Somos Juan y María, llevamos
casados más de veinte años y aunque dado nuestra edad rondamos los
cuarenta y muchos, podemos decir que aun mantenemos unos cuerpos
cuidados y atractivos, al menos eso dicen nuestras amistades.
Una de nuestras aficiones es
la práctica del nudismo, y cada vez que podemos y se presenta la
ocasión, lo hacemos. Es algo habitual en nosotros, el buscar calas o
playitas que se encuentren algo apartadas o poco transitadas para poder
disfrutar de las maravillas del verano como Dios nos trajo al mundo.
No nos costó mucho encontrar
el lugar, estacionamos la moto y cargamos con todo lo necesario para
disfrutar del día, lo más dificultoso fue bajar el pequeño acantilado
hasta llegar a ella. Pero una vez instalado, el lugar merecía la pena,
resultaba casi paradisiaco apenas si había gente cerca, solo alguna
parejita lejana y poco más, esto nos brindaba la intimidad que a
nosotros y solemos buscar.
Una vez instalada la
sombrilla, toallas extendidas sobre la arena fina y mucha protección
solar sobre nuestros cuerpos desnudos, ahora tocaba refrescarnos y nada
mejor que un buen chapuzón.
Después del baño, nos
tumbamos a tomar el sol y tomarnos un par de cervezas, tanta
tranquilidad hizo que me quedara dormido, no sé por cuanto tiempo, pero
cuando me desperté, vi a mi mujer paseando por la orilla, apenas si
quedaban personas de las que estaban cuando llegamos, la sensación de
soledad ahora era aún mayor. Cogí dos latas de cerveza y me dirigí hacia
donde estaba mi mujer.
Solo acercarme a ella y
verla allí totalmente desnuda con su coño totalmente depilado, mi polla
reacciono poniéndose dura, ella que también tenía ganas de fiesta, sería
por la tranquilidad del lugar o el estar tan relajados que hizo que se
despertaran nuestros deseos, comenzó a reírse y hacer comentarios sobre
el estado de mi polla, la abrace y nos besamos, notaba sus pezones duros
apretados contra mi pecho, le cogí de la mano y la puse sobre mi polla,
ella no lo dudó, se agachó y comenzó a masturbarme suavemente, la
deslizaba desde los huevos hasta el final del glande, intentó metérsela
en la boca para hacerme una mamada, pero la paré, pensé que sería mejor
tumbados sobre la toalla y bajo la sombra de la sombrilla, la ayude a
incorporarse y nos dirigimos abrazados hacia ella.
Una vez tumbado, ahora si
deseaba esa mamada pues aunque ella es una autentica maestra en todo,
con la polla en la boca ummmmmmmm te lleva hasta el mismo cielo.
A continuación me toco a mi
comerle el coño, así estuve como cinco minutos, en mi mente estaba el
dejarla lo más caliente y relajada posible para a continuación
follarmela. María es una mujer que disfruta cuando la follas tanto si le
das por el coño o por su culo, esta vez comencé follándole el coño, las
embestidas eran suaves, y poco a poco llegue a penetrarla entera, la
calentura nos tenía a los dos disparados, los gemidos de María debían de
oírse en toda la playa.
Llevaríamos liados como unos
treinta minutos, cuando y sin darnos cuenta una de las veces que
levantamos la cabeza, observamos a tres chicos que parados a unos cinco
metros de nosotros y con sus mochilas en las manos, permanecían quietos,
mirándonos y comentando cosas entre ellos, Nos incorporamos todo lo
rápido que pudimos y mi mujer trato de cubrirse todo lo que pudo con la
toalla. El más alto de los tres, que parecía el más echado para
adelante, se dirigió a nosotros disculpándose, nos pidió perdón,
diciéndonos que no nos preocupásemos por ellos, que no les prestáramos
atención, que ellos también venían a disfrutar de su día de la playa.
Se instalaron a escasos
metros de nosotros, bebían, fumaban y reían sin parar, era evidente
que se lo pasaban genial a su manera.
Así fue pasando el día, a
nosotros la situación nos tenía algo cortados, pero a ellos parecía no
preocuparles nada nuestra presencia, pues nada más llegar lo primero que
hicieron fue quedarse todos en pelotas y pasearse de un lado a otro.
El más alto de nuevo, vino
hacia donde estábamos nosotros, con la intención de pedirnos tabaco pues
según nos dijo se les había acabado. Le ofrecimos y una vez roto el
hielo, comenzamos una pequeña charla y así nos llegamos a enterar, que
ellos suelen venir con frecuencia por la zona, que aquí se pueden fumar
algún que otro porro sin que nadie les viese o molestase, etc.etc. A
continuación los otros dos chicos se levantaron, cogieron una botella de
ron y otra de coca-cola y se vinieron hacia donde estábamos nosotros.
