Soy fotógrafo, lo saben: blanco y negro, película analógica, revelado manual. Primero revelamos la imagen del negativo, luego ampliamos el negativo sobre una hoja de papel sensible. Lleva mucho tiempo y, ahora, los materiales son caros y escasos. Hoy en día con las cámaras digitales, Photoshop y las impresoras hacés lo mismo, pero en una fracción de tiempo. Aunque no es lo mismo. No es lo mismo manejar una cámara digital que una Leica III. Todavía la sigo utilizando en mis largas caminatas por los ocasos de Buenos Aires. A las cámaras mecánicas hay que limpiarlas como a las armas para que disparen bien. Se ha escrito mucho sobre la analogía entre una cámara fotográfica y un arma: mirás por la mirilla, apuntás, disparás (Philipe Dubois, Roland Barthes, por ejemplo). En la época de mi relato yo era un mozuelo con pretensiones. Cavilaba mucho acerca de esos temas teóricos ("teórico": anagrama de "erótico" ) , al tiempo que dedicaba mi arte a fotografiar los antiguos bares de Buenos aires, de esos que en el Centro ya casi no quedan, pero que sí se pueden encontrar, aún, en algunos barrios periféricos. El día de mi relato (la tarde de mi frenesí) yo frecuentaba en el Bar Los Galgos (que aún existe en Callao y Lavalle) el tema de los espejos. Preparé la mise-en-scène: me senté a una mesa, pedí un café, saqué un libro de Sociología, encendí un Parissien, y me dediqué a esperar con espíritu zen a que algo sucediera. Mi Leica III gatillaba sin descanso la espera solitaria de un parroquiano tomando algo, con la sola compañía de un espejo a un costado. Eran todos ejercicios de puesta en calor, hasta que la imagen apareciese; de pronto, apareció. Corrí la palanca del avance de la película para pasar al siguiente fotograma y hacer que la espera valiese la pena. Mierda, me dije. Se había acabado la película y no tenía otra encima. "Siempre el mismo boludo", maldecí entre dientes. Ya nada podía hacer. La situación había ya pasado de largo y no me subí al tren. Me dediqué entonces a rebobinar la película y a desmontar y limpiar un poco la lente.