La madre de mi mujer me hace la paja con su boca

Hola amigos, quiero contarles lo que sucedió con mi suegra hace algunassemanas. Iniciaré por decirles que soy un hombre de 27 años, bien parecido segúndice mi esposa y algunas de sus amigas, soy de constitución física normal,pero lo que más sobresale de mi anatomía es mi prominente verga que mide 19cm. Estoy casado con Maribel una linda mujercita de 24 años, muy bella y cariñosa,es el modelo de esposa que cualquier hombre podría desear. Posee un lindocuerpo que llama la atención de mis amigos. Yo estaba feliz de haberme casadocon ella. Teníamos ya cuatro años de habernos casado, cuando una tarde estandoreunidos mi mujer y yo en la sala viendo televisión cuando de pronto un fuertedolor provocó que tuviese que llevar a mi querida esposa a la clínica, el médicoque nos atendió después de hacer una revisión general insistió en que debíahacerle algunos exámenes adicionales. Por lo que la mañana siguiente salimos arealizar los exámenes, durante las semanas siguientes mi mujer desmejoró unpoco empezó a sentirse mal con más regularidad, el resultado de los exámenesconfirmó lo que teníamos, mi mujer padecía de una leucemia que provocaba sudebilidad y su progresivo deterioro. En cuestión de meses mi mujer adelgazó,palideció y sufrió un cambio severo, los cuidados hacia ella debieron hacersemás fuertes. Fue así como mi suegra se vino a vivir a nuestra casa con elmotivo de poder cuidar a mi esposa.

 Mi suegra era una mujer mayor de 56 años,de un carácter serio, con un porte de mujer muy digna y prepotente, nuestrasrelaciones nunca fueron muy buenas por lo que la comunicación entre nosotrosera escasa. Ella se había separado de mi suegro desde hace 8 años, cuando estedecidió abandonarla para irse a vivir con una chica más joven. Quizás estofue uno de los motivos por los que el carácter de mi suegra era agrio y serio.Cuando ella se vino a vivir con nosotros se encargó de atender a mi esposa entodo lo que necesitaba, cuidándola continuamente, permanecía con ella en suhabitación durante las noches y casi no se separaba de su lado. Mi esposa debióser trasladada a otra habitación ya que por lo delicado de su salud era mejorque permaneciera en otra habitación. Así fue como después de haber tenido lafelicidad con mi mujercita durante cuatro años de pronto su enfermedad hacíaque nos separáramos, yo estaba muy preocupado ante esta situación, y empecé asentir una soledad muy grande, una mezcla de tristeza y soledad se apoderaron demí, y empecé a refugiarme en el licor, nunca había sido muy bueno para labebida pero todo lo que estaba pasando hacía que bebiera muchas veces hastallegar a mi casa ebrio y casi sin razón. Está de más mencionar que mi vidasexual se volvió nula, ya tenía más de cuatro meses de no tener ningún tipode actividad sexual, fue entonces cuando un día después de haber bebido decidíir en busca de una de esas mujeres que por dinero satisfacen tus deseos sexualespor unos cuantos dólares. Ni siquiera voy a mencionar que la experiencia fuedeprimente, nunca desde que me había casado con mi esposa, le había sidoinfiel y serlo con una mujer de este tipo lo que hizo fue que me sintiera aún mássolo y triste. Esa noche cuando llegué a mi casa por la noche estaba mi suegrasentada en la sala muy seria y mirándome entrar en el estado de ebriedad quevenía, se puso de pie y con un porte de seriedad habló: – Mira Roberto, séque estoy aquí para cuidar a mi hija, y que nuestras relaciones personalesnunca han sido muy buenas, pero soy tu suegra y sinceramente estoy muypreocupada de la actitud que has tomado con mi hija, tu esposa, creo que estastratando de evadir toda la situación refugiándote en el alcohol, y eso apartede causarte problemas a ti, no mejorará en nada la salud de tu esposa. No creasque a pesar de que siempre estoy en el cuarto con mi hija cuidándola no me doycuenta que la mayoría de las noches llegas tarde a tu casa y ebrio, trata dehacer algo, hazlo por tu esposa y hazlo por ti aunque esta es una situación