Voy a comenzar aclarando, para todos aquellos que me lo preguntan y
que se lo preguntan ellos mismos, que todos los relatos publicados son
reales. Voy a seguir con una descripción mía y de los demás involucrados
en esta historia. Primero tengo que decirles que tengo 20 años, de tez
morena, pelo negro aunque me gusta teñirlo, ahora lo tengo de color más
rubio, ojos marrones, no soy alta, pero tampoco baja, lo que menos me
gusta de mí es mi cola, es un poco ancha y debería endurecerla como
dicen algunos de mis amantes, mis tetas no son nada chicas, considero
que son grandes para mi edad y mi estatura. Tengo un piercing en cada
pezón, otro en el ombligo, uno en la lengua y algunos más en cada oreja.
Un tatuaje en el cachete izquierdo de mi culo y otro en la espalda bajo
la nuca.
Ya describí un poco a Raúl, mi suegro, que tiene 50 años, es
grandote, fornido, con casi nada de panza, su pija es normal, tal vez un
poco más de 20 cm y su semen es espeso. El cerdo, que en todos nuestros
encuentros usa la máscara, tiene 53 años, es grandote, alto y gordo,
con bastante panza y peludo, tiene el mejor pedazo, gordo y largo y su
semen es muy espeso y acaba bastante.
Armando es el más elegante, no tan fornido, tiene 51 años, su verga
es más bien larga, sus bolas enormes y afeitadas, su semen es también
espeso y acaba bastante aunque no tanto como el cerdo. José es el más
delgado, no tan alto, tiene 49 años, su verga no es muy grande, normal,
curvada a la izquierda y su semen es más líquido. Antonio es el más
chico y bajito, pelado, con poco pelo a los lados de la cabeza y tiene
50 años, su verga es como la de José, tal vez algo más chica y su semen
es el más líquido de todos, bien líquido, pero acaba mucho. Todos están
casados, tienen muy buenos trabajos, viven muy bien y yo soy su
consentida.
Después de dos encuentros, el relatado antes y otro, me empezaron a
llegar regalos a mi departamento. Un teléfono celular nuevo, lencería,
vestidos, zapatos, un reloj, hasta una tarjeta de crédito. En una
oportunidad fui a pagar el alquiler de mi departamento y el encargado de
cobrarme, también encargado del departamento, me dijo que tenía tres
meses pagados. Me sentía como lo que era en realidad; la putita de un
grupo de viejos con plata. Las reglas o condiciones del “club” eran
pocas, yo debía estar disponible cuando ellos me dijeran y debía hacer
lo que me pidieran, yo aclaré que no quería nada de sadomasoquismo y
lluvia dorada y el otro de esos y ellos me dijeron que me quedara
tranquila, que a ellos tampoco les llamaba la atención.
La idea era que nos encontráramos una vez por mes, pero después de
tres muy buenos encuentros en tres meses cambiaron a dos encuentros por
mes y tal vez tres. Un día que estaba en la oficina Raúl me llamó y fui a
verlo. Me dijo que estaban planeando un fin de semana en una casa de
Armando, lejos de la ciudad. Que me iban a confirmar cuándo sería, pero
que fuera pensando.
Llegó el día y me puse un vestido no ajustado y una tanga bien
chiquita que consistía de dos tiras o hilos y un triangulito que cubría
mi concha, sin corpiño. Me armé una mochila con algo de ropa y un
abrigo. Tenía que esperarlos a tres cuadras de mi departamento para no
llamar la atención. Pasaron por ahí a las 8:00 de la mañana, estaba un
poco fresco y me puse el abrigo. Venían en una camioneta de esas todas
cubiertas bien bonitas con vidrios oscuros, Armando, que manejaba, José a
su lado y Raúl atrás. Y en un auto muy bonito también y nuevo venía
manejando el cerdo y a su lado Antonio.
La camioneta venía adelante, Raúl me abrió la puerta y subí. Saludé a
todos con besos y partimos de ahí. Cuando íbamos en camino me dio calor
y me saqué el abrigo. Raúl y José aplaudían y me miraban las tetas.
Habría pasado un poco más de media hora de viaje cuando Raúl se acercó a
mí, me pasó un brazo por atrás de la cabeza y me agarró las dos
tetas con ambas manos. Él sonreía y yo me mordía el labio inferior.
