Hola amigos, quiero contarles lo que sucedió con mi suegra hace
algunassemanas. Iniciaré por decirles que soy un hombre de 27 años, bien
parecido segúndice mi esposa y algunas de sus amigas, soy de
constitución física normal,pero lo que más sobresale de mi anatomía es
mi prominente verga que mide 19cm. Estoy casado con Maribel una linda
mujercita de 24 años, muy bella y cariñosa,es el modelo de esposa que
cualquier hombre podría desear. Posee un lindocuerpo que llama la
atención de mis amigos. Yo estaba feliz de haberme casadocon ella.
Teníamos ya cuatro años de habernos casado, cuando una tarde
estandoreunidos mi mujer y yo en la sala viendo televisión cuando de
pronto un fuertedolor provocó que tuviese que llevar a mi querida esposa
a la clínica, el médicoque nos atendió después de hacer una revisión
general insistió en que debíahacerle algunos exámenes adicionales. Por
lo que la mañana siguiente salimos arealizar los exámenes, durante las
semanas siguientes mi mujer desmejoró unpoco empezó a sentirse mal con
más regularidad, el resultado de los exámenesconfirmó lo que teníamos,
mi mujer padecía de una leucemia que provocaba sudebilidad y su
progresivo deterioro. En cuestión de meses mi mujer adelgazó,palideció y
sufrió un cambio severo, los cuidados hacia ella debieron hacersemás
fuertes. Fue así como mi suegra se vino a vivir a nuestra casa con
elmotivo de poder cuidar a mi esposa.
Mi suegra era una mujer mayor de
56 años,de un carácter serio, con un porte de mujer muy digna y
prepotente, nuestrasrelaciones nunca fueron muy buenas por lo que la
comunicación entre nosotrosera escasa. Ella se había separado de mi
suegro desde hace 8 años, cuando estedecidió abandonarla para irse a
vivir con una chica más joven. Quizás estofue uno de los motivos por los
que el carácter de mi suegra era agrio y serio.Cuando ella se vino a
vivir con nosotros se encargó de atender a mi esposa entodo lo que
necesitaba, cuidándola continuamente, permanecía con ella en
suhabitación durante las noches y casi no se separaba de su lado. Mi
esposa debióser trasladada a otra habitación ya que por lo delicado de
su salud era mejorque permaneciera en otra habitación. Así fue como
después de haber tenido lafelicidad con mi mujercita durante cuatro años
de pronto su enfermedad hacíaque nos separáramos, yo estaba muy
preocupado ante esta situación, y empecé asentir una soledad muy grande,
una mezcla de tristeza y soledad se apoderaron demí, y empecé a
refugiarme en el licor, nunca había sido muy bueno para labebida pero
todo lo que estaba pasando hacía que bebiera muchas veces hastallegar a
mi casa ebrio y casi sin razón. Está de más mencionar que mi vidasexual
se volvió nula, ya tenía más de cuatro meses de no tener ningún tipode
actividad sexual, fue entonces cuando un día después de haber bebido
decidíir en busca de una de esas mujeres que por dinero satisfacen tus
deseos sexualespor unos cuantos dólares. Ni siquiera voy a mencionar que
la experiencia fuedeprimente, nunca desde que me había casado con mi
esposa, le había sidoinfiel y serlo con una mujer de este tipo lo que
hizo fue que me sintiera aún mássolo y triste. Esa noche cuando llegué a
mi casa por la noche estaba mi suegrasentada en la sala muy seria y
mirándome entrar en el estado de ebriedad quevenía, se puso de pie y con
un porte de seriedad habló: – Mira Roberto, séque estoy aquí para
cuidar a mi hija, y que nuestras relaciones personalesnunca han sido muy
buenas, pero soy tu suegra y sinceramente estoy muypreocupada de la
actitud que has tomado con mi hija, tu esposa, creo que estastratando de
evadir toda la situación refugiándote en el alcohol, y eso apartede
causarte problemas a ti, no mejorará en nada la salud de tu esposa. No
creasque a pesar de que siempre estoy en el cuarto con mi hija
cuidándola no me doycuenta que la mayoría de las noches llegas tarde a
tu casa y ebrio, trata dehacer algo, hazlo por tu esposa y hazlo por ti
aunque esta es una situación muydifícil, debes ser valiente y asumirla
con responsabilidad. Yo me quedécallado escuchando las palabras de mi
suegra, hasta ese día nunca se habíareferido a mí en una forma tan
sincera. Entonces le dije: – Muchas gracias doñaAna, de verdad que sus
palabras son ciertas y para serle sincero estoy sufriendomucho con la
