Ada era una compañera de la
oficina donde trabajaba, bajita y morena pero con muy buen cuerpo con 40
años bien llevados. En el complejo de oficinas donde estábamos ubicado,
ya hace tiempo habían construido un gimnasio, al pertenecer al complejo
se nos permitía usar los vestuarios para salir ha hacer deporte sin
tener que pagar la cuota. Aquel gimnasio tenía su auge en las horas
fuera de horario. Un día por temas de reuniones ya rondaban casi las
cuatro cuando libré de mi última reunión cuando fui rápidamente al
vestuario para hacer algo de deporte antes de que se hiciera muy tarde
ya que a según que horas era imposible cambiarse o ducharse.
Una vez cambiado y fuera del
vestuario introduje la bolsa en las taquillas para empezar a entrenar
cuando salió Ada del vestuario femenino con la misma intención. Aquel
día iba resoplando.
- “¿Sales a correr?”- le preguntó
- “Si, pero me he olvidado algo importante.”-contestó
- “¿Que te has olvidado?”- insistí yo.
- “El sujetador deportivo”-
contestó, un sujetador como un top que hace presión para no hacerles
daño. – “Y he tenido que ponerme el normal, luego tendré que ponérmelo
nuevamente”- terminó de explicarme. Intenté no darle importancia.
- “¿Te vienes?”- le djie y aceptó.
Salimos a la calle y me fije
bien en ella, iba con una camiseta de running blanca ceñida, le marcaba
todas sus curvitas y como no ese impresionante pecho que tenía. Se le
marcaba el sujetador negro de encaje, y llevaba unas mallas cortas hasta
la rodilla negras. Me estaba poniendo malo, aunque su culito era más
bien normalito, sus pechos eran grandes y con la camiseta ajustada y
marcando me ponia mas malo. Otros días que tampoco había llevado el
sujetador deportivo se había puesto una camiseta de tirantes con algo de
escote y aquello botaba de una forma tremenda que parecía que se fueran
a salir, o eso deseaba yo.
Yo me estaba poniendo malo y
mi pantalón lo reflejaba. Ada últimamente frecuentaba muy a menudo
nuestro departamento y con la excusa del entrenamiento sacaba alguna
conversación. Mientras corría yo la estudiaba desde donde podía, veía
como botaban sus pechos y como se le marcaba todo el contorno de su
cuerpo, cada vez estaba más empalmado hasta que ella se dió cuenta. Ella
me preguntó qué pasaba con risa picarona a lo que le contesté que me
gustaba mucho su camiseta, sin mas seguimos a lo nuestro. Finalmente
llegamos a los vestuarios y sacamos las bolsas de la taquilla para ir a
ducharnos cuando pasé la tarjeta por mi vestuario y este no me dejaba
acceso.
No entendía qué pasaba pues
acababa de entrar, nos dirigimos a los mostradores pero indicaba que no
había nadie hasta pasada las cinco y media. Eso suponía más de media
hora. En la sala de máquinas no había nadie, ni de mantenimiento ni
nada, al ser un gimnasio de empresa a las horas de trabajo no había
nadie. Volvimos hacia el vestuario a ver si alguien me había pero nada,
allí no había nadie, las taquillas estaban vacías.
Ada abrió su vestuario se
asomó y volvió a salir esperando que alguien me abriera, sonrió y me
dijo. – “El mio está vacío, si quieres podemos compartirlo”- yo me puse
malo y sonreí, ella movió la cabeza como indicando que iba en serio, que
pasara. Lo pensé unos instantes y finalmente acepté. Al entrar
comprobé que eran diferentes a los nuestros, los nuestros las duchas
eran comunes las de ellas individuales como cubículos. Puse mis cosas
tímidamente y me desnudé hasta quedarme en ropa interior. Pare a ver
como se cambiaba Ada y se quedaba solo con el suje de encaje y unas
braguitas negras a juego. La sorpresa fue cuando esperaba que se termina
de desnudar en la ducha pero no fue así, se quitó el sujetador, sus
pechos dieron un bote como un resorte y dejó para mi deleite a la vista
sus preciosos pechos. Luego hizo lo mismo con su depilado sexo.
Me miró y se rió con fuerza al
ver como se me marcaba el pene en mis slips. Me los quité rápidamente y
me metí en una ducha. Pero no funcionaba, así qu tuve que salir a por
la otra mientras ella me miraba.
- “No funcionan, solo va esta
creo, pero la podemos compartir, que veo que lo estás deseando” – me
dijo mirando mi erección y con una sonrisa de oreja a oreja.
Aquello solo quería decir una
cosa así que me puse muy nervioso pero decididamente me metí con ella en
la ducha. Cerramos la puerta y comenzó a salir el agua de la ducha y a
caer sobre ella, sobre sus pechos, no podía más. Comencé a besarla y a
acariciar su cuerpo, sus nalgas, sus pechos, su sexo. Ella empezaba a
disfrutar así que bajó y comenzó a hacerme una mamada. Yo estaba a cien y
quise devolverle el favor así que la levanté, la arquee dejando su
culito en pompa y comencé a lamerle y chuparle el sexo, mientras le
introducía mi lengua por sus labios. Finalmente la volteé y la cogí en
brazos y se la introduje apoyandola contra la pared. La hice saltar para
que entrara y saliera de mi berga, mientra me agarraba y saltaba.
Notaba sus pechos en mi cara como me golpeaban mientras intentaba
chuparlos. Cuando lo conseguía gemia y gemia.
