Los martes no trabajo y las noches son largas
cuando vives solo, así que decidí abrigarme hasta los ojos, ponerme los
guantes y la mejor de mis sonrisas y salir a la aventura que significa
tomar un café en mi pueblo. Evidentemente no os................ diré
cual es, aunque si os diré mi nombre, me llamo Carlos y tengo 38 años…o
quizás no.
Estaba seguro que no habría casi nadie a esas
horas pero al menos charlaría un poco con la pechugona Carmen y así me
contaba que tal le había ido el fin de semana. Reconozco que más de una
vez le había dedicado alguna que otra paja a Carmen y que de no ser
porque ella estaba casada y de que Luís, su marido, era buen amigo mío,
sin duda hubiera intentado algo alguna vez, imagino que como el 99 % de
los clientes habituales que visitan su café. Como obviar ese fantástico y
trabajado culo y sus dos estupendas tetas. Yo soy frutero de profesión
en un gran supermercado y nunca me he considerado un experto en lo que
se refiere a las tallas femeninas, pero desde mi irrefutable opinión de
frutero, creo que nunca he visto, de entre todas las variedades de
naranjas que recibo a diario, alguna que se pueda comparar con el tamaño
xxl de los pechos de Carmen. Resumiendo: 1,60 de altura, unos 55 kilos
de peso, un culo respingon y un hermoso par de las mejores naranjas que
se puedan imaginar. Ah, se me olvidaba, también tiene un marido de 1,85
como un armario ropero y que además es mi amigo. Conclusión: mal plan y
mal día para morir.
Cuando llegue al café la situación era aun peor
de la que había imaginado. Carmen ya se había ido a casa y era Luís el
que estaba detrás de la barra, una partida de cartas en la zona mas
tenebrosa del local y dos señoras tomando una infusión en una mesa cerca
de la entrada, es decir, cero posibilidades de tener una noche de lunes
diferente a la de otras semanas pasadas.
Luís ya sabe lo que suelo tomar así que apenas me
estaba quitando el abrigo ya tenía el café con leche sobre el mármol
negro de la barra. Mecánicamente y sin decir apenas tres palabras tome
el café en pequeños sorbos y ley un poco las primeras paginas del diario
deportivo. El tiempo se hace eterno cuando no tienes nada que hacer,
mire el reloj y el local y pocas cosas habían cambiado en los minutos
que llevaba allí, la partida de cartas cada vez era mas tenebrosa,
porque a la falta de luz se le unía ahora la gran cantidad de humo de
los cigarrillos de los parroquianos, Luís seguía detrás de la barra y de
las dos señoras ahora solo quedaba Chelo, la madre de un amigo, no muy
intimo, y que por todos es sabido que acostumbra a salir a esas horas
para alejarse un poco de su marido 20 años mayor que ella y con el que
no mantiene una relación precisamente idílica. Todo el mundo comenta que
ella llego aquí sin nada y en apenas 4 meses estaba casada con el
hombre con mas dinero de la zona, hay incluso quien especula que ella
trabajo de prostituta cuando conoció a Isidro, así se llama su esposo.
Hace ya años que la conozco y físicamente era una mujer espectacular, no
demasiado alta, un buen par de tetas y un culo bien prieto que en la
juventud tuvo que ser de los más deseados allá donde estuviese, aun hoy
en día
muchos hombres tonteaban con ella en el bar, pero
todo el mundo la respetaba ya que su marido era un hombre poderoso y
era conocido su mal genio, nadie diría que tenía mas de 50 años.
¡ Perdona ¡, ¿puedo hablar contigo un minuto si
no te importa? Gire mi cabeza y me di cuenta de que era Chelo, enseguida
pensé que me había tocado a mi aguantar un rato alguna de sus historias
con el desgraciado de su marido, con el que alguna vez me había jugado
los cuartos a las cartas. Ella se había casado demasiado joven y cuando
los años pasaron la diferencia de edad con su marido cada vez se hizo
más patente. Pese a tener ya casi los 51 o 52 años, o eso pensaba yo,
Chelo no correspondía con el prototipo clásico de mujer madura, es
decir, vestía con ropa de marcas de jovencita, salía de fiesta mas que
yo, aunque no es difícil, y apenas estaba con su esposo.