situación de mi mujer, sabe me siento muy solo. Y diciendo estosin
pensarlo en acerqué a ella y la abracé. Ella procedió
abrazarmetiernamente mientras añadía: – Tranquilo Roberto, no se sienta
mal, recuerdeque además de su esposa, me tiene a mí su suegra, y que voy
a tratar deapoyarlo en todo lo que pueda. Yo me mantenía abrazado a
ella, y quizás por elefecto del alcohol, la ternura de sus palabras,
empecé a sentir un poco deexcitación, de pronto me percate de que estaba
abrazando a una mujer y a pesarde ser la madre de mi esposa, una mujer
mayor, podía sentir el calor de sussenos apretados contra mi pecho a
través de su blusa, hasta ese momento nuncahabía pensado en mi suegra
como una mujer a la cual pudiese desear pero eseabrazo estaba provocando
que mi verga se pusiera dura. Permanecí abrazado aella sintiendo sus
senos, en realidad estaba poniéndome muy excitado de lasituación, así
que arriesgándome la abracé aún un poco más fuerte,aproximando mi verga a
su pelvis, para que pudiera sentirla a través de sufalda. Ella debió
sentir mi excitación, porque apartándome suavemente dijo: -Está bien
Roberto, creo que mis palabras han sido bien recibidas por usted,vaya y
descanse. Y se despidió de mí con: – Que tenga muy buena noche. Y
partióhacia el cuarto donde permanecía con mi esposa. Yo caminé por el
pasillo haciami habitación entré y tumbándome sobre la cama saqué mi
verga aún erectadel pantalón y recordando el calor de los senos de mi
suegra contra mi verga,me masturbé fuertemente, dejando escapar potentes
chorros de semen que fueron aparar en las sabanas de mi cama. La mañana
siguiente me desperté con un fuertedolor de cabeza, resultado de mi
ebriedad de la noche anterior. Me levanté, meduché y salí a desayunar,
cuando llegué al desayunador mi suegra estaba sirviéndomeya el desayuno,
la saludé con un ".. Muy buenos días doña Ana. Debíacambiar mi
actitud hacía mi suegra, la noche anterior ella me había demostradoque a
pesar de su seriedad conmigo, yo también le preocupaba. – Buenos
díasRoberto, sabe Maribel (mi esposa), está un poquito mejor. – Me
alegra mucho quesea así, voy a ir a verla y me fui al cuarto de mi
esposa, antes de desayunar.Yo había sacado un permiso en mi trabajo para
permanecer más cerca de mimujer. Las relaciones con mi suegra iban en
mejora ya platicábamos más, aunquesolamente fuera de la salud de mi
esposa. Mi esposa dentro de su convalecenciaestaba muy contenta de que
mi suegra y yo nos llevásemos mejor. En una ocasiónpensado que de qué
forma podría agradecer a mi suegra todos los cuidados quetenía para con
mi esposa y conmigo, decidí darle una sorpresa invitándola asalir al
cine. Le dije: – Oiga doña Ana, sabe me siento muy agradecido conusted
por todas sus atenciones con mi esposa y conmigo, así que me
gustaríainvitarla a comer o al cine lo que usted guste, señora. Esto se
lo dije enpresencia de mi esposa para que esta se alegrará de ver cómo
habían mejoradonuestras relaciones. – Muchas gracias Roberto se lo
agradezco mucho, pero laverdad no creo poder recuerde que estoy aquí
para cuidar a mi hija, y no megustaría dejarla sola. Entonces
interviniendo mi mujer dijo: – Mamá, no tepreocupes por mí, sabes me
alegraría mucho que salieras a distraerte un rato,siempre estas aquí
cuidándome y no me preocuparía porque sé que estarías enbuenas manos en
compañía de mi esposo, además para que no te preocupes por mí,pueden
salir en la noche después de que yo me haya dormido, anda mama acepta.Mi
suegra poniendo cara de duda y comprensión me habló: – Esta bien
Roberto,acepto, que sea esta noche. Esa noche después de que mi mujer se
durmió misuegra fue a su habitación para cambiarse de ropa y salir a
comer conmigo. Yola esperaba en la sala de la casa, informalmente me
había puesto un jeansajustado y una sudadera. Estaba esperándola cuando
de su habitación salióvestida fenomenalmente, traía puesto muy vestido
negro un poco ajustado quedemarcaba su hermoso cuerpo, con un escote
recatado y poco pronunciado, quedemarcaba unos senos grandes y redondos
bajo él, sus caderas pronunciadas y untrasero envidiable por cualquier
jovencita de mucho menos edad. Yo me quedé mirándolahipnotizado, no
podía creer que mi suegra estuviera tan deliciosa como se veíaesa noche.
