Querido diario:
Hoy ha llegado Elena, mi prima, en tren desde París. Estaba muy
contenta, y me ha traido una caja envuelta en papel de celofan. Me ha
aconsejado abrirla en mi cuarto, así q la he guardado en el armario para
abrirla después de cenar.
Cuando he subido, muerta de curiosidad, y después de que papá y mamá se
fueran a la ópera, lo he abierto. Me ha sorprendido tanto que he tardado
mucho en reaccionar. Era un consolador de plástico de color rosa.
dentro había una nota:
"Querida Bea, tienes dieciséis años y ya es hora de que tengas uno.
Lena".
Lo he observado detenidamente y venía con diferentes accesorios. Me ha
dado demasiada verguenza ponerlo en marcha, así que lo he guardado de
nuevo en el armario. Luego he bajado a la cocina, donde Lena leía un
libro: sexo en las aulas.
- se puede saber porqué me has traído eso de París??
- algo útil para tus noches sola en casa - se rió.
Yo he subido enfadada a mi cuarto, y me he encerrado. No he salido hasta
bien entrada la noche. Todo estaba muy oscuro, pero se oía un ruido
extraño, como un zumbido.
He pegado la oreja a la puerta de la
habitación de mi prima y procedía de allí. Lentamente he abierto la
puerta y lo que he visto me ha dejado helada.
Lena estaba tumbada boca arriba y se introducía un objeto alargado y
brillante en... me da cosa hasta pronunciarlo!! y el cacharro ése
temblaba en sus manos...
Ha levantado la vista y me ha mirado, y ha sonreído un poco, como si no
le importara que estuviera allí. Acto seguido va y me dice:
- Pasa, nena, ven... no me importa. En el internado lo hacíamos entre
varias.
Yo he cerrado la puerta de un golpe y he corrido hasta mi cuarto. Cuando
me he mirado las bragas estaban húmedas, y se me estaba hinchando. ¿de
veras me había excitadover a mi prima masturbándose? La presión era cada
vez mayor, y no lo he podido evitar: he ido de nuevo al cuarto.
En casa no solemos hablar de sexo, lo cierto es que lo poco que sabía
era lo que me habían explicado mis amigas.
Cuando he entrado, ella se estaba retorciendo en la cama, arqueando su
cuerpo hacia adelantey hacia atrás. y eso me inquietaba y me provocaba
escalofríos. Me ha mirado, pero creo que estaba demasiado cachonda para
verme. Así que me he ido a la cama.
Ahora escribo esto porque estoy demasiado nerviosa para dormir, y
necesito decírselo a alguien. ¡Es mi prima, por amor de Dios! ¿Qué hacen
en ese internadod de París? Me muero por saberlo...
Querido Diario:
Sé que hace mucho que no te escribía, y han pasado muchas cosas desde
entonces.
Después de aquella noche, esquivé a Lena durante varios días, pero era
irremediable encontrármela en todas partes. Y mi curiosidad iba en
aumento cada minuto que pasaba.
Así que una noche decidí regresar.
La encontré sentada en la cama, en braguitas y sujetador. Eran de color
blanco y llevaban lacitos; lo cierto es que parecía una niña pequeña.
Pero su mirada quedaba lejos de la inocencia.
- Eres muy guapa, sabes? - me susurró, y un escalofrío me recorrió todo
el cuerpo y terminó en mis partes íntimas, haciéndome sentir la
sensación de la última vez.
Sin darme tiempo a reaccionar me apartó el pelo de la cara y me besó.
Fue un beso con lengua, y a mi nunca me habían besado. Temí no poder
seguirla, pero poco a poco acabé dejandome llevar.
- ¡Lena! - grité, sofocada, y me retiré.
- No mientas, sé que te ha gustado - me dijo. - Eso se nota.
- ¿Cómo? - le preunté.
- Porque si no, te hubieras apartado hace rato - replicó, medio
sonriente medio enojada.
Me marché del cuarto, para volver a la noche siguiente. Quería aclarar
las cosas, pues aquello no estaba bien. Hombres y hombres, y mujeres y
mujeres no estaba bien. Debía de ser pecado, o algo así. ¡Debía
convencer a Lena de que eso estaba mal!
Ella no me dio tiempo ni a empezar. Se sacó la camiseta y me abrazó,
pegando su boca contra la mía. Yo pensé que se había vuelto loca, pero
mientras me besaba, sentí que me gustaba. Era distinto de cuando me
tocaba Danny en el vestuario, pues entonces no sentía nada, y ahora casi
no podía ni respirar de la sensación.
Ese día fue nolvidable. Me tendió en la cama y yo no me pude resistir.
Me quitó el pijama de ositos rosas y me quedé en ropa interior.
Yo mantuve las manos quietas todo el rato mientras ella me exploraba,
pero de pronto se detuvo:
- Tócame - me pidió. - Acaríciame las tetas, abrázame...
Yo obedecí, sumisa. Y noté sus grandes senos, en comparación con los
míos, y como se frotaba contra mí. Su melena pelirroja caía sobre mi
cara y no me dejaba ver, pero ya no prestaba atención a esos detalles.
Y por un momento, la obligué a ponerse debajo de mi. La empujé y me
coloqué encima, y supe que yo mandaba. Nunca mandé en ningún sitio, pero
ahora era yo la dueña.
Le quité el sujetador para verla desnuda entera, y luego el tanga. La vi
maravillosamente hermosa, y quise que ella me mirara igual. Me quité la
ropa que me quedaba y las dos nos fundimos en un abrazo.
Lena se colocó de nuevo encima y fue besándome a lo largo del cuerpo
hasta llegar entre mis piernas. Me separó los muslos y hundió la cara.
Yo casi me salí de la cama y sofoqué un grito. Ella levantó el rostro
ruborizado y sonrió, orgullosa. Siguió lamiendo lentamente mi clítoris y
luego introdujo la lengua dentro de mi repetidas veces. Eso me causaba
mucho placer.
Cuando ya creía que no lo resistiría,volvió a ascender hasta mi cara y
me besó. Tenía un extraño sabor.
Cogió el consolador y me lo dio para que lo chupara. Eso la excitó, lo
vi reflejado en sus ojos, de modo que me esmeré y añadí pequeños
gemidos.
Luego me lo introdujo en la bajina, cuandpo ya estaba en marcha. Ahí me
perdí. Ya no sabía distinguir su cuerpo del mío, y ella se introducía
los dedos con entusiasmo, tendida junto a mí y con una inmensa sonrisa.
Llegué al orgasmo en pocos minutos, y ya no reprimí los gritos,
olvidando que mis padres estaban en el piso de abajo. Y ella hizo igual.
Luego nos quedamos tumbadas la una junto a la otra. Cuando desperté,
Lena estaba abrazada a mí y yo me sentía colmada de felicidad.
Papá y mamá estuvieron muy raros conmigo, y de hecho lo siguen estando.
Creo que sospechan, pero poco me importa. Voy a convencerles de que me
lleven a ese internado de París.
Ahora tego que dejarte, porque Lena ya está lubricando los consoladores
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