Un poco asustado por lo que me pudiera contar
accedí a iniciar la conversación con Chelo. No era lo que yo pensaba,
ella estaba preocupada por su hijo, un chico de unos 30 años que dejaba
un trabajo tras otro y que gastaba todo en coches, los cuales destrozaba
a la misma velocidad que dejaba trabajos. Mientras ella me explicaba
sus miedos, apoyada en la barra en el taburete que había a mi lado, yo
movía la cabeza asintiendo de una manera robótica sin hacer mucho caso a
lo que me decía, pero sucedió algo que me descoloco un poco. Cuando
ella termino su parrafada y volvió su cara hacia mi como pidiéndome una
contestación, o quizás una frase que pudiera tranquilizar su atormentado
espíritu, yo no pude evitar desviar la mirada hacia su escote. Apenas
pude disimular el gesto, incluso creo que ella se percato pero no dijo
nada y escucho con atención mis frases hechas intentando encontrar un
poco de esperanza. La verdad, me importaba más bien poco lo que me
contaba pero mi mente se movía bastante más rápido que mi boca y en solo
un par de minutos la visión de aquel canalillo, que invitaba a pensar
en una piel suave y en unos pechos más que firmes para alguien de su
edad, me provoco una increíble erección. Justo en aquel momento regreso
su amiga, Chelo se dirigió hacia ella. Mientras se alejaba dirección a
su amiga no pude dejar de mirar como atravesaba la cortina de humo de la
partida de cartas y como alguno de los jugadores miraba de soslayo el
contoneo de sus anchas caderas, no diré que eran increíbles, pero la
verdad es que aquellos jeans dejaban poco a la imaginación. Por delante
al quedarle tan justos, los pantalones, se podía adivinar sin mucho
esfuerzo los grandes labios de su vagina y por detrás cuando ella estaba
sentada y se movía, un minúsculo tanga, como todos los tangas claro,
luchaba por salir por encima de la cintura de su pantalón. Evidentemente
a cualquier chica de 30 años le quedarían mejor aquellos pantalones
pero ninguna podría provocar el morbo que ella me hacia sentir en ese
momento.
Cuando llego a la altura de su amiga y tras unos
segundos, Chelo comenzó a reírse y mirar hacia mi. Con claros gestos
señalo sus pechos lo que provoco las risas de su amiga también. Estaba
más que claro que se había dado cuenta de que yo de una forma insistente
miraba su escote y de que a causa de ello estaba tremendamente
excitado. Pensé que una vez más había hecho el ridículo y que se reirían
de mí durante mucho tiempo, así que volví mis ojos hacia el diario
deportivo y disimule como pude la vergüenza. Mientras las dos se ponían
el abrigo para irse, Chelo se acerco a mí.
¿quieres que te lleve en mi coche?, ahora esta lloviendo a mares y vivimos los dos en la misma dirección.
Sin pensarlo y quizás debido al ridículo que
había hecho segundos antes dije que si. No me fije muy bien, porque el
abrigo no me dejaba ver, pero un par de botones mas de su blusa estaban
desabrochados, aun me excite mas al pensar que la conversación que había
mantenido con su amiga no fue solo para reírse de mi sino que fue
también para pedirle consejo de lo que podía hacer y creo saber cual fue
la respuesta de su risueña amiga. Sin decir nada deje sobre la barra
los 95 céntimos del café. Tome mi chaqueta de la percha cercana a la
puerta y sin ponérmela me plante en la calle en cuatro pasos. La amiga
de Chelo, para mi sorpresa, ya se había ido y para cuando quise mirar la
descubrí a unos 50 metros sorteando las goteras que caían de los
desvencijados aleros de las casas, Chelo mientras tanto, bajo la intensa
lluvia, estaba ya abriendo la puerta del coche a unos metros del café,
un Mercedes antiguo, la matricula no tenia letra, de los que tienen el
asiento delantero unido y que su marido nunca utilizaba ya y ella había
decidido hacerlo suyo.
-Vamos Carlos, no esta la noche para estar en la calle, grito ella desde el interior del viejo Mercedes.