– Se ve muy hermosa doña Ana. – No sea mentiroso Roberto, perogracias
de todos modos por tratar de hacerme sentir bien. Salimos a cenar,fuimos
a un buen restaurante, comimos, y durante todo el tiempo el único
temade conversación fue mi esposa y su enfermedad. Cuando finalizamos de
cenar,salimos e íbamos directo al parqueo donde estaba el auto, cuando
pasando frentea la entrada de un cine, vi una película que me llamo la
atención. – DoñaAna, ¿qué le parece si entramos al cine?. – Qué dice
Roberto es un poco tardey usted sabe que los lugares con mucha gente me
ponen tensa. – Vamos por favorcomplázcame, además como usted dice es un
poco tarde no debe haber muchagente. – Está bien vamos. Y dijo esto
haciendo una expresión de conformidadpero no de mucho entusiasmo.
Entramos en el cine, nos sentamos cerca de laentrada atrás, la película
estaba iniciando, nos dedicamos a verla durantelargo tiempo, hasta que
unos gemidos ahogados llegaron hasta mis oídos, y creoque también a los
de mi suegra, porque volteándose a mí hablo en voz baja. -No puedo creer
que permitan este tipo de cosas en un lugar decente como éste,no cree
Roberto. Y yo volteando hacia ella respondí: – ¿De qué habla DoñaAna?.
De esa pareja que esta ahí en la fila de adelante al lado o me va a
decirque no se había dado cuenta. Mirando hacia donde me indicaba, miré
como en lafila de adelante en uno de los costados había una pareja joven
que seacariciaba en forma descarada, el muchacho acariciaba los senos
de su novia enforma atrevida masajeándolos, mientras la chica gemía de
placer. Ahoracomprendía de dónde procedían los gemidos que escuché hacía
un instante. Elver la escena causó que mi verga se levantara de
inmediato formando un granbulto en mi pantalón. – Sabe, continuó mi
suegra, esto no lo deberíanpermitir. – Claro que no señora, es una falta
de respeto a personas decentescomo nosotros. Y mientras decía esto
sentía cómo mi verga crecía aún másdentro de mi pantalón. Es mejor que
salgamos ya de aquí, puntualizó mi suegraen tono un poco molesto. Ya de
camino a la casa reanudamos la conversación y deforma indirecta dirigí
la conversación hacia lo que habíamos visto en elcine. – Es una pena que
no pudiéramos terminar de ver la película por esoschicos. – Sí es una
gran pena, las personas mayores como yo comprendemos quelos chicos
jóvenes como ustedes que necesitan descargan toda esa energíasexual que
tienen acumulada, pero creo que deberían buscar los sitios adecuadospara
hacerlo. – Estoy totalmente de acuerdo con usted, doña Ana, solamente
mequeda una duda de lo que dijo, porque dice usted los muchachos jóvenes
comoustedes, ¿es que acaso las personas de su edad no tienen esos
deseos?. Hiceesta pregunta sabiendo que era un tema que no debía tocar,
pero me excitó laidea de saber qué respondería mi suegra a mi pregunta.
