Cuando todavía vivíamos en Neuquen ; fuimos invitados
durante un verano a pasar un fin de semana con nuestros suegros en una
estancia de campo que habían alquilado.
Ellos insistieron en la invitación porque había lugar para todos…
Llegamos al lugar el viernes en la tarde y cenamos frugalmente.pidió a mi marido si podía llevarla
hasta la ciudad, que quedaba a unos cuantos kilómetros de distancia,
diciendo que el auto de mi suegrono funcionaba.
Apenas salieron, me dispuse a tomar sol en una enorme piscina que había
detrás del casco de la estancia. Para ello estrené una flamante bikini
recién comprada, que en realidad era apenas un hilo dental…
La delgada tira de tela apenas cubría mi pubis bien depilado y por
detrás casi no llegaba a ocultar la entrada anal entre mis cachetes.
Pero no me importaba; porque sabía que iba a estar sola durante la mañana. Había olvidado la presencia de mi suegro Ernesto.
Unos meses atrás había pasado un par de días en casa de mis suegros,
mientras mi esposo estaba de viaje por el interior. En esa ocasión había
espiado una noche para verlos coger. Me había sorprendido que mi suegra le
entregara el culo a mi suegro. Ese hombre tan viril, me había
sodomizado al día siguiente; tal como lo había hecho con su esposa
durante esa noche…
Desde ese día mi suegro me cogió unas cuantas veces más; pero de repente toda esa calentura se nos había pasado a ambos…
Al llegar al costado de la piscina, sentí una presencia a mis espaldas y
giré mi cabeza. Allí estaba Ernesto en la galería de la casa,
disfrutando unos mates mientras su visión se regodeaba con mi cuerpo
casi desnudo.
Mi hilo dental no me cubría prácticamente nada en absoluto; pero la mirada de mi suegro terminó de desnudarme por completo.
Comencé a sentir cierta humedad entre mis piernas; pensando si mi suegro se iba a atrever a cogerme después de tanto tiempo…
Me saludó desde lejos y yo le sonreí para devolver su saludo.
Me encontraba acostada boca arriba cerca de la piscina; cuando de repente una sombra se interpuso entre el sol y yo.
Al abrir mis ojos encontré a mi suegro con dos vasos de cuba libre en sus
manos. Estiró un brazo y me ofreció uno. Al incorporarme, pude apreciar
que mi suegro ya no llevaba los pantalones que tenía un rato antes,
mientras mateaba en la galería…
Ahora vestía apenas una especie de zunga brasilera, que apenas cubría
el tremendo pedazo de poronga que cargaba ese hombre y que yo alguna
vez había sentido en el fondo de mi estrecho culo…
Luego de aceptar el trago que me ofrecía, no pude evitar dirigir mi
mirada hacia ese enorme bulto; pero pude esquivarla con rapidez, para no
dejar mi calentura en evidencia.
Pero mi suegro se dio cuenta que yo estaba hipnotizada por su verga…
Conversamos sobre cosas triviales mientras tomábamos los tragos y de
repente mi querido y libidinoso suegro me dijo que me quitara el hilo
dental; así no se mancharía al untarme bronceador en mi cuerpo.
Lo hice con mucha naturalidad, quedando completamente desnuda frente a
Ernesto, que meses antes me había visto en ese estado mientras me cogía…
Comencé a pasar la crema bronceadora por mi cuerpo; con movimientos
sensuales, mientras de reojo miraba a mi suegro que seguía observándome
en silencio, sin descaro. Pude ver que su enorme bulto comenzaba a
crecer bajo su diminuta zunga…
De repente no aguantó más y me pidió que me acostara boca abajo, para que él pudiera untarme la crema en la espalda.
Sentí sus manos tocar mi piel; sus manos callosas, de macho rudo, que
comenzaban a recorrer mi espalda desde mi nuca. Cerré los ojos y lo
dejé hacer, sintiendo un placer inusitado. Tuve que reprimir algunos
gemidos y las ganas de pedirle a gritos que no me hiciera desear más y
me cogiera de una buena vez en lugar de calentarme tanto con sus recias
manos.