Mira esto, le dijo a José. José se dio media vuelta y veía cómo Raúl me
agarraba las tetas, me las juntaba, las apretaba, las acariciaba desde
abajo y así un buen rato. Yo estiré mi mano y busqué su bulto. Armando
miraba por el espejo retrovisor, yo le sonreía. Mi suegro tenía un
jogging y con una mano me las ingenié para bajárselo apenas. Raúl se dio
cuenta de mi entusiasmo por su pedazo y me dejó de manosear las tetas,
me empujó apenas de la cabeza para abajo para que le comiera el trozo.
-Ummm… y yo que no desayuné-dije mientras me agachaba y todos rieron a carcajadas.
Su verga estaba apenas poniéndose dura, sobre una de sus piernas. La
tomé con una mano y la pajeé toda, lentamente, con una mano, de las
bolas a la cabeza. La veía crecer y me enloquecía, me agaché más hasta
ponerla en mi boca, pero sin bajarme del asiento. Enseguida empecé a
mamarla muy lentamente acompañando las mamadas con una paja con una de
mis manos, rozándola suavemente con mi lengua.
Raúl empezaba a gemir y me metía mano por atrás, en mi entrepierna
encima de mi pantalón. Sentía una mano recorriendo mis muslos y
adivinaba que era José. Esa mano subió por la pierna hasta meterse
debajo del pantalón por el agujero de la pierna y me acariciaba el
cachete del culo. Dejé de pajear a mi suegro y dejé la mano en la base
cerca de las bolas, las acariciaba de vez en cuando y no dejaba de
mamarla. Casi de repente la camioneta fue disminuyendo la velocidad
hasta detenerse.
-Tenemos que comprar algunas cosas-dijo Armando.
José bajó inmediatamente después y yo me senté, me arreglé y salí
junto con Raúl. Paramos en un mini market y al lado nuestro estaba el
auto del cerdo. Cuando se bajó corrí un poco hasta él y me colgué de su
cuello para saludarlo y darle un beso. Saludé también a Antonio y
entramos. Era un lugar con bastantes cosas, muy variadas, con un tipo
que atendía detrás de un mostrador y un par de compradores más allá. El
del mostrador no me quitaba la vista de encima y miraba también a mis
acompañantes. Armando compró algunas cosas para comer, yo me probaba
unos lentes de sol y el cerdo me los vio, me preguntó si me gustaban, le
dije que sí, me preguntó si quería que me los comprara y sólo le
sonreí.
Fuimos al mostrador y los pagó, me puse de puntitas de pie, le di un
beso en la mejilla y le dije, gracias papi. Él me tomó la cintura y
bajaba su mano a mi culo. El tipo del mostrador me cacheteó el culo.
Llegamos a una calle de tierra y más allá a un portón. Se acercó un tipo
de seguridad, habló con Armando y abrió el portón. El tipo de seguridad
se quedó parado ahí viendo cómo pasábamos. Cuando cruzamos comenzó una
calle asfaltada y empecé a ver mucho verde, muy lindas casas. Dimos
algunas vueltas por las calles hasta que llegamos a una entrada que
llevaba a la casa de Armando.
Era grande y muy bonita, con un enorme garaje al que se llegaba por
un caminito bien marcado. Detuvieron los vehículos y se empezaron a
bajar. Armando abrió y José me tomó de la mano para acompañarme.
Entramos y Armando se fue a la cocina, otros salieron y otros fueron al
baño. José me soltó la mano y me quedé un rato mirando todo alrededor.
Apenas se cruzaba la puerta el espacio se agrandaba, se abría en un
estar con dos sillones grandes, largos y cuatro chicos, dispuestos
contra las paredes. Esta sala estaba un poco más abajo que el resto de
la casa con algunos escalones que separaban ese estar de la cocina, de
la puerta y de un pasillo que llevaba a los dormitorios, a los baños y a
un segundo piso. Al lado de la cocina estaba el comedor, muy grande
también, con una barra dividiendo ambos lugares y con una mesa larga y
otra redonda en la cocina.
Había un televisor enorme en el estar y otro en el comedor. Realmente
estaba encantada con el lugar y me quedé admirándolo un momento.