Yo, obedecí y me metí dentro completamente
empapado por la lluvia que caía en ese momento, ella se había quitado el
abrigo para no mojar la tapicería, yo hice lo mismo además así
aprovechaba la chaqueta para taparme y disimular la incipiente erección
que tenia y que lejos de remitir cada vez se hacia mayor. Al intentar
cerrar me di cuenta de que algo impedía que encajase bien y se volvía a
abrir, intente varias veces sin éxito cerrar la puerta pero nada, fue
entonces cuando Chelo me explico que tenia que tirar al mismo tiempo
hacia arriba porque sino no cerraba. Ella misma se estiro desde su
asiento sobre mi para conseguir cerrar apoyándose en mi muslo, al
hacerlo se acerco tanto a mi que pude sentir su pelo rubio mojado sobre
mi cara y su agradable aroma, la mezcla de perfume, sudor, maquillaje y
lluvia sobre su piel resultaba increíblemente excitante para mi, mas que
excitante yo diría morboso, también pude observar con claridad, ahora
si, que llevaba varios botones mas de su blusa sueltos de tal forma que
mostraba parte de su sujetador y por supuesto gran parte de sus encantos
y creedme que eran muchos.
Cuando Chelo detuvo su coche frente a la puerta
de mi casa por mi mente solo pasaba una idea, ya no me importaba la
edad, lo que pudiera ocurrir después o lo que su amiga pudiera contar
por ahí, cierto es que durante el trayecto apenas habíamos hablado de
tonterías sin importancia, pero su aptitud hacia mi me animaba a
albergar esperanzas. En varias ocasiones coloco de nuevo su mano sobre
mi muslo cuando me explicaba algo y la mantenía durante el tiempo que
trascurría entre cambio y cambio de marcha, también utilizaba un pañuelo
que saco de su bolso para secarse las gotitas de sudor y lluvia que se
habían depositado en el canalillo de su pecho. Después de un buen rato
en el que seguimos charlando ella se sincero conmigo. Fue cuando supe
que su edad no eran los 51 o 52 años que yo pensaba sino que eran 55,
que la relación con su marido era ya inexistente con el que se había
casado totalmente enamorada, ni mucho menos por su dinero, que no
hiciera caso de los comentarios de que había sido prostituta en su
juventud y que las cosas en la mayoría de los casos no son lo que
parecen y en mas de una ocasión había pensado en irse, dejarlo todo e
intentar ser feliz en otro sitio y alguna cosa mas que no recuerdo
porque yo solo pensaba en como llevarla a mi piso. Nunca me he sentido
atraído por las mujeres mayores que yo de una manera especial, quiero
decir que me gustan las mujeres y me gustan todas pero siempre intente
que mis relaciones fueran con mujeres de una edad parecida a la mía,
también tengo que decir que nunca había estado en una situación como
aquella y que a pesar de la edad que Chelo tenia cualquier mujer de 40
años mataría por tener el aspecto que ella tenia y que cualquier hombre
medianamente vivo estaría loco con pegarse un revolcón un lunes lluvioso
de febrero a las 3 de la madrugada.
¿Qué?, ¿y ahora que?, ¿cuál es el plan?, dijo ella.
¿A que te refieres?, conteste.
Vamos no te hagas el tonto, sabes de sobra a lo
que me refiero. Estoy segura que no me has estado toda la noche mirando
las tetas para nada y que el bulto que tapas con la chaqueta es por
algo.
Yo me quede absolutamente perplejo a pesar de que
era lo que yo estaba deseando. Chelo se estiro de nuevo para abrir la
puerta del coche, pero esta vez se acerco mucho mas a mí colocando su
pecho contra el mío haciéndome sentir la turgencia de sus tetas y la
humedad de su blusa. También puso su mano en mi entrepierna agarrándome y
apretándome con fuerza el bulto que formaba mi polla debajo de mi
pantalón.
¿Qué te parece si nos dejamos de tonterías?, ¿o,
es que tu no estas pensando en lo mismo que yo?, seguro que si, es tarde
y te aseguro que hace ya un buen rato que estoy deseando conocer tu
piso Carlos. ¿No me vas a invitar a tomar un café?, ¿no ves que estoy
empapada?, voy a coger un resfriado.
Por supuesto, perdona, no sabia si te apetecería,
yo también llevo un buen rato pensando en enseñarte mi piso, si quieres
te puedo prestar algo de ropa.
