Era un mujer madura de veintiocho años con unos hermosos ojos verde
olivo, profundos y sensuales que cuando los iluminaba el sol hacían
resaltar cada rasgo de su rostro perfectamente delineado: una nariz
pequeña y bien perfilada; una boca chica de labios gruesos y carnosos
que siempre estaban ligeramente pintados por un brillo labial y que al
sonreír dejaban ver unos dientes blancos y perfectamente alineados; unas
orejas pequeñas y que dejaban verse cada vez que recogía su largo
cabello ondulado y castaño pasándolas detrás de ellas, o sujeto por un
listón a veces blanco y otras rojo.En un día normal en la prepa, mi maestra siempre llevaba vestidos sin
mangas de colores pastel, lisos, unos diez centímetros por encima de la
rodilla, perfectamente ajustados y que delineaban su hermosa figura y
siempre remarcaban su ropa interior lo cual, a mí en particular me
provocaba mucha excitación en mi imaginación. Su torso era perfecto:
unos hombros bien formados dejados al descubierto por el vestido y que
mostraban la perfección de sus brazos que finalizaban en sus manos bien
cuidadas y con unas uñas medianas y siempre bien pintadas. Al bajar para
observar sus brazos irremediablemente había que detenerse a observar
sus pechos, redondos y bien marcados y que se dejaban entrever en un
breve medio escote del vestido y que me hacían soñar más allá de lo
imaginable. Cada que se escribía algo en la pizarra dejaba ver una
espalda hermosa y de piel blanca aterciopelada. Y toda esta perfección
remataba en un abdomen plano y que por causa del vestido dejaba ver la
única imperfección tan perfecta que tenía: su ombligo marcado por debajo
del vestido.
Pero para mi lo más delicioso de mi maestra eran sus caderas y su
hermoso trasero, las cuales -puedo asegurar ahora-, ella sabía que eran
su mejor arma ya que se observaba cómo se deleitaba al moverlo y saber
que todos nosotros, los alumnos, nos quedábamos mirándola con deseos y
excitación de pubertos. Sus piernas estaban perfectamente delineadas en
esos muslos fuertes que inmediatamente después del vestido dejaban verse
a flor de piel y que continuaban en unas pantorrillas bien marcadas a
causa de los zapatos de tacón medio que remataban sus pies.
Una diosa...
Yo sé ahora que mi maestra le encantaba sentirse observada y deseada.
Cada que entraba al salón de clases se movía con mucha cadencia y
esbozaba una hermosa sonrisa sabiendo que todas las miradas de "sus
muchachos", como decía, estaban sobre ella. No contenta con saberse
deseada, siempre tenía la hermosa costumbre de sentarse sobre el
escritorio, el cual se situaba sobre un escalón a especie de templete de
modo que quedaba por encima de toda su audiencia. Esta de mas comentar
que las primeras bancas frente al escritorio eran las más peleadas y
cotizadas en el salón ya que, además, mi maestra siempre acostumbraba,
una vez sentada sobre el escritorio, cruzar las piernas y dándonos a
todos nosotros el delicioso espectáculo de poder mirar un poco más de
piel aterciopelada de sus muslos que se escondían debajo de su hermoso
vestido.
Por esta razón, cada día que el horario indicaba clases de biología, que
generalmente era en la tarde y la última hora, procuraba sentarme
frente a su escritorio y mostrarme lo más solícito posible para que ella
pudiera, de alguna manera, notar mi presencia no solo con mis tareas
sino en el uniforme bien planchado y con un perfume especial. Ella se
daba cuenta de eso ya que siempre me pedía que le ayudara a colocar su
rotafolio, o material para la clase, o a calificar tareas de otros
compañeros. Eso sí, junto a ella. Eso me daba la oportunidad de estar
muy cerca de mi maestra, sentir su aroma y algunas veces su calor, y
platicar de varios temas: la escuela, la familia, su materia, mis
aspiraciones. Mi maestra se había convertido en mi amor platónico y
nunca pasó por mi mente que algo pudiera pasar con ella más allá de mi
imaginación.
Hasta ese día...