Después Armando y José salieron, Raúl venía del baño y me dijo que
saliera. Cuando crucé una puerta-ventana de vidrio, que estaba en el
comedor, ya estaba afuera, había una pileta y un inmenso parque, todo
verde. Casi todos estaban en la churrasquera para hacer el asado (carne
en una parrilla que se asa con las brazas del fuego), menos
el cerdo, que estaba sentado en una reposera al lado de la pileta.
Sin pensarlo dos veces me saqué la remera, me saqué el short y me fui
corriendo para tirarme a la pileta ante la ya atenta mirada de casi
todos.
El agua estaba un poco fría, pero muy relajante. Nadé un poco
mientras el cerdo se encendía un cigarrillo y Antonio venía de adentro y
se sentaba al lado del cerdo. Después de un rato me aburrí y salí del
agua mucho más fresquita. Me quedé parada para secarme con el sol y el
aire un poco mientras todos me miraban y comentaban cosas.
El cerdo se movió un poco a un costado y me hizo una seña de que me
sentara al lado de él. Me senté y le agarré lo poco que le quedaba de
cigarrillo y me lo fumé. Me recosté en la reposera y él me abrazó y me
llevó contra su pecho. Con la otra mano libre me empezó a masajear una
teta. Yo estiré mi mano bajo su short de baño y masajee su verga hasta
que se fue poniendo dura. Le apretaba los huevos y él se esforzaba por
llevar su boca a mis tetas. Me senté en la reposera y le bajé el short.
Agarré su verga con las dos manos y lo pajee. Él me acariciaba la
espalda y buscaba mis tetas con la otra mano. Me tiré de cabeza sobre
aquel hermoso pedazo, lo tenía con una mano y lo presionaba sobre el
estómago del cerdo para comerme sus bolas.
Sentí sus manos en los cachetes de mi culo y sentí cómo corría la
finita tanga que llevaba. Empecé a lamer y morder su pedazo y a apretar
sus bolas. Con su fuerza característica me tomó de la cintura y no se
cómo, pero me puso de tal manera que quedamos haciendo un 69 con su cara
metida en mi entrepierna. Tiraba lengüetazos cortos y rápidos en mi
clítoris que me arrancaron rápidamente unos gemidos.
Me metí su verga en la boca y empecé a babosearla toda y la fui
mamando con la lengua pegada a el acomodaba la reposera desde atrás para
quedar sentado. Cuando estuvo puesto el forro lo estiré y el cerdo me
agarró de la cintura y me acomodó arriba de él. Puse mis rodillas a cada
lado de la reposera y fui bajando con su verga en la mano hasta que
entró. El cerdo pasó sus manos de mi cintura a mis tetas, sin levantar
las manos, acariciándome todo el estómago y dejándome las manos en las
tetas, una mano en cada teta. Las acariciaba suavemente, recorriéndolas
todas, abarcando cada parte de ellas, hasta que en un momento las dejó
debajo de mis tetas, pero agarrándolas, con cuatro de sus dedos bajo mis
axilas y el dedo gordo debajo de mis tetas, como sosteniéndolas.
Así me masajeó los pezones y después me empezó a levantar de ahí para
que su verga entrara y saliera de mi concha. Mis manos estaban en sus
varoniles brazos y era él quien imponía el ritmo de las penetraciones.
Me levantaba y su pija salía, no toda claro, me bajaba, no me dejaba
caer, y su pija entraba toda otra vez. Así mantuvo el ritmo un buen
tiempo hasta que la humedad de ambos comenzó a producir los primeros
ruidos al yo bajar y subir por su pedazo. Dejaba de subirme y bajarme
para dejar sus manos en mis tetas, acariciarlas, apretarlas, jugar con
los pezones, estirarlos tirando de los piercings, agarrando cada teta
desde abajo y apretarla.
Después volvía a subirme y bajarme y así un buen tiempo hasta que por
fin me dejó abajo y él hizo unos movimientos pélvicos casi
imperceptibles dándome a entender que había acabado. Me levantó del
mismo lugar donde casi siempre tuvo sus manos y me dejó sentada a su
lado en la reposera. Se sacó el forro y lo tiró a un costado, su pija
estaba toda chorreada de semen por haber caído del condón.