Ja, ja, ja, ja…venga, vamos ya hablaremos cuando estemos arriba.
Atravesamos el garaje en apenas 20 segundos sin
decir nada y con la cabeza agachada, nerviosos, como avergonzados por lo
que intuíamos que iba a pasar y que los dos queríamos que pasase.
Llegamos al ascensor, ella pulso el botón de llamada y durante el tiempo
que esperábamos a que llegase, yo colocado detrás de ella de nuevo
recorrí con la vista todo su cuerpo, ahora ya sin intentar disimularlo,
descubriendo cada parte de su anatomía. La tome por la cintura con las
dos manos, como midiendo el calibre de lo que tenia entre manos. Sentí
como ella tensaba sus músculos y se recostaba sobre mí sin decir nada,
fueron apenas unos segundos pero la sensación me gusto, a pesar de lo
incomodo de la situación, no quería que nadie nos fuera a ver, al fin y
al cabo tampoco es cuestión que por un revolcón se fuera a enterar todo
el pueblo.
¡¡¡ CLICKN ¡¡¡ , la puerta por fin se abrió,
Chelo se giro hacia mi, me sonrió, tomo mis mano y me metió en el
ascensor. Yo, pulse sobre el numero correspondiente al piso 6, apenas se
hubo cerrado la puerta tras de mi Chelo me empujo contra la puerta
recién cerrada y sin mediar palabra comenzó a besarme apretándome muy
fuerte contra ella, era evidente que estaba tan caliente como yo sino
aun mas. Nos podía ver reflejados en el espejo que tenia enfrente,
nuestros abrigos estaban ya en el suelo antes de que el ascensor
arrancase. Saboree su habida lengua en mi boca cuatro pisos durante los
cuales mis manos no se habían detenido ni un solo instante, primero su
culo, grande, ancho, un poco flácido, fondón incluso. A pesar de lo
apretado de los jeans estaba claro que no tenía 30 años, con solo unos
segundos en el ascensor Chelo ya estaba gimiendo como una loca, sentí
miedo de que alguien esperase al otro lado de alguna puerta y nos
descubriera. En el piso tres ya había llegado hasta debajo de la blusa
palpando su espalda aun fría y humedecida por la lluvia, desabroche los
botones de su escote que tanto me habían trastornado durante toda la
noche en busca de sus pechos. Llevaba un sujetador de colores y
florecitas como el que se compra por primera vez una treceañera
acompañada por su madre, con la diferencia de que a Chelo apenas le
cubría un tercio de la superficie de sus pecosas tetas, que tenían un
tamaño nada despreciable. Con solo un ligero roce de la punta de mis
dedos sobre sus pezones pude ver en el espejo como Chelo arqueaba toda
su espalda y abriendo sutilmente sus labios carnosos y también sus
piernas se apretaba aun más contra mi cuerpo tomándome por la cintura.
Metí, con dificultad, por la proximidad entre nuestros cuerpos, mis
manos en el interior de su sujetador. Me invadió una sensación de
decepción cuando comprobé que el sujetador tenia relleno y constate que
sus tetas eran mas bien pequeñas, pero su tamaño se veía compensado con
sus pezones que estaban totalmente erecto, muy duros, se quedaban
enganchados en mis dedos al pasar la mano sobre ellos, esto provoco un
gran gemido que se escapo de los labios de Chelo.
Ahhhhhhhhh¡¡¡ ves como nada es lo que parece nunca he tenido mucho pecho.
Ella se separo un poco de mi para facilitarme la
maniobra y también para pulsar sobre el botón de pausa del ascensor,
creo que nos quedamos parados entre los pisos 4 y 5. Era una locura pero
era realmente difícil poder pensar algo claro en aquel momento además
ya eran las 3 de la madrugada y no vive demasiada gente en este nuevo
bloque de pisos de las afueras.
- Vamos, no te preocupes. Hace mucho que estaba
deseando hacer algo así y no me voy a parar ahora, estoy demasiado
caliente. Dijo mientras terminaba de quitarse la blusa y se soltaba el
sujetador con habilidad.
Teniendo en cuenta que mi piso estaba más o menos
a medio minuto y allí estaríamos mas cómodos me pareció una estupidez,
pero la situación era demasiado excitante como para decir nada y
estropear la atmósfera.
