La madre de mi novia siempre me ha atraído y ella misma se ha encargado de que entre nosotros dos existiera una relación más intensa que la de suegra-yerno. De hecho, no podemos parar de hacerlo. Ella es viuda y vive sola. Yo me pasaba por su casa con la excusa de hacerle algunas reparaciones y ella me abría la puerta ligera de ropa. Un día ya no pudimos más y lo hicimos encima de la mesa. ¿Quiéres que te cuente cómo lo hicimos la última vez?
Tenía que ir a Barcelona a realizar unas gestiones y ella me invitó a comer en su casa. A las dos de la tarde estaba allí, me recibió con un beso tan intenso que nuestras lenguas no podían distinguirse, se convirtieron en una sola, enlazándose como dos víboras jugueteando, mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos.
Aunque sólo duró algunos minutos pareció un momento infinito. Tomamos algo y nos sentamos. Ella llevaba una minifalda muy corta, que me permitía ver su braguita blanca, que translucía su vello púbico.