Fernanda era la más hermosa y sexy del colegio, todos la deseaban, pero era solo mía. Pero no solo ella era hermosa, su mama, o sea, mi suegra era una mujer madura y hermosa aun a sus 37 años. Era un mujer alta a diferencia de Fernanda su nombre era Carolina, conservaba un cuerpo excelente, unos pechos grandes y erectos, un culo grande y unas piernas que se antojaban morder y acariciar. Ella era divorciada y casi no se dedicaba a eso de andar buscando pareja, ya que tenía un buen trabajo.
Caro, como le decía, ya que nos teníamos confianza, nos llevábamos muy bien, ella a parte de hermosa y sensual era simpática al igual que Fernanda, eran casi iguales a diferencia de edad. Siempre que platicaba con ella sentía una sensación dentro de mí que me decía “desnúdala y hazle el amor” pero pensaba en Fernanda en el respeto que le tenía.
Era un fin de semana de primavera, mucho calor en esta época, yo iba a casa de Fernanda como siempre a buscarla para salir al cine, o a divertirnos por allá, salir con sus amigas tal vez que eran unas nenas muy calientes, pero nada a comparación de Fernanda. Ese día llegue a su casa, ella estaba vestida con una minifalda que apenas tapaba su mini tanguita de color blanco, una blusa amarilla bien pegadita que dejaba ver sus pezones erectos.