Mirándome un pocoextrañada me respondió: – Pues bueno, yo creo que sí
los tienen, pero laverdad no es mi caso, yo con mi edad ya no pienso en
esas cosas, además que elsexo nunca fue algo muy importante en mi vida
el sexo, quizás por eso fue quemi ex – marido se fue con otra, las
mujeres de ahora no tienen miedo a expresarlo que quieren, en mis
tiempos eso era diferente, nos enseñaron a recibir loque nuestros
maridos nos dieran sin discutir nada, yo a mi marido trataba
decomplacerlo, pero quizás no lo sabía satisfacer y por eso llegó otra
que sísupo hacerlo y se lo llevó. Yo escuché en silencio todo lo que me
decía. Sumirada se torno un poco triste y su voz cogió un dejo de
nostalgia. -Sabe señora,yo creo que su marido fue un tonto al haber
abandonado a una mujer como usted,cualquier hombre encuentra en usted
todo lo que desea para ser feliz, es usteduna mujer muy hermosa y creo
que capaz de hacer feliz a cualquier hombre. – Ellasonrió forzadamente y
me dijo: – Gracias Roberto, es usted muy amable pordecirme esas
palabras, mi hija de verdad tiene mucha suerte de haber encontradoun
hombre como usted. Yo también sonreí. – Gracias Señora. No sabía
quéestaba pasando pero dentro de mí empezaba a sentir una extraña mezcla
deternura cariño y deseo por esa mujer que hasta hacía unos días
eracompletamente seria e indiferente conmigo. Llegamos a casa, abrimos
la puertacon cuidado de no despertar a mi mujer, caminamos por el
pasillo hacia nuestrasrespectivas habitaciones y deteniéndome frente a
la puerta del cuarto de misuegra me despedí para ir a dormir con: –
Muchas gracias doña Ana, he pasadouna noche maravillosa junto a usted. –
No Roberto, las gracias se las debo daryo a usted hace mucho que no
tenía una noche tan linda como esta. Yo me acerquéun poco a ella y
dándole un beso en la mejilla, añadí: – Que descanse. Medirigí a mi
habitación, cuando me disponía a quitarme la ropa para dormir,noté que
mi verga estaba muy erecta, qué me pasaba, por qué estaba en eseestado
de excitación solamente por hablar con mi suegra, tomé mi verga entremis
manos y acariciándola despacio recordé lo bella que se veía esa
noche,imaginé mis manos recorriendo su cuerpo maduro y sensual, la
imaginabaestremeciéndose de placer ante mis caricias, sus labios
carnosos los imaginétomando mi verga y metiéndola en su boca, el orgasmo
no se me hizo esperar misemen salió impulsado contra el piso de mi
cuarto. Los días pasaron y misuegra y yo cada vez nos tratábamos mejor,
la confianza se hizo más fuerte. Undía no sé por qué habiendo estado en
una fiesta de la oficina, hice lo quehabía dejado de hacer algunos
meses, me tomé varias copas de licor, produciéndomemi ebriedad que
cuando regresara a casa, ya algo tarde en la noche, me dieramucha
nostalgia lo que pasaba con mi esposa y sentándome en la sala con
unabotella de vino empecé a tomar ahí mismo. Estaba terminado la botella
cuandoescuché un ruido que venía del pasillo, mi suegra se había
despertado yseguramente vería mi estado. La escuché aproximarse a la
sala. Volteé haciadonde se detuvo y la miré ahí donde estaba, cubierta
con su camisón dedormir, un camisón largo que no permitía mirar nada de
su cuerpo. – Roberto,¿qué esta haciendo?, Escuché un ruido y pensé en
levantarme a ver si no erami hija pero ya veo es usted lo que no me
esperaba es ver el estado en el que seencuentra. Y no respondí nada,
solamente levantándome del sofá en el queestaba, me abracé a ella y
comencé a llorar diciendo: – Señora, usted no sabelo difícil que es para
mí todo lo que estoy viviendo, no sabe lo mal que mesiento de ver a mi
mujer enferma y yo sin poder hacer nada, además señora yocomprendo la
situación de mi esposa, pero sea como sea soy hombre y tengonecesidades
que no puedo solventar solo señora, yo sé que usted no deberíaescuchar
esto, y le pido disculpas por decirlo, pero es que no tengo nadie máscon
quien desahogar mis penas. Ella me escuchaba en silencio y añadió: – yo
loentiendo Roberto, pero es mejor que vaya a su cuarto y descanse. Yo
haciendocaso de lo que me decía mi suegra, fui hacia mi cuarto a
descansar, habíahablado más de la cuenta. Entré a mi habitación, me
quité toda la ropa ydesnudo me dejé caer sobre la cama tratando de
conciliar el sueño. Estabaempezando a quedarme dormido cuando se abrió
la puerta de mi cuarto, en lapenumbra que iluminaba la entrada pude ver a
mi suegra entrar y cerrar la puertatras ella. Colocándose frente a mi
cama, levantó sus manos y cuidadosamenteretiró de sus hombros el camisón