Que os parece si nos
disculpamos por lo de antes y os invitamos a unos cubatas dijeron,
nosotros algo cortados les contestamos vale pero no hay nada de que
disculparse, la playa es de uso público, se sentaron a nuestro lado y se
presentaron, El más alto dijo llamarse Pedro, uno más moreno dijo ser
Ángel y el más musculoso y bajito Carlos.
Una vez hecha las
presentaciones, a nosotros nos relajaron, nos dieron la sensación de ser
tres chicos de los más normales del mundo. A partir de ahí, empezamos a
disfrutar de su compañía.
Nosotros les invitábamos a
tabaco y ellos a cubatas, la charla era sobre cosas intrascendentes y
reíamos, llevaríamos dos o tres cubatas, cuando uno de ellos se levantó
diciendo ir a por más bebida, cuando regreso, en una mano tenía una
botella de whisky y otra de coca cola de dos litros, y en la otra una
bola de chocolate y papel para liar porros. Nos lo mostró y preguntó si
nos importaba que se liaran allí unos con nosotros, le contestamos que
no, que no nos parecía mal ya que nosotros alguna vez también hemos
fumado y en unos minutos el porro ya estaba pasando de mano en mano.
Llevaríamos como una hora o
dos charlando y bebiendo, el colocón en mí ya hacía mella, decidí parar
para un poco y tumbarme a dormir algo, no podía mantener los ojos
abiertos.
Al cabo de un rato, conseguí
abrir los ojos un poco, mi mujer seguía charlando y riendo entre los
tres chicos, era el centro de atención, se lo estaban pasando bien y eso
se notaba, ya no tenía pudor en cubrir su cuerpo y al igual que ellos
todos estaban completamente desnudos.
Las risas dieron paso a las
bromas, a todos se les notaba el efecto del alcohol y los porros, pero
más a mi mujer tal vez al estar menos acostumbrada le pasaba como a mí,
le costaba mantenerse serena.
Algo capto mi atención y
consiguió despejar algo mi mente, sin cambiar el cuerpo de postura, pude
ver cómo era otra vez Pedro el más lanzado y entre bromas y risas
abrazaba o acariciaba el cuerpo de mi mujer, ella se dejaba hacer, no
sé, si dándose cuenta o no, pero no se negaba a nada. Ella con su cabeza
apoyada sobre el hombro de Pedro y este invitándola una y otra vez a
seguir bebiendo y fumando del porro.
Ángel y Carlos seguían con
su charla sin prestar atención al juego de su amigo Pedro, que ahora ya
descaradamente mordisqueaba el cuello de mi mujer y con una de sus manos
le acariciaba sus pechos. María ya totalmente entregada a sus caricias
se fue dejando hacer y lo que antes eran mordisquitos, pasaron a ser
besos apasionados y manos que se pierden entre sus piernas, pude ver
como mi mujer abría las piernas, facilitándole a Pedro que le pasara los
dedos por su coño, yo conociendo como es mi mujer, me imaginaba como de
caliente debía de tenerlo.
Mi polla a pesar del estado
de mi cabeza estaba totalmente empalmada, por un lado deseaba pararlo,
pero el morbo que me provocaba ver a mi mujer entre estos tres
muchachos, me pedía que lo dejara continuar hasta donde tuviese que
llegar.
Carlos y Ángel ya no
prestaban atención a otra cosa que no fuera María, se acariciaban sus
empalmadas pollas apuntándolas hacia la mirada de María, era evidente
que el calentón ahora era cosa de todos.
Pedro agarró a María de su
mano, y tumbándola a su lado la dejo con las piernas abiertas, se untó
un poco de saliva en su enorme polla y la encaminó a la entrada del
coño, fue empujándola poco a poco, mi mujer con la vista perdida y
gimiendo de placer ofreciéndose toda y pidiéndole:
Métemela entera y follame, follame, follame hasta que consigas hacer que me corra.
Carlos se puso de rodillas y
arrimándose dirigió su polla a la boca de María, esta la abrió
permitiéndole que se la metiera toda, así comenzó lo que por un lado
parecía una enorme mamada y por otro como si le estuviese follando la
boca.
Como pude me incorpore y
ante tal espectáculo porno en directo, y a mi mujer como principal
actriz, mi polla pedía acción, comencé a pajearme sin apartar la mirada
de ellos, por un instante crucé la mirada con María, su cara expresaba
lo increíblemente bien que se lo estaba pasando. Esta experiencia era
totalmente nueva para nosotros, jamás nos había ocurrido antes nunca
nada igual, y yo no sería el que dijera o hiciese nada para detenerlo.
María seguía entregada a los tres chicos y dispuesta a recibir todo lo
que estos quisieran darle.
Ángel se puso en pié y
arrimándose a María con su polla erecta, dejo ver que la suya no era de
las más grandes, pero si ancha, muy ancha, comparada con cualquiera de
las otras tres incluyendo la mía, debía de ser casi el doble de ancha.
