entrepierna y las tetas miraba hacia atrás para ver si aparecía alguien,
pero no pasaba nada. De pronto, en el momento que chupaba y
mordisqueaba sus grandes pezones, alguien golpeo la perta trasera del
lado del piloto. Miré hacia atrás, y vi una sombra de pie junto a esa
puerta, mi esposa quiso taparse instintivamente las tetas y juntar sus
piernas pero en voz suave le dije que no lo hiciera a lo que respondió
con una sonrisa pícara “bueno amor”. Ella bajó la ventana y el tipo se
acercó, nosotros teníamos la luz interior apagada, por lo que imaginé no
se vería mucho desde fuera. Yo sólo podía ver en la penumbra parte de
su camisa clara y sus pantalones, su rostro no lo podía ver desde mi
posición. Aún así algo tiene que haber visto, ya que cuando mi esposa lo
saludó él respondió tosiendo de forma notoriamente falsa, estoy seguro
que podía ver a lo menos sus tetas. Nos dijo que debíamos pagar una
entrada que incluía dos tragos, pedimos dos cervezas. Debíamos pagar por
adelantado, por lo que debía hurgar en mi billetera, como estaba oscuro
tuve que prender la luz interior, cuando lo hice todos los atributos de
mi putita salieron a la vista, ella colaboró enderezándose para que
resaltaran ese par de tetas preciosas, el tipo volvió a toser y a
rascarse un brazo. Traté de ser lento en sacar la palta para que él
pudiera mirar lo más posible. Mi esposa lo miraba de vez en cuando, pero
lo mejor fue cuando entre abrió sus piernas, el tipo piso su mano en la
puerta junto a mi mujer y con la otra hizo ademán de tocarse el
paquete. Nerviosamente extendí un billete, él lo tomó, se quedó unos
segundos parado, dijo que ya volvía y luego se fue. Mi esposa me miró
con cara de reproche pero riendo y me preguntó que si ahora yo estaba
feliz, que en el restauran le mostró su conchita a un pendejo y ahora le
muestra todo a un señor que está a sólo un metro, le respondí que
estaba muy feliz y muy caliente. Al preguntarle qué cara tenía el tipo,
me dijo que abrió los tremendos ojos cuando prendí la luz y que con cara
de caliente movió la cabeza para mirar mejor la rajita de la concha,
¿te calentó? pregunté, a lo que responde que desde los manoseos del
sushi bar es que está caliente. Pues bien, ahora vamos a seguir con el
show, nos vamos a besar y manosear, cuando él llegue le vamos a dar un
espectáculo que no olvidará. Enseguida la besé y nuestras manos se
descontrolaron, bajé por fin a su calva vagina y comencé a lamer
suavemente, sus labios estaban hinchados y su abertura muy jugosa
denotando su extrema calentura. Luego subí a besar sus tetas mientras
ella luchaba por desabrochar mi pantalón, la ayudé y ella comenzó a
hacerme una rica paja, mientras yo pasaba la lengua suavemente por sus
pezones, los que a esta altura estaban duros y paraditos. En ningún
momento apagamos la luz interior a la espera del tipo, el que según mi
esposa debía tener cerca de sesenta años. A los minutos el tipo volvió,
ya que sentimos que golpeó la ventana trasera, no hicimos caso y
seguimos en lo nuestro, se acercó carraspeando para hacerse escuchar
pero nosotros continuamos en lo mismo.