Me levanté, caminé hasta la parte de los pies de la reposera y me
subí en ella y gateando fui hasta su entrepierna. De cuclillas me
dediqué a limpiar su pedazo. Con la lengua primero traté de recuperar el
semen que había chorreado hasta sus bolas y así sin levantar la lengua
de su pedazo iba hasta la cabeza, bajaba y subía. Antonio se levantó de
la reposera de al lado y fue hacia atrás mío. Puso sus manos entre mis
muslos y mis cachetes del culo y me levantó apenas y fue metiendo su
verga lentamente en mi concha y así entraba y salía de ella ayudándose
con sus manos en mi cadera.
De repente aceleró sus embestidas y yo me dediqué a abrir la boca y
dejar la pija del cerdo dentro de ella para lengüetearla cuando Antonio
me d
ejaba por sus penetraciones. Antonio se detuvo, dio unas embestidas
más y sacó su verga de mi conchita. Saqué la verga del cerdo de mi boca,
di media vuelta mi cabeza y vi a Antonio con la pija en una de sus
manos y con la otra sacaba el forro y lo tiraba al césped. Acaricié un
poco más la verga del cerdo y me levanté.
Me senté en el borde de la reposera y Antonio se acercó con la verga
en su mano para que se la limpiara. La agarré con mi mano derecha, corrí
el cuero para atrás y como todavía quedaba algo de semen, acerqué mi
boca, saqué la lengua y sentí una gota de semen caer en ella. Sin meter
la lengua en mi boca la acerqué a su pedazo y lo lamí y besé hasta
dejarlo brillante por la saliva. El cerdo se había sentado en la
reposera y se había pegado atrás mío para manosearme las tetas mientras
le limpiaba el trozo a su amigo. Armando llamó a todos adentro porque la
comida estaba lista y había que preparar la mesa. El cerdo y yo
llegamos de últimos y todos ayudamos.
Yo seguía desnuda, sólo con la tanga puesta y todos me rozaban, me
cache boca sin lamerla antes ni nada de eso. Armando estaba atrás mío
con su pija en la raya de mi culo y una mano en una de mis tetas
apretándola y la otra mano en mi entrepierna, por delante, abriendo mis
labios vaginales con dos dedos y metiendo un tercero adentro de mi
concha. Después subía a mi clítoris, lo acariciaba y lo friccionaba
rápidamente y después lo volvía a acariciar suavemente provocando mis
gemidos. Yo seguía con la pija de mi suegro en mi boca, friccionando
cada vez más con los labios. Armando me decía al oído cosas como, qué
linda chupa pija sos nena. Sos nuestra trolita nena. Sos toda una
putita, una putita hermosa, con un terrible par de gomas.
Raúl me sostenía la cabeza apretándola contra su pedazo para que no
me apartara de él. Soltaba su verga y su mano pasaba a mi otra teta, la
acariciaba, buscaba el pezón, lo apretaba y tiraba del piercing. Armando
dejó de meterme dedos en la concha y me empezó a pasar su verga
durísima por toda la raya del culo, de arriba hasta abajo. Primero la
pasó a lo largo y después la pasó con su cabeza pegada a la raya de mi
culo. Raúl agarró su verga, se pajeó un poco y empezó a escupir semen en
mi boca, agarrándome la cabeza para que todo su semen quedara dentro de
mi boca.
Levanté mi cabeza, abrí la boca y le mostré a mi suegro su propio
semen en mi boca y me volví a agachar sobre su pija, junté los labios
como si fuera a besar y largué un poco de semen sobre el pedazo de mi
suegro, tragué lo otro que quedaba en mi boca y rápidamente la abrí de
nuevo para meterme su pija en la boca y limpiarla todo, incluyendo el
poco semen que yo misma había tirado sobre ella.
-¡Ay! ¡Qué hija de puta! ¿Viste eso?-le preguntó mi suegro a Armando.
-Siiii… es una atorranta esta nena. Le gusta mucho ser nuestra trolita.
Armando salió de la pileta con la pija empalmadísima, Raúl se puso de pie, me tomó de una mano y me ayudó a salir.
-Déjame la cola-le dijo Armando a mi suegro.
Raúl se acostó sobre el césped y Armando me llevó hacia él. Raúl se
pajeaba y Armando me llevaba de tal manera que me pusiera encima de él.