Ella llegó con un vestido azul turquesa que se entallaba perfectamente a
su cuerpo, aunque esta vez no había muestra de que hubiera ropa
interior ya que no se marcaba; esto por supuesto que logró hacerme
divagar y excitarme. Sin embargo, a diferencia de otros días llegó muy
seria y podría decirse que casi disgustada por alguna situación, razón
por la cual únicamente se situó detrás de su escritorio, se sentó en su
silla y dio la indicación de realizar varias páginas del libro de texto
en las cuales habían muchos ejercicios e investigaciones. Todo en el
salón era silencio. Algunos de mis compañeros empezaron a comentar, en
voz baja, que esta vez no habría deleite de pupila por lo que la mayoría
optó por solicitar a la maestra salir a la biblioteca a realizar los
ejercicios o para consultar libros adicionales a los temas de
investigación. Yo sin embargo, decidí quedarme pues además de desear
contemplarla, estaba algo preocupado por lo que le sucedía, así que me
acerqué a ella presentando primero las soluciones de algunos ejercicios,
haciendo algunos comentarios sobre dónde encontrar información de las
investigaciones y después de unos momentos aprovechar para preguntarle
en voz baja si tenía algún problema:
- ¿Maestra se encuentra usted bien? – le pregunté.
- No, la verdad no me siento bien – me respondió -, acabo de tener una
discusión algo fuerte que me dejó enojada y a la vez triste.
- Ya no esté enojada maestra y cuente conmigo por si hay que golpear a
alguien; solamente avíseme y con todo gusto - le respondí a son de
chiste y con una señal del puño, sin ningún otro afán que alegrarla. Y
rematé…
- Estoy para servirle en lo que usted desee.
Ella me miró fijamente y esbozo una hermosa sonrisa que hizo que mi
corazón empezara a latir muy fuerte. Le devolví la sonrisa y muy
nervioso me dirigí a sentarme. En ese momento ella se levantó y para
deleite de los escasos tres compañeros que quedábamos –yo al frente del
escritorio y los otros dos más lejanos- se subió al escritorio y comenzó
a platicar con nosotros muy amenamente. De vez en cuando cruzaba sus
piernas de un lado otro sin ser tan obvia, dejándome casi sin aliento
al observar mucho más allá de lo que nos tenía acostumbrados.
Sonó el timbre y para desilusión mía ella se bajó del escritorio y
dirigiéndose hacia sus papeles comenzó a acomodarlos alistándose para
salir del salón; yo por mi parte estaba tan excitado que intentaba por
todos los medios alejar las últimas imágenes de ella sentada sobre el
escritorio y que quedaron grabadas en mi mente, a fin de disminuir la ya
muy obvia erección que tenía debajo de mis pantalones. En ese momento
pude observar como mi maestra de reojo me miraba y sonreía sensualmente
situación que logro ponerme nervioso y bajarme inmediatamente la
excitación.
En el momento en que mis dos compañeros y yo estábamos a punto de salir
del salón, ella se volteo hacia mí y de nuevo con esa bella sonrisa en
su rostro me preguntó, al mismo tiempo que se mordía el labio inferior:
- ¿Podrías ayudarme a llevar mis cosas a mi cubículo?
Con el corazón latiéndome a mil por hora le respondí:
- Por supuesto que si maestra, ya le dije que estoy para servirle y lo hago con mucho gusto.
- Que galante – me respondió. Creo que hay muy pocos jóvenes como tú,
tan buen estudiante y a la vez tan caballeroso, dispuesto y guapo.
- Lo hago con todo gusto maestra.
Y mientras respondía eso mi excitación regresó de tal modo que se empezó
a notar el abultamiento el cual no podía esconder pues teniendo las
manos ocupadas con sus papeles me era imposible bajarlos para cubrirme.
Mi maestra miró lo ruborizado que me encontraba y solamente logró
sonreír con cierta picardía.
Siendo la última hora ya no había nadie en el área de maestros y tan
solo el conserje estaba terminado de limpiar el último lugar de un
maestro y al vernos nos saludo y con la misma se despidió de la maestra
con un “hasta mañana”. Llegamos a su cubículo me pidió que acomodará sus
cosas sobre su escritorio al mismo tiempo que me decía que me daría
unos libros de donde saldría todo el material necesario para realizar
las investigaciones que horas antes había marcado y de donde aplicaría
el examen. Mientras decía eso se subió a una silla, pues los libros se
encontraban en una repisa superior y al darme vuelta solo pude observar
frente a mis ojos esas hermosas piernas bien torneadas y sus
pantorrillas marcadas al estar de puntas sobre los zapatos. En ese
momento comencé a fantasear y no pude darme cuenta que mí maestra me
observaba complacida; solo una pregunta logró sacarme de mi fantasía y
ponerme rojo de vergüenza:
- ¿Te gusta lo que ves?