-Eres preciosa y me gustas mucho. No se me ocurrió otra cosa que decir, además era cierto estaba preciosa y yo como una moto.
Ahora ya podía ver sus pequeñas tetas coronadas
por dos pezones muy erguidos, también comprobé que tenia un poco de
barriguita que se libero al soltar los botones de su pantalón dejándome
ver su tanga a juego con el sujetador de floreritas, no se porque pero
eso me puso mucho mas caliente aun. Con cada parte del cuerpo que
descubría me daba cuenta que aquella mujer me volvía loco y que no
renunciaría a nada para conseguir follar en aquel ascensor.
Chelo se acerco a mi y metió sus manos por debajo
de mi camisa que hacia rato ya que estaba suelta, acabo de quitármela y
comenzó a jugar con mis pezones, se agacho un poco y mientras con su
lengua chupaba uno de ellos, lo que a mi me hizo empalmarme aun mas,
deslizo su mano hacia mi bragueta. Paso suavemente la palma de su mano
sobre mi polla arriba y abajo un par de veces. En un abrir y cerrar de
ojos me encontré con la fría mano de Chelo dentro de mis calzoncillos
agarrándome fuerte. Comenzó a pajearme mientras seguía besándome el
pecho, aquello me iba a hacer reventar en cualquier momento, poco a poco
fue incrementando el ritmo y pajeandome mas rápido, yo simplemente me
apoye contra la puerta de metal del ascensor, cerré los ojos y me deje
hacer, tras unos instantes mi excitación era tal que decidí detenerla
porque no quería que se sintiera defraudada ya que estaba a punto de
correrme, pero cuando abrí los ojos pude ver como Chelo se estaba
colocando de rodillas, me concentre, intente pensar en otra cosa y sentí
un gran calor en mi polla cuando ella se la metió de un solo golpe
dentro de la boca. Me chupaba y me pajeaba con una de las manos mientras
que con la otra mano se agarraba a mi culo clavándome las uñas,
intentando mantener el equilibrio y emitiendo unos sonidos que me ponían
aun mas cachondo. La visión en el espejo que estaba frente a mi de su
espalda, sus escuetos pechos moviéndose con cada envite, su pelo
revuelto, sus caderas desnudas y sobre todo su pantalón que estaba a
esas alturas a mitad de su culo marcado por el pequeño y floreado tanga
provocaba en mi una sensación que pocas veces había sentido en mi vida.
Chelo, entretanto, repasaba con su lengua todo el recorrido de mi polla
succionando la punta y después apretando con sus labios se la introducía
lubricándola perfectamente en toda su extensión hasta tocar en el fondo
de su garganta para continuar con el mismo proceso pero en sentido
contrario. Seguía chupando incansablemente la punta de mi polla En cada
entrada y salida mi excitación aumentaba de una forma exponencial.
- Joder Chelo no se si me podré resistir, es
mejor que te detengas. Dije yo como pude con la voz entrecortada.
Clásico verdad, pero era así.
Chelo miro hacia mí sin sacarse la polla de la
boca y dio un último lametazo. Después se levanto y se coloco el pelo
que tenía alborotado, me beso otra vez. Yo aproveche y metí mi mano
dentro de su pequeño tanga que apenas tapaba su abundante vello púbico.
