El sueño de Joaquín, médico de 43 años, se vio
interrumpido bruscamente aquella madrugada del mes de noviembre. Eran
las 4.30 y en la puerta de su piso resonaban unos golpes violentos.
Alguien llamaba desesperado.
- ¿Pero quién diablos será a estas horas?- pensó Joaquín.
Medio dormido y algo asustado se levantó de la cama y
se dirigió a la puerta del domicilio. Echó un vistazo por la mirilla y
se sorprendió al ver a su vecino Samuel.
Samuel era un joven de 30 años que hacía unos meses
se había trasladado a vivir junto con su novia Estela, de 28, al piso de
enfrente del doctor. Durante esos meses la relación entre la pareja y
el médico se había hecho cordial, pero sin llegar a intimar en
profundidad. Se saludaban cuando coincidían, habían hablado varias
veces, pero poco más.
El joven era alto, delgado, con aspecto fibroso, de
pelo corto moreno y con ojos marrones almendra. Su cara algo aniñada le
hacía parecer unos años más joven de lo que era. Por su parte, su novia
Estela era un poco más baja que él, tenía el cabello castaño,
ligeramente rizado, de complexión normal, con unos pechos medianos y un
culo firme y respingón. Unos ojos claros iluminaban su bello y juvenil
rostro.
Joaquín seguía sin salir de su asombro. No entendía
qué querría a esas horas su vecino. Sin embargo, al ver el aspecto del
chico, comprendió que se trataría de algo muy urgente: Samuel se
encontraba vestido únicamente con un bóxer rojo y parecía esperar con
desesperación a que le abrieran la puerta. Joaquín optó entonces por
abrir.
- ¡Joaquín, gracias a Dios que me has abierto! Siento muchísimo molestarte a estas horas- dijo atropelladamente el chico.
- ¿Qué ocurre, Samuel?
- Verás, a ver cómo te lo explico. Mi novia Estela y yo estábamos en plena sesión de…bueno…de sexo y ….
- ¿Y qué?- preguntó el médico.
- Pues que para darle más morbo y placer a mi novia,
le estaba metiendo por el culo distintos tipos de objetos. Todo iba bien
hasta que uno, una especie de bola, se le ha quedado dentro. Ni yo se
lo puedo sacar ni ella lo puede expulsar. Sé que eres médico, me lo has
dicho varias veces, no sé si podrás ayudarla.
- No te preocupes, dame un segundo que enseguida estoy con vosotros. Voy a por mi maletín- comentó el doctor.
Segundos más tarde el médico, ya con el maletín en la
mano y ataviado con un pijama corto, salió de su piso acompañado por
Samuel y ambos se dirigieron a la puerta de enfrente, que se encontraba
encajada.
- Pasa, entra rápido- le pidió Samuel al médico.
Una vez cerrada la puerta y ya dentro del piso, el
joven condujo a Joaquín hasta la habitación donde se encontraba Estela.
Cuando el doctor entró en la estancia, vio a la joven tumbada en la
cama, bocabajo. Sólo llevaba puestas unas medias negras con liguero. Por
lo demás estaba completamente desnuda, con su culo expuesto a la mirada
del médico.
- Amor, ya está aquí el médico. Seguro que puede solucionar el problema- le dijo Samuel a la joven.
Estela no dijo nada y permaneció tumbada en la misma
posición. Joaquín abrió entonces su maletín y extrajo de él un guante
transparente y fino. Se lo puso en su mano derecha, se acercó a la cama y
le pidió a la chica:
- Necesito que te incorpores. Debes ponerte con el culo en pompa, para que pueda hacerte más fácil la exploración.
La joven se puso en esa postura y Joaquín trató de tranquilizarla:
- Vamos a ver…relájate, ¿vale? Verás cómo todo sale bien.
Joaquín puso sus manos sobre los glúteos de la chica y dijo:
- Ahora voy a meterte despacio un dedo para tratar de dar con esa bola.
Lentamente comenzó a meter el dedo hasta dejarlo completamente dentro. En vano trató de localizar la bola.