Abrí mis piernas y las separé encima de él abriéndolas a cada lado suyo.
Armando me hizo arrodillar y después me fui acercando a la verga de
Raúl que todavía la sostenía con una mano. Me levanté apenas y volví a
bajar sobre su pija que se abrió paso fácilmente a través de mi
conchita.
-Ummm… está calentita-dijo Raúl haciendo referencia a mi concha.
Me moví un poco de arriba abajo y sentí la mano de Armando en mi
espalda, que me empujaba apenas hacia adelante inclinándome sobre mi
suegro. Todo esto se hacía muy lento mientras la verga de Raúl parecía
seguir ensanchándose dentro de mi concha. Al sentir esto yo le sonreía.
El tenía sus manos sobre mis muslos y los acariciaba, de ahí pasaron a
los cachetes de mi culo, puso sus dedos cerca de la raya de mi culo y
fue abriendo separando mis cachetes. Yo giré mi cabeza para ver y vi a
Armando con su verga en la mano acercándose a mi culo, estaba de
rodillas entre las piernas de Raúl. Puso lentamente la cabeza de su pija
en el agujero de mi culo y
fue empujando lentamente. Grité muy fuerte, aahhhhhyyyyyyhhhhh y él
la sacó. Volvió a meter solo la cabeza y me preguntó, ¿sigo nena?, me
tomé un segundo para contestar y le dije, si papi, pero despacio.
Y la fue metiendo muy de a poco. Yo seguía gritando y cuando los
gritos eran muy fuertes él se detenía, manos en mis muslos y los subía a
mis tetas, me acariciaba los pezones para calentarme y que me olvidara a
pasar un poco el dolor. Después de unas cuantas penetraciones de ambos
sentí que me acostumbraba y que el masajeo de mi suegro sobre mis
pezones y las penetraciones de ambos me daban un gran placer. Raúl se
detuvo por un momento, dejó de penetrarme y Armando aprovechó para
cogerme el culo. Tenía su pecho sobre mi espalda y yo estaba cada vez
más cerca del pecho de Raúl. Las penetraciones de Armando hicieron que
por fin cayera sobre el pecho de mi suegro. Yo intercambiaba entre
gritos y gemidos muy fuertes.
-Ahhhhgggg…uuuumm…ahhhhh…aaghhhh…ummm…siiii.
Raúl empezó a moverse de nuevo con leves movimientos pélvicos. Los
tres estábamos produciendo un coro de gemidos. Mis gritos y gemidos
fuertes apenas sobrepasaban sus gemidos roncos y ásperos. Varios minutos
así y ya todo era goce. Sus movimientos parecían acompasarse, parecían
turnarse para entrar y salir de mis agujeros.
-¿Intentamos llenarla al mismo tiempo?-le preguntó Raúl a Armando y ambos se detuvieron.
-Hoy me tocaba llenarla a mí-le dijo Armando a Raúl.
-Ya se, pero que se lave después, que se quede un buen rato
tranquila. Igual mañana también podés llenarla todo el día-charlaba mi
suegro con Armando mientras yo seguía en el medio de los dos.
-Bueno, está bien-contestó Armando.
Armando volvió a penetrarme hasta que le dijo a Raúl, ummm… voy
llegando, entonces Raúl empezó a moverse lentamente. Un poco más de
tiempo así y Armando dijo voy, y Raúl repitió lo mismo. Menos de un
segundo después Armando empezó a largar semen en mi culo y aún menos
tiempo después empezó Raúl a llenar mi concha con su semen. Una especie
de triple gemido-grito muy fuerte nos unió tanto como las acabadas.
Después yo también empecé a tener un tremendo orgasmo que no podría
compararlo con algún otro. Después de terminar su acabada Armando se
tiró encima de mí y quedamos los dos sobre Raúl que tampoco se movía.
Después de un rato ambos reaccionaron con insultos y halagos hacia mí
como era costumbre. Armando se levantó, quedando de rodillas y fue
sacando lentamente su pija de mi orto.
-Tenés que ver esto. No sabés cómo le sale la leche del culo a esta pendeja-le decía a Raúl.