Sentí como estaba completamente húmeda, ya que mientras me chupaba la
polla se había estado masturbando con sus dedos. Deslice mis dedos sobre
su peludo coño, jugué varios segundos con su calido vello y por fin
alcance el origen de su gran humedad, suavemente comencé a introducir
uno de mis dedos, en solo unos segundos comprobé que Chelo había
arqueado sus piernas intentando hacer mas fácil la penetración, seguí
después con otro dedo mas, los gemidos eran espectaculares, ahora ella
tiraba del tanguita hacia un lado para dejar al descubierto su poblado
secreto y además se había bajado un poco mas los pantalones quedándole
hasta la mitad de las piernas, no era necesario que yo moviera su mano,
ella se frotaba con mucha fuerza, hacia adelante y atrás como intentando
que yo metiera todos mis dedos dentro de su empapado coñito, lo que
producía un ruido como de chapoteo, pensé que según lo que había leído
muchas veces no era normal que una mujer de sus años no tuviera ningún
problema de lubricación pero también hay que decir que ella no parecía
tener esa edad y que se conservaba como una mujer de menos años. Llego
un momento que la excitación que ambos teníamos fue tal que de un golpe
le baje su ropa interior y con mi empalmadísima polla intente
penetrarla. Entre lo estrecho del ascensor y sus pantalones era
realmente imposible, a pesar de que ella hacia todo lo posible por
facilitar el acto, tras varios intentos, posturas increíbles, algún que
otro pisotón, etc. Chelo se coloco de espaldas mirando hacia el espejo
ofreciéndome su precioso culo. Estaba claro que ella solía tomar el sol
cuando podía. Se bajo un poco mas el pantalón y ya lo tenia a la altura
de sus tobillos, después flexiono un poco las rodillas, en ese momento
la visión era increíble, podía ver el interior de sus muslos humedecido,
el vello mojado de su coñito y el pequeño agujero de su culo que mas
tarde probaría también.
Chelo alargo su mano y me tomo de la cintura
acercándome hacia ella, flexiono un poco más las rodillas y dirigió mi
polla con su propia mano hacia la entrada de su poblado coño. Con solo
situar mi polla en la entrada y con un pequeño empujón sin apenas
esfuerzo pude sentir como esta entro completamente, invadiéndome una
sensación de placer hasta entonces para mi desconocida.
-Joder¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ que gusto. Grito ella.
Levanto un poco su culo para que la penetración fuera completa y yo no
tuviera dificultad alguna y empezó a moverse haciendo que sus tetas
chocaran contra el espejo y que mis huevos hicieran tope en su jugoso
coño. Ya estaba apoyada contra el espejo con su espalda horizontal, esta
postura me permitía tocar sus tetas con una mano mientras que con la
otra acariciaba su clítoris a la vez que seguía follandola sin parar. El
espejo me daba la posibilidad de ver su cara mientras yo se la estaba
metiendo. Ella estaba fuera de si, su cara sudorosa reflejaba todo el
placer que por lo visto hacia tanto tiempo que no sentía y que me pedía a
gritos.
- Vamos, no pares, no pares, métemela hasta el
fondo. Gritaba una y otra vez con el consiguiente riesgo para los dos de
que alguien nos fuera a descubrir en una escena propia de cualquier
película porno.
Después de algunos minutos en que la excitación
fue creciendo cada vez mas , nuestras fuerzas ya comenzaron a fallar,
podía sentir como sus piernas temblaban, pero a pesar de ello ella
seguía moviéndose sin parar. Yo la sujetaba con fuerza por sus preciosas
caderas para intentar conseguir un ritmo que me permitiera seguir
disfrutando de aquel polvo increíble que estábamos echando, pero por
mucho que lo intente ella se movía tan rápido que no pude evitar
correrme dentro de su coño.
- Siiiiiiiiiii¡¡¡¡¡¡¡ dámelo todo, dámelo todo no
pares. Dijo ella mientras se volvía hacia mí sonriendo de placer como
con un gesto de aprobación y seguía moviéndose mientras yo apuraba mis
últimos envites tras la corrida, lo que no me preocupo mucho ya que
sabia que aquello solo era el principio de lo que seria una larga noche.
Sin decir nada y exhaustos nos mal vestimos como
pudimos empapados en sudor y sin dejar de besarnos y sobarnos seguimos
hacia el piso 6.
-¡¡¡Para¡¡¡, imagínate que alguien nos vea al abrirse la puerta. Dije yo riendo.
Estaba claro que a Chelo aquello le importaba muy poco y casi me tuve que enfadar con ella para lograr detenerla.
¡¡¡ CLICKN¡¡¡, Piso 6. Ya habíamos llegado. Mas
calientes aun que cuando habíamos montado ya hacia casi 30 minutos en el
ascensor recorrimos los 10 metros que separaban la puerta de nuestro
improvisado refugio y la puerta de mi piso, donde os aseguro que tuve
una de las mejores noches de mi vida y por suerte para mi no la única
que podría disfrutar de aquel día en adelante con Chelo, pero eso es
otra historia y espero contártela algún día a ti personalmente.
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