muydifícil, debes ser valiente y asumirla con responsabilidad. Yo me quedécallado escuchando las palabras de mi suegra, hasta ese día nunca se habíareferido a mí en una forma tan sincera. Entonces le dije: – Muchas gracias doñaAna, de verdad que sus palabras son ciertas y para serle sincero estoy sufriendomucho con la situación de mi mujer, sabe me siento muy solo. Y diciendo estosin pensarlo en acerqué a ella y la abracé. Ella procedió abrazarmetiernamente mientras añadía: – Tranquilo Roberto, no se sienta mal, recuerdeque además de su esposa, me tiene a mí su suegra, y que voy a tratar deapoyarlo en todo lo que pueda. Yo me mantenía abrazado a ella, y quizás por elefecto del alcohol, la ternura de sus palabras, empecé a sentir un poco deexcitación, de pronto me percate de que estaba abrazando a una mujer y a pesarde ser la madre de mi esposa, una mujer mayor, podía sentir el calor de sussenos apretados contra mi pecho a través de su blusa, hasta ese momento nuncahabía pensado en mi suegra como una mujer a la cual pudiese desear pero eseabrazo estaba provocando que mi verga se pusiera dura. Permanecí abrazado aella sintiendo sus senos, en realidad estaba poniéndome muy excitado de lasituación, así que arriesgándome la abracé aún un poco más fuerte,aproximando mi verga a su pelvis, para que pudiera sentirla a través de sufalda. Ella debió sentir mi excitación, porque apartándome suavemente dijo: -Está bien Roberto, creo que mis palabras han sido bien recibidas por usted,vaya y descanse. Y se despidió de mí con: – Que tenga muy buena noche. Y partióhacia el cuarto donde permanecía con mi esposa. Yo caminé por el pasillo haciami habitación entré y tumbándome sobre la cama saqué mi verga aún erectadel pantalón y recordando el calor de los senos de mi suegra contra mi verga,me masturbé fuertemente, dejando escapar potentes chorros de semen que fueron aparar en las sabanas de mi cama. La mañana siguiente me desperté con un fuertedolor de cabeza, resultado de mi ebriedad de la noche anterior. Me levanté, meduché y salí a desayunar, cuando llegué al desayunador mi suegra estaba sirviéndomeya el desayuno, la saludé con un &quot.. Muy buenos días doña Ana. Debíacambiar mi actitud hacía mi suegra, la noche anterior ella me había demostradoque a pesar de su seriedad conmigo, yo también le preocupaba. – Buenos díasRoberto, sabe Maribel (mi esposa), está un poquito mejor. – Me alegra mucho quesea así, voy a ir a verla y me fui al cuarto de mi esposa, antes de desayunar.Yo había sacado un permiso en mi trabajo para permanecer más cerca de mimujer. Las relaciones con mi suegra iban en mejora ya platicábamos más, aunquesolamente fuera de la salud de mi esposa. Mi esposa dentro de su convalecenciaestaba muy contenta de que mi suegra y yo nos llevásemos mejor. En una ocasiónpensado que de qué forma podría agradecer a mi suegra todos los cuidados quetenía para con mi esposa y conmigo, decidí darle una sorpresa invitándola asalir al cine. Le dije: – Oiga doña Ana, sabe me siento muy agradecido conusted por todas sus atenciones con mi esposa y conmigo, así que me gustaríainvitarla a comer o al cine lo que usted guste, señora. Esto se lo dije enpresencia de mi esposa para que esta se alegrará de ver cómo habían mejoradonuestras relaciones. – Muchas gracias Roberto se lo agradezco mucho, pero laverdad no creo poder recuerde que estoy aquí para cuidar a mi hija, y no megustaría dejarla sola. Entonces interviniendo mi mujer dijo: – Mamá, no tepreocupes por mí, sabes me alegraría mucho que salieras a distraerte un rato,siempre estas aquí cuidándome y no me preocuparía porque sé que estarías enbuenas manos en compañía de mi esposo, además para que no te preocupes por mí,pueden salir en la noche después de que yo me haya dormido, anda mama acepta.Mi suegra poniendo cara de duda y comprensión me habló: – Esta bien Roberto,acepto, que sea esta noche. Esa noche después de que mi mujer se durmió misuegra fue a su habitación para cambiarse de ropa y salir a comer conmigo. Yola