Sus dedos bajaron por mi espalda sin llegar a tocar mis glúteos. Eso me
pareció extraño, pero al mismo tiempo me calenté mal; sintiendo que mi
concha comenzaba a humedecerse…
Ernesto no había notado mi excitación. Mis pezones endurecidos
estaban ocultos contra la toalla que había extendido sobre el pasto.
Comenzó a rozar la raja de mi culo con sus dedos, muy despacio.
Con mucha delicadeza me hizo separar los muslos y entonces sus dedos se
abrieron paso con la crema hasta llegar a mis labios vaginales.
Entonces sonrió y me dijo que estaba bastante humedecida…
Sonreí diciéndole que era debido al toque mágico de sus manos.
En ese mismo momento levanté un poco mi pelvis, como si estuviera
haciéndole una invitación. Sus manos volvieron a la carga y pronto dos
de sus dedos se deslizaron producto de mi propia humedad y con la ayuda
de la crema bronceadora se perdieron en la profundidad de mi ahora
dilatada concha…
Suspiré y levanté mi cabeza; pero Ernesto hizo un rápido movimiento y
me tomó por la nuca, haciéndome reposar nuevamente sobre mis brazos
cruzados al frente.
Comencé a sentir un tercer dedo que hurgaba en mi entrada trasera.
Los otros dos que habían estado dilatando mi concha, de repente le cedieron el lugar a la gruesa verga de mi suegro.
Ernesto se apoyó contra mis nalgas y colocó la punta de su dura pija
sobre mis labios vaginales. Yo volví a levantar mi pelvis para
facilitarle la penetración. Sin sacar su dedo de mi orificio anal, que
de a poco iba cediendo, Ernesto se impulsó hacia adelante y entonces
sentí ese tremendo pedazo de verga dura abriéndose paso entre mis
paredes vaginales.
Levanté la cabeza para aullar de dolor y placer; pero mi suegro
volvió a hacer que la apoyara sobre la toalla; ahogando mis gritos…
Me preguntó si me gustaba así bien duro y con mi voz apagada por la
toalla le respondí que obviamente me encantaba que me cogiera así bien a
lo bruto…
Ya con su enorme pija enterrada hasta el fondo, comenzamos los dos un
rítmico sube y baja, mientras Ernesto seguía dilatando mi ano ahora con
dos dedos, que entraban y salían sin ninguna resistencia…
Durante un buen rato y después de tres orgasmos de mi parte, me dijo
que mi culo ya estaba listo para ser llenado de leche caliente.
Si siquiera darme tiempo para pensarlo, sacó sus dedos de mi orificio
trasero y su pija endurecida tomó su lugar enseguida. Mi ano estaba tan
dilatado que no alcancé a sentir dolor.
El cuerpo de mi suegro estaba montado sobre mi espalda. Sentí su
aliento en mi nuca y me susurró al oído que ya estaba empalado casi por
completo dentro de mi culo.
Agregó que para sentir más placer, debía apretar mis nalgas cuando él
sacara su verga, como si quisiera atraparla. Cuando sintiera que me la
estaba metiendo, tendría que aflojar para dejarlo entrar a fondo…
Obedecí sus instrucciones y pronto sentí un tremendo placer mientras la
verga enorme de mi potente suegro me sodomizaba a lo bruto…
Pronto sentí otro intenso orgasmo creciendo en mi interior. Exploté aullando como una loca.
Unos segundos después, mi suegro también acabó, llenándome el culo con su semen hirviente.
El placer me hizo desmayar. Así quedé tendida boca abajo al sol.
Un rato después sentí una suave palmada sobre mis nalgas. Pensé que Ernesto regresaba dispuesto para una segunda vuelta.
Pero la voz de mi adorado esposo me sacó de mi ensueño.
Víctor estaba allí de pie, mostrándome mi diminuto hilo dental y
diciéndome que me lo colocara… no fuera que mis suegros se
escandalizaran de verme completamente desnuda…
Mi suegro me lleno el culo con su semen hirviente
Posteado en Beso Negro , Confesiones , Sexo Anal , Suegros en por Esperanza
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