Cuando su verga estuvo toda afuera se puso de pie y me ayudó a mí a
ponerme de pie. Me fui levantando y la leche caía de mi concha sobre la
verga de Raúl que se empezaba a teñir de blanco. Nos quedamos los tres
un rato parados, yo abrí las piernas y el semen seguía saliendo de mi
concha. Desde atrás Armando abría mi culo y lo llamaba a Raúl para que
viera su semen en mi orto. Ninguno de los dos dejaba de sorprenderse. La
leche de mi suegro empezaba a bajar por mis piernas. Armando me empezó a
dar un par de cachetadas en el culo.
Después de un rato Raúl se tiró al agua, yo lo seguí y después se
tiró Armando. Armando se me acercó por atrás mientras salía de abajo del
agua y me preguntó si estaba bien. Más que bien papi, le contesté
sonriendo y me besó apasionadamente. Disfrutamos un rato más del agua y
salimos. Nos sentamos un rato en las reposeras y después nos fuimos
adentro. José y Antonio estaban en uno de los sillones grandes enfrente
del televisor, viendo algo de deportes. Los tres fuimos hasta ellos.
-No saben cómo la llenamos a la nena-les dijo Armando.
-La llenamos al mismo tiempo por atrás.
Antonio me acarició una teta mientras su otra mano seguía en mi muslo
e iba subiendo de a poco, lentamente hasta llegar a mi entrepierna y
volvía a bajar y volvía a subir acercándose cada vez a mi conchita y a
la tanga, pero sin terminar de llegar. José era el más detallista, yo
veía como daba lengüetazos a mi pezón, como si disparara con su lengua,
lamidas cortas y seguidas, de lado a lado y de adentro hacia afuera de
su boca. También lo a
pretaba apenas con los dientes y tiraba despacio, agarraba el
piercing con los dientes y también tiraba de él. Lamía todo el pezón y
subía recorriendo en círculo mi teta para después morderla apenas y
babearla toda.
Antonio sólo daba lamidas y chupaba mi teta, le daba más atención a
su mano en mi entrepierna que de a poco iba acercándose a mi concha
hasta tocarla apenas con los dedos. Yo abría las piernas casi
instintivamente porque estaba disfrutando mucho de todo eso y me sentía
casi perdida. Cuando Antonio ya había corrido mi tanga a un costado y
empezaba a pasar sus dedos por mis labios vaginales apareció al lado de
él el cerdo, que recién se levantaba. Se sentó un rato y veía tele y nos
veía a nosotros. Después se puso de pie y dijo, me voy a dar un baño.
-Te acompaño papi-le dije.
Me puse de pie y lo seguí. Tenía ganas de darme una ducha. El se
desnudó y se metió debajo del agua. Yo me metí y él me empezó a jabonar
por todas partes, sin dejar un sólo lugar sin tocar con el jabón. Le
dije lo que habíamos hecho con mi suegro y Armando afuera, cerca de la
pileta, lo mucho que me había gustado y lo mucho que me había dolido
también, sobre todo al principio. Estuvimos como una hora más o menos
ahí hasta que salimos. Me puse otra tanga y una camisa suya que me
quedaba bastante larga, bastante más abajo de mi culo.
Cuando llegamos a la sala todos nos fuimos al comedor. Nos sentamos
en la mesa y comimos algo dulce, café, mate, ese tipo de cosas. Yo
estaba sentada en las piernas del cerdo. Antonio se paró y trajo un mazo
de cartas y nos pusimos a jugar a algunas cosas. Después de un buen
rato jugando, tomando algo fresco y riendo bastante el cerdo propuso
otro juego. Nos paramos todos y fuimos al living, al estar. El cerdo me
puso un pañuelo en los ojos y explicó el juego.
Iban a pasar de a uno y yo tenía que adivinar de quién era la verga
que tenía en mi mano primero y en mi boca después. Con la mano era más
fácil, podía tocarla y acerté cada una de las pijas que agarré. Después
con la boca tenía que descubrir de quién era usando la boca como si
fuera el tacto. Me costó un poco más de esta manera y confundí la verga
de Antonio con la de José. Después de nuevo con la boca, pero esta vez
tenía que adivinar de quién era por el sabor, es decir por medio del
sabor de cada pija. Ahí sólo acerté la del cerdo y la de mi suegro Raúl.