esperaba en la sala de la casa, informalmente me había puesto un jeansajustado y una sudadera. Estaba esperándola cuando de su habitación salióvestida fenomenalmente, traía puesto muy vestido negro un poco ajustado quedemarcaba su hermoso cuerpo, con un escote recatado y poco pronunciado, quedemarcaba unos senos grandes y redondos bajo él, sus caderas pronunciadas y untrasero envidiable por cualquier jovencita de mucho menos edad. Yo me quedé mirándolahipnotizado, no podía creer que mi suegra estuviera tan deliciosa como se veíaesa noche. – Se ve muy hermosa doña Ana. – No sea mentiroso Roberto, perogracias de todos modos por tratar de hacerme sentir bien. Salimos a cenar,fuimos a un buen restaurante, comimos, y durante todo el tiempo el único temade conversación fue mi esposa y su enfermedad. Cuando finalizamos de cenar,salimos e íbamos directo al parqueo donde estaba el auto, cuando pasando frentea la entrada de un cine, vi una película que me llamo la atención. – DoñaAna, ¿qué le parece si entramos al cine?. – Qué dice Roberto es un poco tardey usted sabe que los lugares con mucha gente me ponen tensa. – Vamos por favorcomplázcame, además como usted dice es un poco tarde no debe haber muchagente. – Está bien vamos. Y dijo esto haciendo una expresión de conformidadpero no de mucho entusiasmo. Entramos en el cine, nos sentamos cerca de laentrada atrás, la película estaba iniciando, nos dedicamos a verla durantelargo tiempo, hasta que unos gemidos ahogados llegaron hasta mis oídos, y creoque también a los de mi suegra, porque volteándose a mí hablo en voz baja. -No puedo creer que permitan este tipo de cosas en un lugar decente como éste,no cree Roberto. Y yo volteando hacia ella respondí: – ¿De qué habla DoñaAna?. De esa pareja que esta ahí en la fila de adelante al lado o me va a decirque no se había dado cuenta. Mirando hacia donde me indicaba, miré como en lafila de adelante en uno de los costados había una pareja joven que seacariciaba en forma descarada, el muchacho acariciaba los senos de su novia enforma atrevida masajeándolos, mientras la chica gemía de placer. Ahoracomprendía de dónde procedían los gemidos que escuché hacía un instante. Elver la escena causó que mi verga se levantara de inmediato formando un granbulto en mi pantalón. – Sabe, continuó mi suegra, esto no lo deberíanpermitir. – Claro que no señora, es una falta de respeto a personas decentescomo nosotros. Y mientras decía esto sentía cómo mi verga crecía aún másdentro de mi pantalón. Es mejor que salgamos ya de aquí, puntualizó mi suegraen tono un poco molesto. Ya de camino a la casa reanudamos la conversación y deforma indirecta dirigí la conversación hacia lo que habíamos visto en elcine. – Es una pena que no pudiéramos terminar de ver la película por esoschicos. – Sí es una gran pena, las personas mayores como yo comprendemos quelos chicos jóvenes como ustedes que necesitan descargan toda esa energíasexual que tienen acumulada, pero creo que deberían buscar los sitios adecuadospara hacerlo. – Estoy totalmente de acuerdo con usted, doña Ana, solamente mequeda una duda de lo que dijo, porque dice usted los muchachos jóvenes comoustedes, ¿es que acaso las personas de su edad no tienen esos deseos?. Hiceesta pregunta sabiendo que era un tema que no debía tocar, pero me excitó laidea de saber qué respondería mi suegra a mi pregunta. Mirándome un pocoextrañada me respondió: – Pues bueno, yo creo que sí los tienen, pero laverdad no es mi caso, yo con mi edad ya no pienso en esas cosas, además que elsexo nunca fue algo muy importante en mi vida el sexo, quizás por eso fue quemi ex – marido se fue con otra, las mujeres de ahora no tienen miedo a expresarlo que quieren, en mis tiempos eso era diferente, nos enseñaron a recibir loque nuestros maridos nos dieran sin discutir nada, yo a mi marido trataba decomplacerlo, pero quizás no lo sabía satisfacer y por eso llegó otra que sísupo hacerlo y se lo llevó. Yo escuché en silencio todo lo que me decía. Sumirada se torno un poco