que cubría su cuerpo, éste cayó a sus piesrevelando un cuerpo
espectacular, sus pechos eran grandes y blancos coronadoscon un pezón
café y paradito, esos senos se mostraban aún firmes para suedad, su piel
era blanca, su vientre era liso salvo por algunas señas resultadodel
paso de los años, sus caderas eran anchas y definidas, y su monte de
Venusse veía muy excitante, cubierto con algunos vellos finos, su
trasero era grandey redondo, y se veía muy firma, aquella visión me dejó
sin aliento e hizo quemi verga se pusiera dura y grande en un instante,
ella caminó despacio hasta lacama y acostándose a mi lado, se acercó,
el sentir su cuerpo caliente junto almío, hizo que mi verga creciera aún
más, acercó su boca a mi oído y asíhablo: – Roberto yo sé que soy una
mujer vieja y que en las artes del amor,tengo muy poco que le pueda dar,
pero quiero que sepa que siento mucho lo que lepasa con mi hija y si de
algo le sirve aquí tiene el cuerpo de esta vieja paraque pueda
desahogar en él sus necesidades sexuales, quizás no le sirva demucho
pero por favor no quiero verlo sufrir más. Y diciendo esto puso de
nuevosu cabeza sobre la almohada y quedó mirando hacia el techo, abrió
un poco laspiernas y dijo: – Aquí esta mi vagina, venga y meta su pene
en ella, no es unavagina joven ni fresca pero sepa que sí tiene mucho
tiempo sin uso, por lo quele puedo asegurar que está estrecha. Yo al
escuchar tales palabras y alcontemplarla así, me giré hacia ella y
acercando mi boca a la suya, la beséardientemente, ella respondió
abriendo sus labios y dejando que mi lenguaentrase en su boca buscando
la suya, con mis manos empecé a acariciar sus senosesos senos grandes y
redondos que tenía para mí, los acariciaba despaciopasando las yemas de
mis dedos sobre sus pezones, besé su cuello con mi bocadespacio empecé a
deslizar mi mano por su vientre recorriendo cada centímetrode su piel,
seguí trazando un camino hasta llegar a la entrada de su vagina,entonces
mientras besaba su cuello acaricié con mis dedos sus labios
vaginales,ella empezó a respirar más entrecortadamente, con suspiros más
profundos,entonces moviendo sus manos por primera vez aferró sus uñas
en mi espalda,estaba templando de placer con mis dedos en su vagina y
mis labios en sus senosque había comenzado a mamar como un niño recién
nacido, metía su pezón enmi boca y los chupaba con mi lengua, mientras
tanto mis dedos buscaban dentro desu vagina ese clítoris que tanto
deseaba acariciar, ella continuó gimiendo aúnmás fuerte, hasta que de un
momento a otro sentía cómo su vagina se contrajoy soltó gran cantidad
de jugos en mis manos, ella gimió fuertemente – Ahhhhhh,mientras seguía
contrayendo su vagina apretando mis dedos dentro de ella.Entonces
sacando mis dedos de su vagina comencé a hablarle: – Diga Ana
(estabatuteando a mi suegra), dígame que le gusta lo que estoy
haciéndole, diga quele gusta, que no lo está haciendo solamente por
lástima a su yerno, dígameque disfruta sentir como recorro su cuerpo con
mis manos y mi boca y seguíaacariciando sus tetas con mis manos y
besaba su cuello. Ella que hasta esemomento estaba callada hablo: – Sí
Roberto, si me gusta mucho lo que me haces,nunca en mi vida he sentido
cosas tan ricas como éstas, me gusta cómoacaricias mi cuerpo, me gusta
que toques mis tetas, ¡ahhh!. Mis"..tetas".. mi suegra
había utilizado palabras que hicieron que meexcitara más palabras de
mujer caliente. – Dígale entonces a su yerno suegritaque quiere que le
meta toda su verga en la raja, dígamelo para complacerla,para clavarle
mi verga hasta el fondo de esa rica raja que usted tiene y queesta muy
ardiente y húmeda. – Sí Roberto métame su verga en mi raja, meta
esacosota rica que usted tiene entre las piernas en mi vagina, quiero
sentir cómose abre paso dentro de mí, quiero su gran verga dentro de mí,
ándele se losuplico por favor métala. – Eso es suegra, así me gusta
pídame que lo haga,va a ver lo feliz que la voy a hacer. Y diciéndolo,
me coloqué sobre ella yaproximé mi verga a la entrada de su raja que
estaba húmeda y muy caliente, laempujé un poco y entró abriéndose paso
entre la raja de mi suegra, quien ayudándomecon mi labor, abrió las
piernas permitiendo que mi verga entrara más profundodentro de ella,
-Ahhh, gimió y cerró sus piernas sobre mi espalda presionandomi verga
aún más dentro de ella. Empecé un bombeo suave y cadencioso mientrasella
gemía y me abrazaba, su raja estaba muy estrecha y caliente,
presionabadeliciosamente mi verga produciéndome sensaciones ardientes.