María viéndolo allí frente a ella, se quedó sin poder apartar la vista
de ella, Pedro y Carlos se apartaron, y con las pollas en sus manos, no
dejaban de manoseárselas, mi mujer se puso de rodillas y casi con
glotonería, comenzó a mamársela, no le cabía entera dentro pero poco a
poco y como pudo se la introdujo toda.
Mi polla ya no pudo más, y
casi sin meneármela, comencé a correrme, la leche me caía entre los
dedos y todo sin poder dejar de mirar a mujer chupando aquella enorme
polla.
María le pidió a Ángel que
se recostara sobre la toalla, le cogió la polla y la apuntó hacia su
coño, poco a poco y con mucho esfuerzo, se fue sentando sobre ella y a
pesar de lo dilatado que debía de tener su coño, le costó poder
metérsela entera.
Carlos, Pedro y yo no
dejábamos de mirar semejante espectáculo, Los gemidos de María se habían
convertido en gritos pero de placer.
Pedro se arrimo por detrás,
la postura en la que estaban follando invitaba a intentar una doble
penetración o al menos eso debió de pensar, se unto un poco de saliva en
la polla y arrimándosela a su culo, empezó a empujar tratando de
metérsela. Mi mujer ahora gritaba pero de dolor, aquel doble juego no
debía de estar proporcionándole mucho placer, aunque ella ni se quitaba
ni lo apartaba, al contrario echaba su cuerpo para atrás, empujando con
sus nalgas y acompasando un mete saca en su coño y en su culo.
A Carlos que aún permanecía
en pié y con su polla en la mano masturbándose, solo pudimos oírle un
grito ahogado que decía:
Me corro, me corro.
Eres una autentica puta viciosa, pero la
mejor puta con la que jamás he estado, y acercando su polla a la cara
de María, comenzó a correrse encima de ella, por sus labios, cuello y
tetas, resbalaban los chorreones de leche de Carlos, que no paraba de
bufar y de repetir la frase anterior. Así continuó hasta quedar
completamente seco, se levanto, y se apartó a seguir disfrutando de la
visión de la follada de sus amigos.
Ángel empezó a convulsionar
su cuerpo, resoplaba y gemía diciendo toda clase de cosas hacia mi
mujer, se estaba corriendo en el coño de mi mujer. Esto hizo que Pedro
reaccionara y comenzó a darle más fuerte por el culo, se la metía hasta
el fondo y fueron cuatro o cinco embestidas para empezar a descargar su
corrida, agarrándola fuerte del pelo y tirando hacia detrás. No pararon
de follarla hasta que los dos hubieron acabado y cuando ya no les
quedaba ni una gota que soltar, se levantaron, fumaron un cigarro y
cogieron el resto de sus cosas para marcharse. Intercambiamos nuestros
números de teléfonos y nos despedimos. Cuando María y yo quedamos solos,
empezamos a comentar todo cuanto había sucedido allí, sus palabras no
dijeron nada nuevo que yo no supiera, solo que nunca lo había pasado
igual, que había perdido la cuenta de cuantos orgasmos había tenido,
pero que seguro no habían sido menos de siete u ocho. Hablando y
hablando de todo esto mi polla volvió a ponerse de nuevo tiesa,
comenzamos a besarnos de nuevo y sin apenas movernos, conseguí metérsela
en su coño, era extraña la sensación que me provocaba follarlo, lo
notaba dilatado por lo ancha de la polla de Ángel y además de la corrida
de otro, pero el morbo que me provocaba hacía que lo disfrutara el
doble. María se levantó, y se puso a cuatro patas comenzando a
masturbarse el clítoris y a mostrarme el culo, yo ante tal visión no lo
dudé y se la metí por detrás, al igual que antes se le notaba recién
follado, estaba totalmente dilatado, las embestidas de estos dos chicos
le habían dejado todo completamente abiertos. También notaba la lefa de
Pedro como salía con mis embestidas por los labios de su inundado culo.
No pude más y comencé a
descargar, ahora era yo quien la llamaba puta, puta, puta, y más que
puta, pero: mí amada y queridísima puta. La penetraba duro, a cada
embestida que le daba, más le inundaba su culo.
Cuando acabé no pude más
que tumbarme a su lado a descansar y empezar a reír comentándole el
estado de su cuerpo, todo lleno de corridas, ella que aún seguía con
ganas, se introdujo dos dedos en su culo y coño, y sacándose leche
comenzó a masajearse el clítoris, yo estaba acostumbrado a verla cuando
se hacía un dedo, pero esta era la primera vez que la veía así correrse
en plan guarra, gimiendo y gritando mientras se untaba las tetas y el
coño con tanta corrida sobre su cuerpo, ummmmm que imagen, no he podido
borrarla de mi mente.
Esta experiencia no hemos
vuelto a vivirla, a pesar de tener los números de nuestros nuevos
amigos, no nos hemos decidido a llamarlos y quedar con ellos, a pesar de
que ellos si nos han llamado. Espero poder convencer a María y que
volvamos a disfrutar como aquel día, pues por mi mente calenturienta,
pasan una y otra vez imágenes de ese día de playa.
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