Eran ya las doce y
media cuando decidí que la fiesta había terminado para mí, llevaba ya
cuatro horas y ni puta idea del número de cervezas que me había tomado.
No hice caso de las suplicas de mis amigos para que me quedara, sí, como
saben que después de cierto grado de inconsciencia termino
agradeciéndoles el patrocinio de los tragos con desfiguros en los que,
les dejo a la vista mis grandes tetas, mi coño rasurado o mi culito
tragándose el hilo de mi tanga o en el mejor de los casos (para ellos)
las tres cosas, fueron bastante insistentes aunque para su pesar, sin
éxito.
Mi casa está
cerca de la cantina Los Dos Amores donde siempre me voy a meter, me
agrada por la cercanía y porque es barato. Entré con el cabello
enmarañado, la pintura de los ojos corrida y la tanga metiéndoseme de
manera molesta por mi conchita. Para mi desgracia, me encontré con y
Julio, los amigos de toda la vida de Toño, mi primo con el que vivo
desde hace un año, quienes desde hace unos meses que entraron a la
universidad, rentan un cuarto de la casa, tomando una botella de tequila
y escuchando música de banda a todo volumen.
Cuando me vieron
entrar se quedaron callados, pero cuando se dieron cuenta, por mi
dificultad de cerrar la puerta, del estado en el que iba, continuaron en
los suyo y hasta me invitaron una copa. Sin contestar ni reprimirlos
por el escándalo como acostumbro, me fui directo a mi recamara.
No sé cuánto
habrá pasado desde que llegué y me quedé dormida hasta la hora en que
unas enormes ganas de vomitar me hicieron levantarme, corrí al baño y
traté de expulsar, sin lograrlo, todo lo que había tomado, ahí, tumbada
en el piso con la cabeza metida en el retrete fue como me encontró
Julio. “¿Estás bien Mary?” me preguntó o intentó preguntarme con su voz
de borracho. No le contesté, era un escuincle al que no le iba a contar
mis desmadres y menos cuando él estaba igual de alcoholizado que yo,
pero cuando resbalé tratando de levantarme, entonces sí agradecí su
ayuda.
“Ay ay ay ay ay, con cuidado que sí me metí un putazo”
“¿Dónde, dónde te pegaste? ¿Estás bien?”
Enseguida llegó
aparentemente preocupado por el golpazo que cimbró las ventanas de la
casa, “¿Qué pasó se escuchó un madrazote?”, dijo agarrándose del marco
de la puerta del baño, “es que Mary se cayó, ayúdame a llevarla a su
cuarto, tú agárrala de los pies y entre los dos la cargamos, una, dos,
tres…”. No tengo la más mínima idea de cómo lograron llevarme a mi
recamara si apenas podían mantener el equilibrio de sí mismos, pero lo
hicieron, yo estaba aturdida por el golpe y el alcohol, lo único que
quería era dormirme.
Una vez
depositada en mi cama, Julio le dijo a que él se encargaría de
acomodarme, que mientras le preparara otra cuba y que enseguida lo
alcanzaba, pero apenas se vio solo en mi habitación, fingiendo
acomodarme aprovechaba para amasar mis tetas, a mi me daba lo mismo como
cuando les enseño el chocho a mis amigos en la cantina, luego me quitó
los zapatos, “te voy a desvestir para que duermas mejor”, me dijo
nuevamente atropellando sus palabras, entonces desabrochó mis jeans, se
le miraba ansioso, con la cara colorada y las manos temblorosas, a
diferencia suya yo no soy una niña y de inmediato supe por dónde iba la
cosa, hecho que comenzó a mojarme la almeja como no tienen idea.
Con desespero me
bajó los pantalones para encontrarse con mi panocha mojada comiéndose
aún mi tanga rosa, puso una cara de pendejo y yo le abrí las piernas
como una puta lo más que pude, no la pensó dos veces, cerró la puerta y
se bajó los pantalones con todo y calzones, dejando al aire una verga
mediana, delgada pero dura como una piedra, mirando ese manjar, me mordí
los labios y le pedí que por favor me la metiera, sacándome por fin la
tanga de entre los labios y corriéndola a un lado para que él pasara,
arrojándose sobre mí entró sin dificultad, yo sentí maravilloso como me
llenaba mi agujerito con su pito, de inmediato comenzó a bombear fuerte,
su aliento etílico se mezclaba con el mío, recargando los pies en el
colchón me impulsaba para menear mis caderas y exprimir aquel tronquito
de carne lo que pasó casi enseguida, sentí sus espasmos dentro y luego
su semen descargando, bufo casi en mi oído para salirse igual de rápido
que como entró, “estás bien buena pinche Mary y coges como puta” me dijo
mientras se guardaba el pito en los pantalones para luego salir del
cuarto.
Escuché la puerta
del baño cerrándose, lo único que ese escuincle logró fue dejarme
arrecha y empapada de mecos que se me salían del coño, me escurrían por
el culo y mojaban mi colcha, con ellos mojé dos de mis dedos y comencé a
recorrer mi concha, a dedearme. Fue entonces cuando entró, al igual
que su amigo, comenzó a desabrocharse el pantalón y éste, sin quitarse
los calzones se me echó encima, me la metió igual sin previo aviso.
“¿Para mí no hay
nada putita? Sí, claro que lo hay, si tienes una panocha bien grande
para darnos placer a todos los de esta casa ¿verdad?” sus palabras
hacían que me calentara aún más, le mordía el cuello, lo jalaba de las
caderas para que me la metiera más “sí papi, este hoyito es para que me
den bien duro, ándale, chúpame las tetas” le pedí alzándome la blusa y
sacándomelas, siendo obedecida de inmediato. Para mi buena suerte, se
movía mejor que Julio, me tenía con las piernas bien puestas al aire,
mamándome las tetas y apretándome el culo con una mano, cuando me vine
le mordí el hombro y él aceleró las metidas de verga hasta terminar
vaciándose en mi cuquita, todavía le dio unos jalones a su verga ya
afuera para dejarme bien batida de leche, se guardó su cosa, apagó la
luz y se fue a seguir la fiesta, yo, escurriendo de semen me quedé
dormida bien abierta de patas.
El resto de la
noche no sé cuántas veces habrán vuelto, apenas recuerdo sus siluetas
pasándome sus pitos por la cara, las nalgas y obvio, por mi panochita a
la que nunca le quitaron la tanga.
Mis inquilinos me follaron ebria
Posteado en Beso Negro , Heterosexual , Infidelidades , Maduras , Sexo Anal , Sexo Oral , Vecinas en por Esperanza
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