- No encuentro nada- dijo, mientras movía el dedo dentro del ano.
- Lo intentaré con un segundo dedo- comentó.
La joven dio un ligero respingo al sentir cómo ese
segundo dedo del médico se hundía en su orificio anal. El médico, tras
rebuscar unos instantes, no logró encontrar nada.
- Es extraño. Ya tendría que haber dado con ese
objeto. No lo entiendo. Lo siento, pero no me va a quedar más remedio
que meterte toda la mano dentro. ¿podrás aguantarlo? - le preguntó
Joaquín a Estela.
- No me queda otra opción- respondió la joven resignada.
El médico empezó a meter el resto de la mano
lentamente en el culo de la joven tratando de provocar el menor dolor
posible. Estela emitía leves gemidos conforme la mano del doctor
penetraba en su cuerpo. Ya con la mano totalmente dentro, Joaquín
palpaba intentando dar con la bola. Pero de nuevo el resultado fue
negativo. El médico comenzó entonces a extrañarse: estaba casi seguro de
que en el ano de la joven no había ningún objeto.
Pronto empezó a comprender lo que allí sucedía:
todavía con su mano dentro del ano de Estela, miró a Samuel, que
permanecía a uno de los lados de la cama observando la exploración anal.
El chico se estaba masajeando sus partes íntimas por encima del bóxer
mientras veía cómo el doctor examinaba el culo de su novia. Joaquín notó
a continuación lo húmedos que estaban los labios vaginales de la joven.
Comprendió entonces que la chica se había excitado, que Samuel estaba
igual de caliente que ella y que todo había sido una estratagema para
convertirlo en partícipe del juego sexual de ambos. Durante unos
segundos no supo cómo reaccionar. Cuando quiso darse cuenta, estaba
moviendo lentamente su mano hacia dentro y hacia fuera del culo de la
joven. La chica no ofreció la más mínima oposición a esa actitud del
médico, pues eso era precisamente lo que deseaba. Por su parte Samuel se
había metido la mano por dentro del bóxer y se estaba masturbando.
- Muy bien, Joaquín. Veo que ya has entendido cuál es
el plan. El que te hayamos despertado valdrá al final la pena, tanto
para ti como para nosotros- le dijo el joven al médico.
Éste seguía sin decir nada: se limitaba a mover ahora
ya un poco más rápido la mano. Estela se tocaba con las suyas sus tetas
y su húmedo coño.
- Ummmm…sigue así, sigue metiéndome la mano cada vez más rápido- le pidió al médico.
- ¡Vamos, Joaquín, ya la has oído! Quiere que la penetres más rápido. Y tú, Estela, ¿no querías algo más?
- Sí, quiero que me trate como a una puta, que me convierta en su auténtica zorra.
- Ya has escuchado lo que desea la joven. Así que creo que deberías complacerla- comentó Samuel a Joaquín.
El joven ya se había desprendido de su bóxer y
mostraba su verga empalmada y dura. Se subió a la cama y se puso de
rodillas delante de su novia. Ésta acercó su mano al pene del chico,
envolvió el miembro con ella y empezó a agitarla suavemente.
- ¡Uffff, qué placer, así me gusta! ¡Haz que me corra y que te llene de leche!- le dijo Samuel a la chica.
Joaquín seguía perforando el culo de Estela de forma
cada vez más rápida. Entonces por fin se animó a hablar y a satisfacer
la petición de la joven.
- Querías que viniese para que te follase el culo, ¿verdad, puta?
- Sí, eso quería. Deseaba a un tipo que me diese fuerte por el culo, mientras yo me ocupo de mi querido novio.
- Ya veo que eres una puta de primera. ¡Mira cómo tienes ya el coño, chorreando! ¡Mira cómo gotea tu flujo!- exclamó Joaquín.
- ¡Dale más rápido! ¡Párteme el culo!- pidió Estela
mientras aproximaba su boca al pene de su novio dispuesta a empezar a
hacerle una felación.