Nervioso y titubeante respondí:
- Maestra… este… lo siento… perdón por mirarla… no pude contenerme…
Ella se bajó con lentitud y simulando trastabillar se dejó caer para yo
recibirla. Fue el primer momento en que pude abrazarla y sentirla tan
cerca de mí. Sentir su olor y su calor. Su respiración tan cerca. Su
cuerpo cálido y firme. La solté y me retiré pero mi excitación ya era
muy obvia. Ella dejó los libros sobre el escritorio, puso un CD de
KennyG en su grabadora – lo cual hacía siempre en su oficina mientras
leía o revisaba tareas-, y empujándome suavemente hizo que me sentará en
la silla que siempre tiene frente a su escritorio, se hincó entre mis
piernas y mirándome me dijo:
- Hoy me has hecho sentir muy bien al alegrarme el día. Me sentía triste
pero lograste devolverme el ánimo y la alegría y hacerme sentir
importante y que alguien se interesa por mí al punto de protegerme. Eres
mi mejor alumno y quiero recompensarte.
Yo estaba respirando a mil por hora. Empezó a desabotonar mi pantalón y a
bajar el cierre, me levantó de la silla y me quitó el pantalón
dejándome tan solo con el bóxer. Abrió mi camisa y me hizo sentar de
nuevo. Ahí sentado se me quedo observando y viendo mi erección por
encima del bóxer.
Se retiró de mí, cerró el cubículo con llave e inmediatamente se puso
frente a mí de espaldas y comenzó a bajar el cierre de su vestido hasta
llegarlo al principio de sus nalgas. En un solo momento lo soltó y para
mi deleite ¡no tenía ropa interior! ¡Quedó completamente desnuda y de
espaldas mostrándome sus deliciosas nalgas, blancas y firmes mientras me
miraba por encima de su hombro! Era la primera vez que veía a una mujer
desnuda y eso hizo que tuviera una prematura eyaculación. Ella, todavía
de espaldas, pudo ver como mi bóxer se humedeció y se sonrió por lo que
había logrado mientras yo estaba rojo de vergüenza.
- Veo que no pudiste contenerte y es normal por ser tu primera vez – me
dijo- pero no te apures, también se que por ser tu primera vez no
tardarás en estar listo de nuevo.
Y diciendo esto y al ritmo de la música comenzó a bailar tan
sensualmente, tocándose, acariciándose, levantando los brazos mientras
me dejaba contemplar todo su cuerpo, su espalda, sus nalgas, sus
piernas, sus pantorrillas. En el momento indicado se inclinó al frente
mostrándome, en todo su esplendor los detalles de su intimidad. Un culo
hermoso rodeado de sus blancas nalgas y formando un perfecto corazón y
en cuyo centro tenía su sexo rosado mostrando sus labios vaginales
hinchados y deliciosos.
Mi erección regresó y ella entonces giró para quedar de frente y pude
contemplar sus hermosos senos blancos, redondos, firmes y con unos
pezones erectos y con areola rosada. Levantaba los brazos y los sacudía
al mismo tiempo que me bailaba. Yo estaba extasiado. En ese momento se
hincó de nuevo entre mis piernas y bajándome el bóxer dejó salir mi pene
duro y firme para empezar a lamerlo con mucha delicadeza con la punta
de la lengua, limpiando los excesos del semen que aun tenía. Su lengua
daba vueltas sobre mi glande y luego la bajaba por el tronco hasta
llegar a mis testículos. Yo estaba con los ojos cerrados sintiendo las
maravillas que esta hermosa mujer me estaba haciendo. En un momento que
no esperaba engulló mi pene metiéndolo completamente dentro de su boca y
pude sentir el fondo de su garganta lo que me hizo abrir los ojos y
emitir un gemido de placer al mismo tiempo que ella, teniendo mi pene en
su boca, levanto la cara y me miro tan sensual y deliciosa.