La del cerdo porque su sabor y su olor son inconfundibles, son fuertes y
la de mi suegro porque estaba acostumbrada a ella.
Fue bastante entretenido y reímos todos al final cuando Armando
preguntó quién había ganado y José dijo que todos. Después de eso, como
estaba sentada en el sofá, Raúl me empujó apenas para atrás. Quedé
recostada con la cabeza entre el espaldar y el apoya brazos del sofá.
Abrió mis piernas y empezó a penetrarme. Se movía con todo, muy rápido,
tenía una mano apoyada en el espaldar y la otra la tenía sobre una de
mis tetas. Los demás miraban y animaban sus pijas para ser los próximos.
Antonio seguía manoseando mis tetas y estiraba otra mano hacia mi cola.
Con un dedo recorría toda la raya de mi culo desde el principio hasta
que llegaba abajo a mi concha, volvía a subir y se quedaba en el agujero
de mi culo metiendo apenas la punta de un dedo.
Con la verga de José en mi boca gemía como podía. Armando se subió a
la mesa y me empezó a penetrar. José estiraba una mano y agarraba una de
mis tetas. Antonio se pajeaba bien lento con una mano en mi otra teta.
Armando daba largas embestidas y lentas. Me agarraba el culo, me lo
manoseaba, como si me lo estrujara y acariciaba mis piernas sin dejar de
penetrarme. Enseguida la humedad de mi concha comenzó a generar el
ruido lógico al chocar Armando contra mí. Aceleró un poco su ritmo. José
me agarró de la cabeza con ambas manos y me cogía la boca. Aprovechaba
las embestidas de Armando que me llevaban hacia adelante para cogerme la
boca, pero también hacía un movimiento.
No faltó mucho para que descargara el semen de sus bolas en mi boca.
Cuando empezó a largar semen me metió la pija bien adentro para que
tragara todo el semen. Armando seguía con sus embestidas firmes, José
sacó su pija de mi boca y se sent&o
acute;. Unas penetraciones más y Armando también vació sus bolas,
pero en un forro. Sacó su verga de mi concha y se sacó el forro
tirándolo después en el piso. José se puso de pie y se fue hacia atrás
mío. Se arrodilló arriba de la mesa y comenzó a besarme todo la espalda
hasta llegar a los cachetes de mi culo. También me besaba en la boca y
volvía a bajar recorriendo toda mi espalda con una mano en mis tetas,
manoseándolas como podía, tirando de los piercings.
Después se apartó un poco, se puso un forro en la verga y me fue
penetrando despacio hasta perder su pija dentro de mi concha. Me tomó
del pelo y se sostenía de ellos haciendo movimientos pélvicos para
penetrarme. Mis gemidos no tardaron en llegar y sus insultos me
provocaron aún más placer.
-¡Que putita sos nena! ¡Cómo me gusta clavarte!
Antonio se paró frente a mí con su verga en la mano, seguía
pajeándose y sin avisar empezó a largar semen en mi cara. Su leche
empezó a caer de mi rostro lentamente después de un ratito, mientras
José seguía entrando y saliendo de mi concha. En el momento de mayor
placer, con el semen de Antonio en mi cara, José tomándome del pelo y
penetrándome a la vez que me seguía diciendo cosas, golpearon la puerta.
Todos se vieron sorprendidos. José dejó de penetrarme, pero Armando se
puso de pie como si nada y fue hasta la puerta. Miró por la mirilla de
la puerta y abrió. No creo que haga falta que les diga que estaba
desnudo y que desde la puerta se podía ver toda la escena; una chica
joven desnuda arriba de una mesa en cuatro patas con un tipo de casi 50
años atrás suyo y otros tres tipos sentados en los sofá. El diálogo que
se alcanzó a escuchar fue más o menos este.
-Hola Ricardo, ¿qué andas haciendo?-preguntó Armando.
-Acá andamos. Estaba al lado y Pablo (hijo de Ricardo, vecino allí de
Armando) dijo que había sentido ruidos esta tarde en tu casa. Yo lo
dejé pasar, no me imaginé que ibas a estar acá porque no nos dijiste
nada, pero hace rato vi luz y pensé que sí estaban, pero ahora veo qué
hacen.