Cuando se puso junto a la ventana con una bandeja en las manos sólo mi
esposa lo miró, yo seguía con un pezón dentro de la boca y con la otra
jugaba con la concha. El tipo emitió una especie de bufido animal y nos
miró por alrededor de uno o dos minutos, hasta que dejó la bandeja sobre
el techo de auto. Luego con una mano se empezó a tocar sin pudor el
paquete, observé a mi esposa quien no paraba de alternar la mirada entre
el paquete del tipo y su rústica cara, pareció que en ese momento yo no
existía para ella. El desconocido hizo el ademán de tocar un pecho de
ella, pero rudamente le dije que no, que solo debía mirar sin tocar. Me
llamó la atención que la muy puta no realizó ningún gesto de rechazo a
esa mano intrusa. De pronto ella empezó a pajearme de forma dura y me
dijo bruscamente “te la voy a chupar”, hice el respaldo de mi asiento
para atrás y ella se acomodó para darme placer, como estaba semi
sentada, le pedí que parara el culo para que éste quedara frente al
tipo. Ahora, desde mi nueva posición podía ver al desconocido, aun que
su cara no se veía muy bien ya que estaba fuera del rango de la luz
interior. Con el tremendo espectáculo del culo de mi esposa, que estaba
desnudo, parado, rasurado y su ano a la vista del tipo, éste no dudó en
bajarse el cierre y sacar su miembro. Me llamó la atención su pene, ya
que si bien se veía de tamaño normal, la cabeza de éste era
desproporcionada y muy blanca. Él comenzó a masturbarse mirando
lascivamente el culo de mi puta. Ella al ver que el tipo tenía toda su
verga afuera no paraba de mirarlo, es más, cada vez que ella lo miraba
éste sacaba la lengua y la sacudía dirigiéndola a su culo, esto nos
tenía calientes. El hombre tenía los pantalones a la rodilla y se tocaba
entero, se apretaba las bolas, pellizcaba sus pezones, se movía como
copulando con mi puta, ponía caras realmente degeneradas. Mi esposa que
había estado en silencio mirando al garzón y chupándomela, comenzó a
acariciarse los cachetes y a mover las caderas como si la estuvieran
fornicando a lo perrito, signo de que ahora quería algo sólido dentro de
su concha. Pensé que tal vez la muy caliente quería que se la mandara a
guardar el viejo y no yo. De un momento a otro ella se incorpora, se
recuesta en su asiento de medio lado, ofreciéndome su culito para que la
gozara, pues así hice. Sin dificultad introduje mi pene por su húmeda
rendija, emitiendo ella un rico gemido de placer. El personaje seguía en
lo suyo pajeándose y blandiendo su cabezón pedazo de pico. Mientras
bombeaba la rica concha de mi puta, reparé en que la cara de ella había
quedado a la altura de la ventana frente al pajero, por lo que mientras
yo se la metía y sacaba, ella gemía y mordía sus labios mirando con
lujuria ese miembro a medio metro de distancia. El tipo nuevamente se
afirmó de la ventanilla del auto muy cerca de las tetas. Ella le tomo la
mano y se la posó en el pecho derecho, esa escena fue tan caliente que
mis bombeos fueron más rápidos, me acerqué al hombro de mi esposa para
ver mejor cómo le tocaba las tetas. Los dedos del hombre se fueron
directo a masajear los pezones, mientras ella gemia y le pedía que le
tocara las tetas fuerte, ante esto el desconocido comenzó nuevamente a
bufar y a susurrar que estaba rica. Yo estaba sudando muchísimo y me
sentía como soñando, como que lo que pasaba no era realidad, estaba
gozando como loco, esto era muy distinto a nuestras fantasías, ¿pero
hasta dónde podía llegar este acto?
Chúpale las tetas a mi esposa le dije roncamente y él sin dudarlo se
acercó, mientras la muy puta se acomodó sin oponerse. El tipo pareciera
que no lamía unos buenos pechos hacía tiempo, estaba desesperado, mi
esposa le pedía suavidad cuando se ponía desesperado. La imagen era
calentona, había un tipo desconocido chupando las tetas de mi esposa
frente a mí, los rozados pezones de mi amada desaparecían en las fauces
de este bruto, el cual dejaba baba por todos lados. En un par de
ocasiones el tipo tuvo que escabullirse entremedio de las plantas, ya
que pasaban autos con parejas buscando dónde estacionar y así evitar ser
visto, escena que imprimía más picardía a nuestro goce. Luego de estar
algunos minutos chupando tetas, el tipo se incorpora y comienza a
pajearse a pocos centímetros de la cara mi esposa, yo había bajado la
intensidad de mis movimiento y observaba a mi esposa, esa verga y su
punta mojada con los pensamientos más porno que podía tener y
probablemente ella estaba en concordancia con mis fantasías, ya que
mojaba sus labios y no paraba de mirar esa velluda masa de carne y sus
colgantes bolas de viejo. El bruto comenzó a ensalivar con escupo la
freak cabeza de su campeón mientras la cubría y descubría con la mano.