Ella se dio cuenta de lo que me estaba haciendo y entonces comenzó a
chupar mi pene con una maestría indescriptible, metiéndolo y sacándolo,
de arriba hacia abajo, llenándolo de su saliva y recorriéndolo con más
facilidad. Lo chupaba, lo sorbía, lo lamía desde el tronco y hasta la
punta para metérselo de un solo golpe hasta el fondo de su garganta como
una experta y yo estaba a mil. En ese punto le dije que estaba punto de
venirme y ella aceleró el ritmo haciendo que tenga el orgasmo más
delicioso y placentero y mientras me sacudía sobre esa silla, ella se
bebía cada gota de mi semen exprimiéndolo hasta vaciarme completamente.
Pero ella aun no había terminado…
Me tomó de una mano y me levantó, acercó sus labios hacia mí y nos dimos
el beso más profundo y tierno del que pueda tener memoria. Mientras nos
besábamos, se sentó sobre su escritorio y reclinándose hacia atrás
subió sus piernas las cuales abrió de par en par dejándome ver
completamente su sexo: rosado, carnoso, con tan solo una línea de vellos
sobre él y del cual sobresalía un botón rosa. Entonces me dijo:
-Quiero enseñarte como debes dar placer a cualquier mujer y hacerte un
experto. Quiero que aprendas, mi amor, como desea una mujer ser amada.
Acércate a mí y recorre con tu lengua mi cuerpo.
Sobra decir que de nuevo mi pene estaba logrando tener una nueva erección ante tal solicitud de mi maestra.
Entonces me incliné sobre ella y puso sus manos en mi nuca y
dirigiéndome hacia sus labios nos fundimos una vez más en un beso, pero
esta vez más apasionado y lleno de placer. Sus manos me indicaron el
momento de comenzar a bajar por su cuello, sus hombros, sus brazos y
llegar hasta sus senos. Por instinto los recorrí con mi nariz haciendo
círculos sobre ellos y noté que eso le gustó pues se erizó toda. Seguí
oliéndolos. Olían tan exquisitos y en ese momento abrí mi boca y de la
misma manera como ella empezó lamiendo mi pene, comencé a lamer sus
pezones rosados y erectos. Primero el izquierdo y luego el derecho,
suavemente. Al pasar mi lengua ella soltaba gemidos muy bajos y entonces
comencé a chupárselos. Ella pasaba una de sus manos entre mis cabellos y
me aprisionaba sobre sus tetas como pidiendo que se las chupara con más
intensidad. Hubiera sido un deleite quedarme chupándolas hasta que su
voz me sacó de ese delicioso placer:
- Mi amor, ve bajando despacio hacia mi ombligo y hasta mi sexo. Quiero
que me chupes toda y que me lo comas. Quiero ser toda tuya y darte todo
lo que soy.
Mientras ella decía eso comencé a bajar con mi lengua en su abdomen y
lamí y chupe su ombligo el cual olía aun más delicioso que sus senos.
Pero no me detuve allí. Llegué hasta su ingle y fue cuando no pude
resistir y sumergí mi nariz completamente en su ingle para aspirar su
aroma, olía dulcemente y con una mezcla de perfume y fresas. Olía
delicioso pero al mismo tiempo se mezclaba con el olor de su sexo pues
ya daba muestras de tener una lubricación extraordinaria. Pasaba mi
nariz de un lado al otro entre su pierna izquierda y derecha aspirando
aun más cuando pasaba sobre su sexo. En el momento indicado ella me
detuvo sobre su sexo y entonces entendí que debía comenzar a explorarlo.
Con sus manos entreabrió sus labios vaginales y tomándome dirigió mi
boca hacia su clítoris el cual comencé a chupar suavemente dando
lengüetazos hacia arriba y hacia abajo arrancándole suspiros y gemidos
cortos los cuales se entremezclaban con su agitada respiración. Me
sujetó fuertemente de los cabellos e hizo que mi rostro se sumergiera
completamente en su sexo el cual comencé a chupar y lamer
desesperadamente tratando de no dejar caer ninguno de sus deliciosos
jugos los cuales emanaban de ella a grandes cantidades. Y fue en ese
momento que, arqueando su cadera hacia arriba dejo salir un grito
ahogado en un orgasmo incontenible, fuerte, placentero y delicioso. Se
retorcía sobre el escritorio mientras yo la admiraba. Esa deliciosa
mujer, hermosa, exuberante, sensual y deseada por todos, ahora se
entregaba a mí y estaba teniendo un orgasmo. Un orgasmo que yo le había
provocado.