triste y su voz cogió un dejo de nostalgia. -Sabe señora,yo creo que su marido fue un tonto al haber abandonado a una mujer como usted,cualquier hombre encuentra en usted todo lo que desea para ser feliz, es usteduna mujer muy hermosa y creo que capaz de hacer feliz a cualquier hombre. – Ellasonrió forzadamente y me dijo: – Gracias Roberto, es usted muy amable pordecirme esas palabras, mi hija de verdad tiene mucha suerte de haber encontradoun hombre como usted. Yo también sonreí. – Gracias Señora. No sabía quéestaba pasando pero dentro de mí empezaba a sentir una extraña mezcla deternura cariño y deseo por esa mujer que hasta hacía unos días eracompletamente seria e indiferente conmigo. Llegamos a casa, abrimos la puertacon cuidado de no despertar a mi mujer, caminamos por el pasillo hacia nuestrasrespectivas habitaciones y deteniéndome frente a la puerta del cuarto de misuegra me despedí para ir a dormir con: – Muchas gracias doña Ana, he pasadouna noche maravillosa junto a usted. – No Roberto, las gracias se las debo daryo a usted hace mucho que no tenía una noche tan linda como esta. Yo me acerquéun poco a ella y dándole un beso en la mejilla, añadí: – Que descanse. Medirigí a mi habitación, cuando me disponía a quitarme la ropa para dormir,noté que mi verga estaba muy erecta, qué me pasaba, por qué estaba en eseestado de excitación solamente por hablar con mi suegra, tomé mi verga entremis manos y acariciándola despacio recordé lo bella que se veía esa noche,imaginé mis manos recorriendo su cuerpo maduro y sensual, la imaginabaestremeciéndose de placer ante mis caricias, sus labios carnosos los imaginétomando mi verga y metiéndola en su boca, el orgasmo no se me hizo esperar misemen salió impulsado contra el piso de mi cuarto. Los días pasaron y misuegra y yo cada vez nos tratábamos mejor, la confianza se hizo más fuerte. Undía no sé por qué habiendo estado en una fiesta de la oficina, hice lo quehabía dejado de hacer algunos meses, me tomé varias copas de licor, produciéndomemi ebriedad que cuando regresara a casa, ya algo tarde en la noche, me dieramucha nostalgia lo que pasaba con mi esposa y sentándome en la sala con unabotella de vino empecé a tomar ahí mismo. Estaba terminado la botella cuandoescuché un ruido que venía del pasillo, mi suegra se había despertado yseguramente vería mi estado. La escuché aproximarse a la sala. Volteé haciadonde se detuvo y la miré ahí donde estaba, cubierta con su camisón dedormir, un camisón largo que no permitía mirar nada de su cuerpo. – Roberto,¿qué esta haciendo?, Escuché un ruido y pensé en levantarme a ver si no erami hija pero ya veo es usted lo que no me esperaba es ver el estado en el que seencuentra. Y no respondí nada, solamente levantándome del sofá en el queestaba, me abracé a ella y comencé a llorar diciendo: – Señora, usted no sabelo difícil que es para mí todo lo que estoy viviendo, no sabe lo mal que mesiento de ver a mi mujer enferma y yo sin poder hacer nada, además señora yocomprendo la situación de mi esposa, pero sea como sea soy hombre y tengonecesidades que no puedo solventar solo señora, yo sé que usted no deberíaescuchar esto, y le pido disculpas por decirlo, pero es que no tengo nadie máscon quien desahogar mis penas. Ella me escuchaba en silencio y añadió: – yo loentiendo Roberto, pero es mejor que vaya a su cuarto y descanse. Yo haciendocaso de lo que me decía mi suegra, fui hacia mi cuarto a descansar, habíahablado más de la cuenta. Entré a mi habitación, me quité toda la ropa ydesnudo me dejé caer sobre la cama tratando de conciliar el sueño. Estabaempezando a quedarme dormido cuando se abrió la puerta de mi cuarto, en lapenumbra que iluminaba la entrada pude ver a mi suegra entrar y cerrar la puertatras ella. Colocándose frente a mi cama, levantó sus manos y cuidadosamenteretiró de sus hombros el camisón que cubría su cuerpo, éste cayó a sus piesrevelando un cuerpo espectacular, sus pechos eran grandes y blancos coronadoscon un pezón café y paradito, esos senos se mostraban