Armando se movió un poco y le dejó paso a Ricardo, que entró en la
casa. Desde las escaleras de la sala saludó a todos y todos le
devolvieron el saludo.
-Ella es Carolina, le decimos la nena, y coge por donde sea, mama como una diosa.
Se sacó el forro y se pajeó un poco. Mientras se pajeaba con una mano
me empujaba con la otra tirándome para atrás, afirmé las manos en la
mesa detrás de mi espalda y José apuntó con su pija a mis tetas y en un
par más de pajeadas empezó a largar leche sobre mis tetas, en el medio
de ambas y un poco en cada una de ellas. Con una sonrisa en mi rostro
veía como tiraba el cuero para adelante y daba repentinos movimientos
con su mano sobre su verga que hacían que las últimas gotas de semen
cayeran sobre mi pecho. Armando y Antonio se pararon, prepararon algunos
tragos y con Raúl preparamos unas pizzas entre chistes y manoseadas a
mi cuerpo. Vimos algo de televisión mientras comíamos y tomamos tragos
bastante fuertes.
Después de comer y ver un buen rato tele, le chupé la pija a Raúl que
estaba sentado al lado mío. Seguía sentada y sólo me acomodé de costado
para mamar su verga. Antonio se acercó por atrás y me masajeó el culo,
me lo apretó, me lo mordió un poco. Raúl tiraba su cabeza para atrás
afirmándose en el espaldar del sofá disfrutando con la mamada que le
estaba dando y metía una mano por debajo mío entre mis tetas y el sofá
para agarrar una de mis tetas. Antonio me acariciaba el muslo y se puso
detrás de mí, me paró apenas el culo, abrió los cachetes de mi culo y
fue metiendo lentamente su pija. Una vez adentro empezó a sacarla y
meterla despacio, abriendo los cachetes de mi culo y apretándolos
también. Una mano de mi suegro se puso en mi cabeza, acompañando los
movimientos de mi boca para chupar su verga.
Lo pajeaba rápido y le daba lamidas, rozando su pija con el piercing
de mi lengua, y mamadas con los labios. Antonio sacó su pija de mi culo
antes de acabar y me corrió del sofá para que me quedara arrodillada en
el piso con la pija de mi suegro todavía en la boca. Antonio tomó mi
mano libre y la puso sobre su pija. Lo pajeé un poco y despu
és dejé de chupar la verga de Raúl para correrme apenas al lado y
meterme la pija de Antonio a la boca. Pajeaba a Raúl y comía la húmeda
pija de Antonio y me cambiaba para comer la verga de mi suegro y pajear a
Antonio y así seguía.
Ellos se debatían en gemidos y yo disfrutaba de sus vergas calientes y
cada vez más húmedas. En un momento cuando estaba comiendo la pija de
Antonio, éste se irguió despegando su espalda del espaldar del sofá, me
tomó de los pelos, me tiró la cabeza para atrás y apuntó su verga a mis
tetas vaciando todo el semen sobre ellas. Yo sonreía, me mordía el labio
inferior y sacaba la lengua sin perderme detalle de su acabada en mis
tetas, sin soltar la pija de Raúl. Cuando dejó de largar semen me soltó
el pelo y me tiré de cabeza sobre la pija de Raúl.
-¡Qué hija de puta esta pendeja! ¡Cómo te la come!-decía Antonio.
Yo apresuraba las pajeadas sobre la verga de mi suegro y al bajar mi
mano bajaba mi boca acompañándola, apretaba bien fuerte los labios sobre
su pedazo para provocar la mayor fricción y acelerar la salida de su
semen. No tardó en dar resultados. Raúl puso una mano en mi cabeza y con
la otra agarró su verga, sosteniéndola, soltó todo un caudal de semen
en mi boca que infló mis cachetes.
-Ahhhhh….. Aaaaggghhh…ufff….ummm….aahh-gemía Raúl.
Cuando sacó la mano que sostenía mi cabeza lo miré, le sonreí con los
cachetes inflados por su semen, me hice para atrás y abrí apenas mi
boca para dejar caer su semen de a poco en mis tetas donde todavía
quedaba leche caliente…
Me follaron tanto por el culo que tenia que hacer caca con hilo
Posteado en Sexo Anal , Sexo Irracial en por Esperanza
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