Joaquín aceleró todavía más sus movimientos. Notaba
el calor del ano de la joven mientras deslizaba cada vez más rápido su
mano. La verga del médico estaba ya totalmente empalmada debajo del
pijama. El doctor dio un par de empujes más con su mano que provocaron
varios intensos gemidos de la chica y después sacó la mano del ano. Se
quitó primero la parte superior del pijama y después el pantalón dejando
libre su miembro marcado de venas hinchadas.
Por su parte Estela ya había comenzado a mamarle la
polla a Samuel y Joaquín aprovechó para agarrar de la cintura a la joven
y comenzar a enterrarle el pene hasta el fondo. Entró fácil, el
orificio anal de Estela estaba ya muy dilatado. El médico se ayudaba del
impulso de sus caderas para darle mayor ímpetu a sus embestidas. Con
las manos comenzó a acariciar los glúteos de la chica y después los
muslos, sintiendo el suave tacto de las medias negras.
- ¡Puta, ¿te gusta mi polla?- le preguntó a la joven.
Estela sólo fue capaz de pronunciar un ligero gruñido
al tener la verga de Samuel dentro de la boca. Con sus labios recorría
una y otra vez toda la base del miembro de su novio, que gemía de puro
placer.
- Sigue así, preciosa. Quiero llenarte la boca de
leche y que te la tragues toda mientras Joaquín te inunda el culo de
semen- dijo Samuel.
El médico daba ahora fuertes embestidas. Empujaba su
verga hasta el fondo, la dejaba dentro unos segundos, la sacaba y la
volvía a meter de forma enérgica. En cada una de esas penetraciones
sentía cómo la joven se estremecía de placer. Estela había acelerado en
la felación y con todas sus fuerzas follaba con su boca el pene de su
chico.
- ¡Ahhh…qué bien mamas la polla. Sigue, vamos, sigue un poco más! No no tardaré en correrme- gritó Samuel.
La polla de Joaquín se deslizaba a toda velocidad por
el ano de Estela que sentía su culo arder por completo y un gusto
indescriptible. Se había llevado su mano derecha a su coño y con los
dedos se estaba masturbando, sin dejar de mamar la verga de su novio y
de sentir por detrás la del médico. Su cuerpo estaba bañado en sudor, lo
mismo que el de Samuel y el de Joaquín.
El joven ya no aguantó más y gritó:
- ¡Ahhhh…me corro…me corro…trágatelo todo!
La boca de Estela comenzó a recibir la descarga de
chorros de semen que manaban del glande de Samuel. La cantidad de leche
era tal que la joven se vio obligada a abrir la boca para no
atragantarse. El último chorro impactó sobre el rostro de la chica. El
joven esparció el semen por toda la cara de su novia dejándola
embadurnada.
Joaquín dio un par de embestidas más mientras gritaba:
- ¡Prepárate, puta, ya no aguanto más!
- ¡Sí. Lléname el culo de leche. Haz disfrutar a tu puta!- replicó Estela.
- ¡Ahhh…toma…tomaaaaa…!
Estas fueron las últimas palabras de Joaquín antes de
que la joven empezara a notar su culo llenándose de semen. Joaquín
gemía de placer, mientras la joven exclamaba:
- ¡Uffff…síí…vamos…dame toda tu leche, la quiero toda!
El médico no sacó su pene hasta que no soltó la
última gota. Exhausto se sentó en la cama, momento que aprovechó Estela
para atrapar con sus pies cubiertos por las medias la verga del doctor y
deslizar la piel de la polla varias veces hacia arriba y hacia abajo,
mientras Samuel le sobaba las tetas.
Así estuvieron varios minutos más, terminando de gozar aquel encuentro en plena madrugada.
Una vez saciados de sexo, Samuel le dijo al doctor a modo de despedida:
- Joaquín, gracias por la exploración. Ya te avisaremos si volvemos a necesitar tus servicios.
Estela dejó de jugar con la polla del doctor y permitió que el médico se vistiera y abandonase el piso.
Desde ese día las visitas nocturnas de Joaquín al inmueble de sus vecinos se han hecho bastante frecuentes.
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