aún firmes para suedad, su piel era blanca, su vientre era liso salvo por algunas señas resultadodel paso de los años, sus caderas eran anchas y definidas, y su monte de Venusse veía muy excitante, cubierto con algunos vellos finos, su trasero era grandey redondo, y se veía muy firma, aquella visión me dejó sin aliento e hizo quemi verga se pusiera dura y grande en un instante, ella caminó despacio hasta lacama y acostándose a mi lado, se acercó, el sentir su cuerpo caliente junto almío, hizo que mi verga creciera aún más, acercó su boca a mi oído y asíhablo: – Roberto yo sé que soy una mujer vieja y que en las artes del amor,tengo muy poco que le pueda dar, pero quiero que sepa que siento mucho lo que lepasa con mi hija y si de algo le sirve aquí tiene el cuerpo de esta vieja paraque pueda desahogar en él sus necesidades sexuales, quizás no le sirva demucho pero por favor no quiero verlo sufrir más. Y diciendo esto puso de nuevosu cabeza sobre la almohada y quedó mirando hacia el techo, abrió un poco laspiernas y dijo: – Aquí esta mi vagina, venga y meta su pene en ella, no es unavagina joven ni fresca pero sepa que sí tiene mucho tiempo sin uso, por lo quele puedo asegurar que está estrecha. Yo al escuchar tales palabras y alcontemplarla así, me giré hacia ella y acercando mi boca a la suya, la beséardientemente, ella respondió abriendo sus labios y dejando que mi lenguaentrase en su boca buscando la suya, con mis manos empecé a acariciar sus senosesos senos grandes y redondos que tenía para mí, los acariciaba despaciopasando las yemas de mis dedos sobre sus pezones, besé su cuello con mi bocadespacio empecé a deslizar mi mano por su vientre recorriendo cada centímetrode su piel, seguí trazando un camino hasta llegar a la entrada de su vagina,entonces mientras besaba su cuello acaricié con mis dedos sus labios vaginales,ella empezó a respirar más entrecortadamente, con suspiros más profundos,entonces moviendo sus manos por primera vez aferró sus uñas en mi espalda,estaba templando de placer con mis dedos en su vagina y mis labios en sus senosque había comenzado a mamar como un niño recién nacido, metía su pezón enmi boca y los chupaba con mi lengua, mientras tanto mis dedos buscaban dentro desu vagina ese clítoris que tanto deseaba acariciar, ella continuó gimiendo aúnmás fuerte, hasta que de un momento a otro sentía cómo su vagina se contrajoy soltó gran cantidad de jugos en mis manos, ella gimió fuertemente – Ahhhhhh,mientras seguía contrayendo su vagina apretando mis dedos dentro de ella.Entonces sacando mis dedos de su vagina comencé a hablarle: – Diga Ana (estabatuteando a mi suegra), dígame que le gusta lo que estoy haciéndole, diga quele gusta, que no lo está haciendo solamente por lástima a su yerno, dígameque disfruta sentir como recorro su cuerpo con mis manos y mi boca y seguíaacariciando sus tetas con mis manos y besaba su cuello. Ella que hasta esemomento estaba callada hablo: – Sí Roberto, si me gusta mucho lo que me haces,nunca en mi vida he sentido cosas tan ricas como éstas, me gusta cómoacaricias mi cuerpo, me gusta que toques mis tetas, ¡ahhh!. Mis&quot..tetas&quot.. mi suegra había utilizado palabras que hicieron que meexcitara más palabras de mujer caliente. – Dígale entonces a su yerno suegritaque quiere que le meta toda su verga en la raja, dígamelo para complacerla,para clavarle mi verga hasta el fondo de esa rica raja que usted tiene y queesta muy ardiente y húmeda. – Sí Roberto métame su verga en mi raja, meta esacosota rica que usted tiene entre las piernas en mi vagina, quiero sentir cómose abre paso dentro de mí, quiero su gran verga dentro de mí, ándele se losuplico por favor métala. – Eso es suegra, así me gusta pídame que lo haga,va a ver lo feliz que la voy a hacer. Y diciéndolo, me coloqué sobre ella yaproximé mi verga a la entrada de su raja que estaba húmeda y muy caliente, laempujé un poco y entró abriéndose paso entre la raja de mi suegra, quien ayudándomecon mi labor, abrió las piernas permitiendo que