Mientras yo seguíacon mi mete y saca dentro de su raja la besaba en los
labios y acariciaba sustetas que tenían los pezones duros y grandes de
tanta excitación, en cuestiónde segundos su cuerpo volvió a contraerse y
convulsionar segregando grancantidad de sus jugos que lubricaron aún
más mi verga dentro de su raja,sentir cómo su vagina se contraía hizo
que acelerara mis bombeos, provocandoque potentes chorros de semen
salieran de mi verga empapando toda su raja. -Ahhhhh , qué rico suegrita
sienta como le estoy llenando su rajita con mi semencaliente. – Sí
Roberto lléneme con su leche decía ella mientras continuabagimiendo. La
excitación que tenía en ese momento hizo que a pesar de haberdescargado
gran cantidad de semen en su interior, mi verga se mantenía aúnerecta y
caliente. Entonces procedí a besar a mi suegra en la boca quienrespondió
con un ardiente beso su lengua buscó la mía y se entrelazaron. -Sabe
Roberto nunca en mi vida he sentido cosas tan maravillosas como las
queusted me ha hecho sentir. Decía mientras me seguía besando con
pasión. – Sabemi ex marido lo único que hacía era subir mi bata,
montarse sobre mí meter suverga en mi raja moverse durante algunos
minutos y terminar dentro de mí, yonunca alcancé a sentir cosas como
éstas, usted me ha cogido muy rico y suverga es deliciosa mucho más
grande que la de mi marido que era pequeñacomparada con ésta tan rica
que tiene usted. Entonces me levanté de la camajalándola conmigo, nos
pusimos de pie y mientras la besaba y acariciaba sustetas con mis manos
la coloqué de espaldas a mí restregué mi verga contra suculo mientras
besaba la parte trasera de su cuello, con mis manos acaricié sustetas
tan grandes y suaves y abriendo un poco sus piernas metí mi verga
denuevo en su vagina esta vez desde atrás, ella gimió fuertemente,
empecé denuevo el mete y saca, era delicioso ver a mi suegra ahí
complaciendo mis deseosy verla gimiendo de placer con mi verga dentro de
su raja, estuve cogiéndola enesa posición por largo rato, ella movía
sus caderas para acomodar susmovimientos a mi ritmo, ella gimió de nuevo
fuertemente, de nuevo estabateniendo un orgasmo, así que cuando sentí
sus jugos surgir de lo más profundode su ser, saqué mi verga hasta
afuera y de un sólo empujón se la clavéhasta el fondo. – Ahhhhh, me
matas qué verga tan rica, decía mientras se corríanuevamente. Su cuerpo
temblaba por la excitación y el orgasmo que acababa detener. Así que
sacando mi verga de su raja la acosté en la cama boca arriba,subí sobre
ella y coloqué mi verga entre sus tetas, ella apretó mi verga consus
ricas tetas y empecé a masturbar mi verga entre ellas, cuando estuve
apunto de correrme acerqué mi verga a la boca de mi suegra quien la
abrió pararecibir toda la descarga de mi semen en su boca, tragó todo lo
que pudo, luegometió mi verga en su boca y la chupó hasta dejarla
limpia, mi suegra era unaverdadera puta en la cama. Me tendí a su lado
en la cama y besándola en laboca, le dije: – Sabe suegrita, no me puedo
explicar cómo mi suegro la dejó austed por una mujer más joven, si usted
es toda una experta en la cama, nuncahe conocido una mujer como usted
de ardiente, ni siquiera su hija es tancaliente y rica en la cama. Ella
me miró ahora un poco sería y dijo: – GraciasRoberto, pero el que me ha
cogido es usted a mí, yo solamente trataba deayudarlo con sus
necesidades, pero veo que he sido yo la que ha salidobeneficiada de todo
esto, su verga me ha vuelto a la vida, y de ahora enadelante quiero
poder ayudarlo cuando lo necesite, y mientras decía esto bajabahasta
meter de nuevo mi verga en su boca que al contacto con ella empezó
aponerse dura de nuevo…
La madre de mi mujer me hace la paja con su boca
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