El rostro de él estaba enrojecido, de sus sienes canosas corrían gotas
de sudor y su rostro estaba desencajado, hasta que con voz temblorosa le
pidió que se la “chupara por favor”, reiteró que era limpio y que hace
mucho tiempo que nadie se lo hacía, dudé una milésimas de segundo, ella
ni siquiera me miró y le dijo suavemente “dámela” abriendo su boca y
sacando levemente la lengua. El tipo rústico se acercó pasando su
bomberil miembro por la ventana y mi esposa lo recibió con suaves
lamidas en la cabeza, mientras él emitía sordos gemidos de placer. La
cabeza de ese miembro apenas cabía en la boca de mi esposa, era
realmente grande semejante a un huevo y el orificio era también fuera de
toda proporción, el cuál parecía que fuera a vomitar semen en cualquier
momento. Ahora mi esposa se ayudaba con una mano como si fuera una
experta actriz porno y de vez en cuando premiaba mis investidas con
húmedos besos. Mi esposa abrió la puerta para facilitar la mamada, a lo
que el hombre mayor aprovecho para masajear torpemente la concha
penetrada por mí, de vez en cuando yo sentía sus toscos dedos tocar mi
resbaloso tronco. Ella en tanto gozaba tremendamente, dado su rostro que
expresaba las mil sensaciones que debía sentir, de vez en cuando sacaba
el curioso pene del tipo y lo miraba con mucha lujuria como si fuese un
trofeo, para luego seguir chupando más fuerte y duro. Nuestro
improvisado compañero ya daba claras señales que no resistiría mucho
más, sus brazos y piernas estaban tensos y su torvo rostro expresaba que
muy pronto se vendría. En poco segundo comenzó a gemir y a reproducir
sucias palabras a mi esposa: puta, chupa, maraca, cómetelo, perra, entre
otras que no recuerdo. Me acomodé con mi verga aún dentro de ella para
ver el espectáculo que sabía debía venir. El rústico se encorvó y sacó
su cabezón miembro de la boca de ella, realizó unas cuantas sacudidas a
pocos centímetros de la boca emitiendo sordos gemidos, mientras ella
golosamente abrió su boca y puso su lengua en posición de recibir leche.
Yo en tanto miraba con nerviosismo la escena, me parecía que el extraño
glande había adquirido mayores proporciones y su gran ojete se había
abierto aún más, de pronto, al igual que si fuese una jeringa comenzó a
emitir violentos borbotones de blanquecina y espesa leche, los que iban a
parar en la frente, nariz, boca y lengua, su pelo tampoco se salvó. Los
chorros no paraban de salir, mientras que la muy puta le pedía que le
diera todo el moco. Había visto en películas exageradas corridas, pero
me pareció que esta le ganaba a todas ya que cerca de un minuto estuvo
expeliendo semen sobre la cara y boca de mi amada puta, mientras ella
como podía trataba de atrapar los chorros con su boca. Cuando la bestia
acabó por completo, comencé a darle rápidas embestida a la maraca, sin
perder detalle de esa tierna carita, empapada de perlina viscosidad que
pesadamente se deslizaba hacia su barbilla. Yo estaba que explotaba de
placer, mis bolas estaban nuevamente muy cargadas. Retiré mi pene
rápidamente, ella se recostó en el asiento y me acomodé para venirme en
sus tetas y cuerpo, mientras ella acariciaba mis bolas retiré toda la
funda mi campeón hacia atrás y con un sordo gemido comencé a tener el
mejor orgasmo de mi vida. Mis chorros si bien no eran tan espesos y
abundantes como los de mi antecesor, igual lograron caer en las tetas y
cara de mi meretriz. El tipo que aún estaba afuera viendo la escena, se
tambaleaba y trataba de subir el pantalón dificultosamente, una espesa
gota colgaba de su ahora arrugado miembro. Me acomodé pesadamente en el
asiento exhausto, mi esposa no estaba en mejores condiciones y estaba
lánguida, su cuerpo brillaba de semen y sus ojos estaban cerrados.
El viejo sin decir nada se fue lentamente, tomé la mano de mi esposa que
entrelazó a la mía, estuvimos un largo rato sin decir nada, de fondo en
la radio se escuchaba everybody´s gonna learn sometimes del grupo
Korgis, era el fin de una improvisada noche de sexo extremo.
Mi esposa Cristina le chupo la pija a un desconocido
Posteado en Beso Negro , Confesiones , Infidelidades , Sexo Oral , Voyeur en por Esperanza
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