mi verga entrara más profundodentro de ella, -Ahhh, gimió y cerró sus piernas sobre mi espalda presionandomi verga aún más dentro de ella. Empecé un bombeo suave y cadencioso mientrasella gemía y me abrazaba, su raja estaba muy estrecha y caliente, presionabadeliciosamente mi verga produciéndome sensaciones ardientes. Mientras yo seguíacon mi mete y saca dentro de su raja la besaba en los labios y acariciaba sustetas que tenían los pezones duros y grandes de tanta excitación, en cuestiónde segundos su cuerpo volvió a contraerse y convulsionar segregando grancantidad de sus jugos que lubricaron aún más mi verga dentro de su raja,sentir cómo su vagina se contraía hizo que acelerara mis bombeos, provocandoque potentes chorros de semen salieran de mi verga empapando toda su raja. -Ahhhhh , qué rico suegrita sienta como le estoy llenando su rajita con mi semencaliente. – Sí Roberto lléneme con su leche decía ella mientras continuabagimiendo. La excitación que tenía en ese momento hizo que a pesar de haberdescargado gran cantidad de semen en su interior, mi verga se mantenía aúnerecta y caliente. Entonces procedí a besar a mi suegra en la boca quienrespondió con un ardiente beso su lengua buscó la mía y se entrelazaron. -Sabe Roberto nunca en mi vida he sentido cosas tan maravillosas como las queusted me ha hecho sentir. Decía mientras me seguía besando con pasión. – Sabemi ex marido lo único que hacía era subir mi bata, montarse sobre mí meter suverga en mi raja moverse durante algunos minutos y terminar dentro de mí, yonunca alcancé a sentir cosas como éstas, usted me ha cogido muy rico y suverga es deliciosa mucho más grande que la de mi marido que era pequeñacomparada con ésta tan rica que tiene usted. Entonces me levanté de la camajalándola conmigo, nos pusimos de pie y mientras la besaba y acariciaba sustetas con mis manos la coloqué de espaldas a mí restregué mi verga contra suculo mientras besaba la parte trasera de su cuello, con mis manos acaricié sustetas tan grandes y suaves y abriendo un poco sus piernas metí mi verga denuevo en su vagina esta vez desde atrás, ella gimió fuertemente, empecé denuevo el mete y saca, era delicioso ver a mi suegra ahí complaciendo mis deseosy verla gimiendo de placer con mi verga dentro de su raja, estuve cogiéndola enesa posición por largo rato, ella movía sus caderas para acomodar susmovimientos a mi ritmo, ella gimió de nuevo fuertemente, de nuevo estabateniendo un orgasmo, así que cuando sentí sus jugos surgir de lo más profundode su ser, saqué mi verga hasta afuera y de un sólo empujón se la clavéhasta el fondo. – Ahhhhh, me matas qué verga tan rica, decía mientras se corríanuevamente. Su cuerpo temblaba por la excitación y el orgasmo que acababa detener. Así que sacando mi verga de su raja la acosté en la cama boca arriba,subí sobre ella y coloqué mi verga entre sus tetas, ella apretó mi verga consus ricas tetas y empecé a masturbar mi verga entre ellas, cuando estuve apunto de correrme acerqué mi verga a la boca de mi suegra quien la abrió pararecibir toda la descarga de mi semen en su boca, tragó todo lo que pudo, luegometió mi verga en su boca y la chupó hasta dejarla limpia, mi suegra era unaverdadera puta en la cama. Me tendí a su lado en la cama y besándola en laboca, le dije: – Sabe suegrita, no me puedo explicar cómo mi suegro la dejó austed por una mujer más joven, si usted es toda una experta en la cama, nuncahe conocido una mujer como usted de ardiente, ni siquiera su hija es tancaliente y rica en la cama. Ella me miró ahora un poco sería y dijo: – GraciasRoberto, pero el que me ha cogido es usted a mí, yo solamente trataba deayudarlo con sus necesidades, pero veo que he sido yo la que ha salidobeneficiada de todo esto, su verga me ha vuelto a la vida, y de ahora enadelante quiero poder ayudarlo cuando lo necesite, y mientras decía esto bajabahasta meter de nuevo mi verga en su boca que al contacto con ella empezó aponerse dura de nuevo…

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