Mientras la observaba retorcerse alargue mi mano hacia su sexo y le metí
dos dedos lo que hizo que empezara a moverse de tal modo que mi mano la
masturbara fuertemente lo cual no pudo contener su segundo orgasmo el
cual hizo que de nueva cuenta se retorciera sobre su escritorio. Para mí
era un deleite verla así toda para mí. Mientras le duraba el orgasmo y
con mi mano llena de sus jugos, tome mi pene y comencé a masturbarme
deslizando mi mano con sus jugos sobre mi pene. Ella al verlo me dijo
que me detuviera:
- Ahora mi amor culminaremos este momento. Quiero que me tomes toda, que
me hagas tuya, que me ames completamente y que me des tu amor
haciéndome completamente el amor.
- Busca en la bolsa pequeña de mi bulto y encontrarás un pequeño sobre.
Hice lo que me pidió y abriendo el pequeño paquete, sacó un condón el
cual puso entre sus labio y con gran maestría me lo puso en mi pene
tieso y duro simulando que me la estaba mamando. Se colocó de nuevo
sobre el escritorio con las piernas abiertas y estiró su mano hacia mí
llamándome y al acercarme me puso entre sus piernas, sujeto con su manos
mi pene y lo colocó en la entrada de su sexo. Entonces me tomó de la
cadera e hizo que entrara en ella lenta y suavemente. Yo estaba sin
todavía creer que este portento de mujer con la cual había fantaseado
tantas veces en la soledad de mi cuarto, ahora la tenía frente a mí,
desnuda en toda su plenitud y haciéndole el amor:
- Si mi niño, hazme el amor, tómame completamente y hazme la mujer más
deseada de este momento. Quiero sentirte completamente dentro de mí.
Quiero que ésta tu primera vez sea lo más delicioso para ti como lo está
siendo para mí.
- Maestra, usted ha sido siempre mi fantasía y ahora tenerla y hacerle
el amor es lo más maravilloso que me ha pasado. Creo que estoy enamorado
de usted maestra.
Ella llevaba el ritmo pues me tomaba de las caderas y me movía hacia
delante y hacia atrás provocando que mi pene entrara y saliera con
suavidad. En ese momento la hice recostarse completamente en el
escritorio y levantándole las piernas por encima de mis hombros empecé
un mete-saca más rítmico y con mayor fuerza de tal modo que ahora mi
pene entraba tan profundamente en ella haciéndole soltar gemidos de
placer.
- Dame mas fuerte mi niño, atraviésame, tómame toda y poséeme como desees.
Aceleré el ritmo con más intensidad y en el momento indicado pude ver
como comenzó a sacudirse incontrolablemente y me tomaba de las caderas
para hacer que mi pene tocará lo más profundo de su vagina. Ella movía
con fuerza las caderas frotando intensamente su clítoris, su sexo y toda
ella contra mí de tal modo que no tarde en tener una vez más otro
intenso orgasmo lo cual me hizo dejar escapar un gemido un poco más
fuerte. Y mientras los dos nos abrazábamos, nos sacudíamos fuertemente
por ese delicioso orgasmo que acabábamos de tener. Tardamos un poco
abrazados pues yo no quería soltarla y ella no deseaba que me saliera de
ella. Entonces me susurró al oído:
- Mi niño, me has hecho muy feliz este día. Sé que ha sido tu primera
vez y me alegra ser yo la que te haya dado este momento. Guarda esto en
ti como lo más bello que pueda pasarte y espero que ahora hayas
aprendido cómo debe tratarse delicadamente a una mujer.
- Maestra, usted siempre será mi amor y creo que la amaré toda mi vida.
Nos vestimos en silencio, ella tomó sus cosas, yo las mías y me llevó
hasta mi casa. Nos despedimos en su auto con un tierno beso y se alejó.
La semana transcurrió con normalidad. Las clases, las tareas, los amigos
en la prepa. Pero ya no volvimos a ver a la maestra. Supimos luego que
ella tuvo que mudarse de ciudad una vez más por motivos personales.
Nunca la he vuelto a ver pero siempre llevaré en mi corazón como un gran
tesoro el momento tan hermoso que logré tener con mi maestra de
biología.
Mi maestra de biologia me seco el pene
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