Cuando el cansancio ya hacía
mella en mí, bajó y se puso bajo la ducha de espaldas a mi y seguí
penetrandola por detrás mientras la agarraba de sus pechos. Hasta que
nos fundimos en un orgasmo, derramando toda mi leche en su sexo.
Terminamos de ducharnos mientras le caía mi leche por sus piernas, ella
se limpiaba pero yo seguía excitado. Nos habíamos olvidado completamente
de donde estábamos y que éramos compañeros por culpa de la atracción y
la pasión así que nos pusimos las toallas y salimos de la ducha como el
que sale de la de su casa.
Mi sorpresa era que no
estábamos solos. Había otra chica en aquel vestuario que había entrado
mientras nos duchamos, por así decirlo. Ada se sentó en el banco sin
saber qué decir, yo miraba a esa chica de arriba a abajo, ella nos
sonreía al parecer sabía todo lo que había pasado. Era un poco más alta
que Ada, físicamente estaba muy bien, era castaña con mechas rubias, no
era fea aunque no era de mi gusto, había pasado los cuarenta y tantos
pero se conservaba muy bien.
Con un pantalón tejano ceñido
que le marcaba un culo de vicio y un cuerpo delgado. El pecho era
descomunal seguramente operado, mayor que el de Ada. Me fijé que llevaba
anillo de casada y una camiseta blanca casi transparente que no dejaba
nada a la imaginación, algo más de las que ahora están de moda, se le
marcaba la figura al ser ceñida y el sujetador blanco que apenas podía
soportar semejante pecho que sobresalia por la parte superior.
La chica me miró de arriba a
abajo, sonrió y miró a Ada como pidiendo aprobación a lo que iba a
hacer, Ada le indicó que si con la cabeza y comprendió que no le
importaba. Se acercó lentamente a mi mordiéndose los labios. Me agarró
de la toalla y la desató cayendo al suelo. Yo aun estaba tenso de la
ducha y de ver tremendo cuerpo, me la agarró y comenzó a frotar, esta
reaccionó volviendo a su tamaño de erección. Se acercó más a mi y me
susurró -” Ahora eres para mi”-
Se sentó en el banco y me dijo
-“Humedecerlo un poco”- señalando su sexo, yo hice caso, me arrodille
delante de ella y comencé a comérselo. Estaba rico y húmedo, mientras
Ada se acercaba a nuestro lado y ví de reojo como dejaba caer la toalla y
se comenzaba a masturbar en el banco. Hasta que creyó que ya era
suficiente y se levantó del banco, se agarró a los colgadores y dejando
el cuerpo medio en suspensión me ofreció su trasero y su rajita. Me puse
tras de ella y comencé a penetrarla, la agarraba de sus pechos a la vez
que frotaba su clítoris mientras entraba y salía de su rajita.. Ada
comenzaba a gemir y gemir entre tanto gemido de los tres la chica se
corrió de forma temblorosa. -“No pares”- dijo y seguí penetrando. No
había pasado más de un par de minutos cuando tuvo dos orgasmos mas.
La chica se sentó en el banco
exhausta, dando por acabada la sesión, yo frente a ella con el pene duro
como una piedra pidiendo un buen final y Ada frotando cada vez más
fuerte apurando sus últimos instantes. Ada tiró de mí hacia ella
quedando mi pene delante de su cara , se lo introdujo en la boca notando
el calor de su lengua y su boca. El gustazo era máximo, ella cada vez
se frotaba más fuerte y más rápido. Gemía con mi polla en su boca
haciéndola vibrar en cada gemido embistiendo cada vez con más fuerza su
cabeza contra mi.
La chica se recompuso y vino
hacia nosotros, se acercó a mí frotando su cuerpo contra mi mientras no
quitaba ojo de la mamada que me estaban haciendo. Observaba sin perderse
detalle mientras se restregaba. La estampa era tremenda, a mi lado
estaba la chica que frotaba su sexo contra mi pierna, rozaba sus pechos
contra mi mientras le apretaba de las nalgas y delante la cabeza de Ada
me embestía mi pene mientras veia como le botaban sus pechos por la
fuerza del vaivén y la de su brazo mientras se frotaba.
Ada terminó llegando, sus
gemidos y espasmos hicieron que me diera tal gusto que acabé en su boca.
Ada trabaja lo que podía mientras se estremecía, tragaba sin parar de
frotar, disminuyendo el ritmo, el semen que quedaba de esta segunda vez.
Se apartó exhausta mientras se relamía. Mi pene aun le colgaban hilos
de semen que no había podido recoger.
Yo me disponía a recoger la toalla y limpiarme cuando la chica que no dejaba de mirarmela le preguntó a Ada:
-”¿Sabe bien?”- preguntando por mi pene y mi semen.
A lo que Ada le contestó con una sonrisa. – “Pruebala tu misma y verás”
Así que se agachó y se la
metió en la boca. Relamió y recorrió toda entera y comenzó a chupar y a
absorbermela, recorriendo cada rincón con cara excitación, hasta que ya
no había más donde relamer, mientras se iba volviendo flácida. Nos
terminamos de vestir y la chica se cambió para ir al gym. Nos
disponíamos a salir del vestuario cuando la chica se acercó y me dijo-
- “La próxima te la chupo yo” – y se dirigió hacia la puerta – “Adiós Ada”
- “Adiós Rosa”- le contestó ella ante mi cara de sorpresa al ver que se conocían.
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